Retraté a Berta Collado para este reportaje en Madrid, en concreto en la librería Rafael Alberti. Fue un lujo poder retratarla en un sitio con tanto encanto. Las personas como Berta, tan generosas y con tanto carisma, hacen que los fotógrafos nos sintamos afortunados por poder trabajar de una manera tan fluida. Hablamos sobre nuestro amigo en común Álex Fidalgo, al que retraté hace unos meses también para este blog.
Para saber más sobre Berta:
Soy Berta Collado y llevo los últimos 17 años de mi vida entre platós, rodajes, estudios de radio y bambalinas. Si echo la vista atrás, a veces me planteo cómo empezó mi camino para llegar hasta aquí. Y con esto me refiero a la esencia total de la sorpresa, a la inconsciencia de los momentos de los que solo eres protagonista absoluto cuando ya ha pasado un tiempo y un poso, y los ves en tercera persona como en una película; y por supuesto a la libertad. A la de creer, a la de poder elegir y a la de trabajar. Mucho y muy fuerte.
Estudié periodismo, que era lo que más se asemejaba a mis ansias de comunicar desde pequeña. Devoraba libros y discos y me inventaba historias que luego interpretaba y plasmaba en papel en forma de cuentos. Al acabar la carrera, con algunas prácticas ya a mi espalda —que hice para poder quitarme asignaturas optativas— y varios curros en gabinetes de prensa, decidí marcharme fuera de Madrid a hacer un máster en comunicación. Lo hice por amor a la profesión y por poner tierra de por medio a un desamor. Y la jugada me supo a ensaladilla rusa de mi madre. Porque siempre que superaba algún obstáculo, yo misma, llena de TOCs, me premiaba con eso, con la ensaladilla rusa de “la Alicia”, y con darme un respiro en no tener que contar todos los escalones de cualquier escalera que subiera. El caso es que, al volver, todo sucedió a cámara rápida. Me cogieron para una sustitución en un programa de videojuegos en una tele local, y a partir de ahí vino todo lo demás. Programas de deportes, investigación, actualidad, entretenimiento y sobre todo humor. Sé lo que hicisteis… fue uno de ellos. Y hago referencia a él por el cariño que le tengo y sobre todo porque la gente lo sigue recordando como el primer día. Y eso es muy bonito.
Se cruzarían en mi camino también la radio, medio del que me enamoré perdidamente, y la ficción y el teatro. No sé si hay una sensación más brutal y pura que la de subirte a un escenario.
Y así, con este idilio a tres bandas, hasta el día de hoy. Un trío que espero que me siga salvando. Como la literatura y la música.
Recomienda este libro a los lectores de Zenda:
El dolor de los demás, de Miguel Ángel Hernández.
El dolor de los demás es una novela tan dolorosa como luminosa sobre la muerte de un amigo en un suceso trágico. Prudente, íntima, inteligente, reflexiva y sensible. Un viaje al pasado desde el presente, con una mirada valiente, un exorcismo personal y de una honestidad brutal. Una reconciliación con uno mismo, fruto de una búsqueda. Una liberación rodeada de limoneros que el autor hace tuya. Es en el dolor de los demás, ese sitio tan sumamente escrupuloso e íntimo, donde el autor te adentra sin pretensiones. La mirada con la que Miguel Ángel Hernández trata ese dolor, siendo también el suyo propio, es el ejercicio de generosidad, reflexión e inteligencia más bonito que podemos hacer todos los que estamos vivos.
Viva tu huerta, “Migue”.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: