La quinta conferencia del ciclo Madrid tiene Historia llevó por título “El relojero de la Puerta del Sol”. Empieza a ser costumbre que, independientemente de la capacidad de la sala, ésta se llene. Así ocurrió en la Casa de Correos, en la Puerta del Sol de Madrid, edificio emblemático por estar coronado con un templete que acoge el reloj con el que todos tenemos una cita al año.
A José Rodríguez Losada, natural de La Cabrera, provincia de León, en su juventud y primeros años de adulto la vida le obliga a tener que salir huyendo, primero de su casa paterna y, posteriormente, envuelto en los avatares turbulentos de la España del siglo XIX, también tiene que escapar a uña de caballo, perseguido por defender sus ideales liberales. Esta huida finaliza al asentarse en Londres, en donde, aprovechando sus habilidades, aprende el oficio de relojero y llega a convertirse en uno de los más reputados de la Europa de la Revolución Industrial. Con el paso del tiempo consigue la admiración de la España de los tiempos de la reina Isabel II.
Losada fue siempre una persona liberal y conciliadora que en la trastienda de su taller de relojería de Londres llegó a fundar “La tertulia del habla española”, en la que solo se hablaba en español y en donde se reunían exiliados de todo el espectro ideológico que vivían en la capital inglesa. Allí se concentraron personas tan dispares como el general carlista Cabrera o el general Prim, con una sola exigencia: no hablar de política, recreando así un ambiente de tolerancia como el que deseaba para España.
Su prestigio profesional llegó a tal extremo que el gobierno británico le encarga reparar el reloj de la torre del palacio de Westminster, que no marcaba bien las horas, un desajuste que llegó a convertirse en un problema de Estado para el Imperio Británico. Losada consigue equilibrar el Big Ben y hacer que funcione correctamente, hito que marcará el despegue de su taller de relojería. A partir de entonces le llegarán encargos de los potentados europeos, de gobiernos y ayuntamientos, e incluso de la Marina de España, que le encarga una serie de cronómetros de precisión para sus barcos.
En una visita a Madrid, al alojarse en un hotel de la Puerta del Sol, comprueba que el reloj de cuatro esferas instalado en la Casa de Correos, procedente de una iglesia próxima que había sido desamortizada, no marca correctamente las horas y, por tal motivo, considera que no puede permitir que Madrid tenga un reloj que no esté en consonancia con su importancia como ciudad europea. Decide fabricar el reloj más moderno, con una tecnología revolucionaria, y regalárselo a la Villa de Madrid. Lo instala en 1866, coincidiendo con el día del cumpleaños de la Reina Isabel II. Con el tiempo, Losada se convierte en un personaje muy famoso en toda Europa, e incluso Galdós hace referencia a él en el Episodio Nacional La revolución de julio. Su fallecimiento trajo consigo el olvido, pero no el de sus grandes relojes, por lo que Madrid tiene una deuda enorme con José Rodríguez Losada.
Emilio Lara, al finalizar la conferencia, anuncia que, como secretario de la Asociación de Escritores con la Historia, solicitará oficialmente al Ayuntamiento de Madrid la concesión de una calle a José Rodríguez Losada, ya que es de justicia pagar la deuda que la ciudad tiene con el artesano que regaló a la capital de la Villa y Corte un reloj que con el paso de los años se convirtió en un símbolo que lleva marcando puntualmente, desde hace más de siglo y medio, las horas de Madrid y los cambios de año de toda España.
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El próximo encuentro del ciclo Madrid tiene Historia será el 3 de febrero de 2022, en el centro Conde Duque, en donde José Calvo Poyato impartirá la conferencia “Sangre en la calle del Turco”.
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Autor: Emilio Lara. Título: El relojero de la Puerta del Sol. Editorial: Edhasa. Venta: Todos tus libros.
Extraordinaria y muy fiel crónica de una conferencia a la que tuve el privilegio de asistir. Totalmente de acuerdo con Emilio Lara y con Ramón Villa: Madrid tiene una enorme deuda con el maestro Losada y creo llegado el momento de saldarla. No obstante, puestos a pedir, yo iría más lejos y, en lugar de una calle, pediría una plaza. No es demanda desmandada, pues el tiempo tardado en reconocer el mérito de este personaje bien podría computar como los intereses de una deuda que, cada día sumado a este triste calendario de demoras injustas, aumenta. De tardar más, terminará meritando no una plaza, sino todo un señor paseo o quizá una avenida.
Magnífica crónica, Ramón Villa; brillante como siempre, impactante como es habitual e irremediablemente atrapante, cosa que ralentiza mis quehaceres dominicales, porque yo me disponía a hacer el ejercicio que me permitirá degustar un buen aperitivo y ya voy tarde para ejercicio y aperitivo. En mi descargo alegaré que no puedo evitarlo, pues es empezar a leer las letras de don Ramón y detenerse mi tiempo.
Gracias, Zenda, por hacer la cultura más grande de lo que ya es, y gracias, Ramón Villa, por reseñas y crónicas que acaso también merecerían una calle en Madrid…. o quizá ¿le gustaría más a don Ramón tenerla en su amada Asturias? Sea donde sea, yo voto por ello.
Sandra, gracias. El merito es todo de Emilio Lara por ser tan magnifico conferenciante.
Magnífica reseña a modo de resumen de la nueva conferencia en el ciclo Madrid tiene Historia. Como dije en otras anteriores, ojalá hubiera podido asistir a esta también y haber podido conocer a mi idolatrado Emilio Lara… Gracias, Ramón por acercarnos las conferencias y los conferenciantes de forma tan atractiva, como atractivo resulta “El relojero dela Puerta del Sol”.