Caminar hacia un paraje adornado con matices grises, con ventanas de cemento que desnudan la nostalgia y la convierten en un acontecimiento lleno de pureza. Caminar y detenerse en una esquina de la ciudad, sabiendo que la historia se ha deshecho de sus ambigüedades y el tiempo, regidor absoluto de la violencia y el desencanto, esparce ahora sus misterios con decorosa tranquilidad. Los significados del paisaje alumbran el discurso interior y seducen al caminante con un paréntesis permanente de observación y descanso. Allí, lejos de las grietas que desgastan la memoria, el ser humano recuerda y proyecta sin la tentación de corregir lo inevitable. Es esta una procesión que obliga al abandono de todos los atavismos de la belleza, a la reinvención de sus contornos y al abrazo de los deseos que subyacen en lo contradictorio. Así lo expresó Charles Baudelaire en su Himno a la belleza:
Tú contienes en tus ojos el ocaso y la aurora;
desprendes perfumes como una tormenta nocturna;
tus besos son un filtro y tu boca un ánfora
que hacen cobarde al héroe y al niño valiente.
Es la procesión un tránsito hacia la belleza, no exenta de sufrimiento y desconexión, de placeres y crítica, de líneas cuyo fulgor se entrecruza en el aire, provocando el desvelo constante y, a la vez, furioso del observador. El poeta búlgaro Kíril Vasílev ha tratado a lo largo de su obra el proceso de fragmentación del individuo con el mundo que lo rodea, fragmentación que se traslada al lenguaje, a sus significados hirientes y a las resonancias que hacen de la historia un artefacto inservible. En esta porfía dual, no exenta de la tradición expresionista de sus antecesores, Vasílev extrema su poesía como si en ella sobrase la anatomía de los verbos, como si todas las imágenes sirvieran por sí mismas para describir lo inevitable. Su último poemario, titulado precisamente Procesión (La Tortuga Búlgara, 2024), debe leerse como un manifiesto contra la incertidumbre y las contradicciones que despierta esa otra gran contradicción ligada a la desigualdad y los desequilibrios de poder.
Veo la procesión
hombros y espaldas de los nadies hundiéndose lento en el polvo
y veo la tierra moliéndolos
con sus animales e ídolos
su sueño se incorpora al sueño
de la sima de la tierra
y entiesa la caña del maíz
cada célula custodia una partícula de la promesa de ese sueño.
Nada sobrevive al destino, ni siquiera la desesperanza, menos aún la irredenta pulsión por virar el rumbo de la memoria. El recuerdo vaga por la ciudad convertido en refugio, en espejo del silencioso declinar de las calles y la mirada ausente de quienes protagonizan relatos de servidumbre. Y Vasílev, adueñándose de una extraordinaria capacidad para seleccionar la palabra, destapa las muchas facetas del verso en aras de la certeza y la interrupción.
Porque descansar también es construir un mosaico dentro del cual la incertidumbre arraiga sin un deseo de seguir evolucionando. Los matices de la grisura condensados en distintas teselas contienen un principio y un final, la dúctil aspiración de resguardarse debajo de su cúpula, para respirar, al fin, la libertad mutilada. Kiril Vasílev, además de poeta y crítico literario, es un condensador de los paisajes, de los registros que ralentizan la progresión de su país, de las voces que se resumen a sí mismas con un prolongado suspiro.
En la decadencia, en ese deterioro tan superficial como emotivo de las esquinas, de los comedores, de los bares de carretera y los bosques que aúllan por sus fantasmas en sombra, existe una belleza llamada a permanecer, a expandirse en ese último estadio que precede al silencio puro, a la última palabra dicha desde la sangre. Es esa procesión la que retrata Vasílev, maestro ya de la palabra convertida en descanso.
—————————————
Autor: Kíril Vasílev. Título: Procesión. Traducción: Marco Vidal González. Editorial: La Tortuga Búlgara. Venta: Todos tus libros.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: