Con este reportaje os invito a conocer a Iván, vecino de mi barrio (Villaverde Bajo), un gran referente en la cultura el barrio, colaborador de diversas asociaciones y que ha sido profesor de uno de los institutos del distrito.
Para saber más sobre Iván:
Trenes en la nostalgia.
Iván Cerdán Bermúdez nació en Madrid en 1976. Licenciado en Derecho y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, ha publicado con regularidad artículos en el periódico ABC y en su suplemento cultural. Del mismo modo escribe para la Revista de Occidente y diferentes revistas de cine como Dirigido por.
El motivo por el que comenzó a escribir hay que buscarlo en la narrativa de Fernán-Gómez, concretamente en ¡Stop! Novela de amor. Otros dicen que esto no es así y que comenzó en un tren, porque siempre viajaba en tren y le gustaba escribir historias de trenes para sus abuelos. También dicen que, en realidad, no eran historias propias, sino relatos de sus abuelos, pero que él cambiaba los nombres. Nadie duda, eso sí, del motivo por el que empezó hacer cine. ¿Quién iba a rodar sus historias si no era él mismo? En ocasiones ha dicho que todo comenzó por Shakespeare, pero algunos catedráticos de la Complutense consideran que es una respuesta cómoda para ser aceptado en el club del que formó parte Melville.
Acudió al colegio del Pilar y alguno de sus relatos fue tachado de apocalíptico, además de recibir algunos bofetones por no saber decirle al padre Juan Carlos el motivo del sermón del domingo. En ese momento y por azar, descubrió junto a su abuela la película Los comulgantes de Ingmar Bergman. Esa historia le marcó y le sirvió para comprender a varios curas de su colegio.
Su novela Turbio (Huerga y Fierro, 2014) estuvo en conversaciones para convertirse en serie, pero ese tipo de conversaciones no suelen ser concluyentes y se transforman en aplazamientos, por lo que no hay serie y solo queda el texto. Con su novela Confesiones de un anciano mientras le juzgan en Miami (Autografía, 2019) quedó finalista en el Concurso Internacional de Novela Irreverente. Desde Berlanga, considera que nadie le da demasiada importancia a los textos con tintes eróticos. James Ballard o Philip Roth son siempre modelos para él, sin faltar Lolita de Nabokov, pero es un tema que su familia siempre le acaba recriminando.
La tercera edad ha sido una temática que le ha interesado mucho. Comenta que se debe a la relación que tuvo con sus abuelos. Su corto Anclaje retrata la relación de dos personas mayores y le sirvió para obtener más de 30 galardones entre España y el extranjero. Esta temática ha sido tratada en más cortometrajes o en su libro de relatos titulado Raíles (Autografía, 2017). Todos los relatos, algunos unidos con otras historias del autor, están protagonizados por personas mayores. De la misma manera, su primer largometraje, la road movie Donde nos toca estar, trataba la tercera edad de un modo distinto al habitual. Tras esa experiencia en el largometraje comprendió que lo importante del proceso de una película venía después. ¿Qué hacer con la misma si no se tiene una gran producción? ¿Qué sucede con las distribuidoras? ¿Por qué en el extranjero se recibió de forma más sencilla que en España? Quizá es algo que todavía no tenga respuesta. Varios de sus artículos publicados han versado sobre el extraño caso del cine español porque el asunto, lejos de mejorar, se enturbia cada día más.
También lo intentó con el documental y, en compañía de Benjamín Jiménez, dirigieron Con la cuchara en el bolsillo. Tras sus experiencias en el teatro off y comprobar la precariedad del mismo, se aventuraron con un retrato que obtuvo repercusión en prensa, pero no ve que la situación haya cambiado a mejor. Se rumoreó durante un tiempo que tendría continuación, pero no dejaron de ser extrañas habladurías.
El teatro es un género al que Iván Cerdán ha estado unido desde su infancia. Eso le llevó a publicar dos recopilaciones con obras suyas: Desgaste (Esperpento Ediciones Teatrales, 2016) y Fotografías de un hombre triste (Esperpento Ediciones Teatrales, 2018). De momento, no ha pensado en publicar más teatro. La muerte de su editor y amigo, Fernando Olaya, todavía está muy presente. De todos los editores con los que ha trabajado, Fernando fue el único que mimó sus libros y trabajó por ellos. De entre esas publicaciones y con el ánimo de jugar a ser Shakespeare, dirigió El adiós de Fernando el Católico. Se han llevado a las tablas sus obras Los últimos días de Philipp Seymour Hoffman y Desgaste. En la actualidad, en Argentina y de gira en Uruguay, se ha dirigido una nueva versión de Los últimos días de Philipp Seymour Hoffman. Se prevé que en verano venga a España, pero en el mundo del teatro es difícil aventurar algo con certeza. También puso sobre las tablas la adaptación que hizo del prodigioso artículo de la periodista Marga Zambrana: “Los pijos acabaron con el periodismo”. Con este proyecto, se barajaron opciones de realizarlo para cine o incluso, se planteó la idea de una versión para el canal Arte, pero tampoco llegó a materializarse el asunto.
Es en la escritura donde Cerdán parece sentirse más cómodo y de ahí que publicase su novela que mejor recepción ha tenido: A foggy day (Verbum, 2021). En ella se mezclan cine, ancianos, filosofía, decepción, reencuentros, Sherlock Holmes, Shakespeare y festivales de cine. Mientras tanto, no ha dejado de hacer cine, pero ha cambiado sus perspectivas. Desde hace unos años ha venido trabajando en Villaverde, ya sea montando obras teatrales, como una adaptación al western de El castigo sin venganza, o realizando largometrajes como John Ford no vivió en Villaverde. Hace unos meses rodó y estrenó Los mamarrachos, otra historia villaverdiana en la que los bares, el absurdo, jugar a despistes, y la literatura daban un vuelco a las concepciones que se tienen del barrio.
No solo realiza películas, cortos, y teatro en Villaverde. También imparte clases en un seminario en el barrio sobre Cultura en el siglo XXI. Ha formado parte del I.E.S El Espinillo, instituto al que le encantaría regresar. Colabora en muchos aspectos con la asociación La Unidad de Villaverde Este, eje fundamental en cualquiera de sus propuestas.
En la actualidad prepara un mediometraje que se titulará Papá quiere morir en casa, que parte de una obra de Javier Maqua. Sigue tomando notas para su train movie y continúa viajando en esos trenes en los que graba rutas por Rumanía o hace recorridos por diferentes lugares del Transiberiano. Quizá lo estrene. De momento, tiene una novela terminada sobre esa infancia en el colegio del Pilar, pero no sabe si la publicará. Cada vez que se termina un libro hay que comenzar todo de cero. De nada vale nada porque es otra lucha y ya. Al final el tiempo es el que marca todo y los planes son cada vez más inútiles. De momento, Papá quiere morir en casa, ¿qué sucedió el 19 de noviembre de 1975 en Villaverde? Quizá trate de eso la pequeña película, o no.
Nos recomienda estos libros a los lectores de Zenda:
En primer lugar, un texto que aporta algo diferencial en la narrativa española. Arde la nieve de Javier Maqua. Se trata de un libro proveniente de lecturas y las mismas están presentes, pero sin entorpecer el imaginario autoral. La narración describe la búsqueda de la nieve caliente, lo que ya ofrece pistas para comprender que se aborda una historia cuyo itinerario es la épica de una derrota. No deja de ser un relato de una empresa gigantesca fracasada. En el mismo se describen los pozos nivales y el nuevo mundo amoroso. Maqua se adentra en la herejía más ácrata e implacable: llevar la contraria a la propia gramática, las antípodas del sentido: negro lo que es blanco, caliente lo que es frío. Es una road movie sin coches que atraviesa fronteras en las que el narrador tampoco ha estado, siendo este uno de los aspectos más atractivos de la novela. ¿Quién es el narrador? El mismo ofrece siempre sospechas de que miente, quizá para conformar el texto, quizá porque sí. El viaje atraviesa Estambul, Bagdad, Palestina… hasta llegar a España, y en España, desde la costa a Granada y de Granada, nieve adentro a la sierra Nevada y de allí a las Alpujarras. Dentro de Arde la nieve hay más de un libro. Las Glosas escritas parecen conformar un aspecto muy determinante en la propuesta. Es valiente su uso y más en una época en la que parece querer que todo se publique con la menor cantidad de notas a pie de página que se pueda. En ese aspecto y en muchos otros, entre ellos el tratamiento del realismo, la propuesta de Maqua se sale por una tangente prodigiosa para no dialogar con el tiempo, para adelantarse, para conseguir ofrecer algo distinto, sin autocensuras, sin la opresión del mercado.
Así en la tierra como debajo de la tierra de Ana Paula Maia. La obra de Ana Paula Maia es compacta y arriesgada. Conforma un corpus compacto integrado por piezas de un mismo puzle. El penal en el que todo se desarrolla está alejado de cualquier realidad. Un lugar olvidado en medio de ninguna parte. Los flashbacks se emplean con sutileza e inteligencia. Son píldoras de información que influyen directamente en el carácter de los personajes. No existe el concepto propio del miedo, simplemente es no esperar nada. Su estilo directo genera tensión y asfixia. La trama termina por evolucionar para transformarse en una guerra por la supervivencia. Hay ecos de aspectos de la narrativa de Rubem Fonseca, pero Maia consigue ser aún más seca en lo que expone. Su poder visual no necesita de una prosa farragosa y eterna repleta de una adjetivación vacua. Su poder de concreción, el ahogo, la rabia y la espera como angustia. La escritura precisa, solvente, audaz e ilustrativa de Maia le posiciona como una de las voces magistrales en el panorama narrativo actual.
Conversaciones Íntimas de Ingmar Bergman. Siempre se habla del Bergman cineasta, pero no se le da la misma importancia en su faceta como escritor. Ambas están estrechamente ligadas. De hecho, sus guiones, escritos de un modo absolutamente diferente a cualquiera —sirvan ejemplos como Pasión o Gritos y Susurros— están más cerca de la narrativa que del guion. En Conversaciones íntimas continúa indagando en la relación de sus progenitores. Hay que señalar que, tras el fallecimiento de su madre, se encontraron unos diarios en los que daba todo tipo de detalles de lo que fue su vida y en concreto de una aventura bastante pasional y carnal. Se podría hablar claramente de una novela dialogada, casi como El abuelo de Galdós, pero en esta ocasión con más descripción. Las conversaciones son excelentes. En ellas el amor, la pasión, el odio, el arrepentimiento, la culpa y la desilusión se abrazan para perderse en ese páramo que puede llegar a ser la convivencia. La novela tiene una adaptación cinematográfica brillante, con un pequeño inconveniente y es que, la mejor conversación, que es entre la madre y la hija, quedó excluida del montaje. Es una novela magnífica y diferencial que sitúan a Bergman como un escritor destacadísimo. Por fortuna, en breve, por fin se publicará su último título gracias a Providence editores, Tres diarios, en deliciosa traducción de Nuria Pérez Mantesanz y Kristina Lindström.
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