“¡Misil, misil, misil por la banda de estribor! Impacto en siete segundos. Agarrarse, agarrarse, agarrarse”
Alertas de este tipo sonaban cada dos por tres en la megafonía general del buque. Pero yo seguía escribiendo en mi libreta Moleskine, como si la guerra no fuese conmigo. Es evidente que si no se hubiesen tratado de ejercicios de adiestramiento y los misiles anunciados fuesen reales, mi cara hubiera sido otra.
Hace poco comentaba, en una entrevista publicada en Culturamas, que la mayor parte de La Carcoma fue escrita en los comedores y los camarotes de la fragata “Almirante Juan de Borbón”. Estuve allí embarcado casi cuatro meses, como Jefe de un Equipo Operativo de Seguridad (E.O.S), navegando por el norte de Europa y recordando esa sensación de tristeza que provoca estar alejado de la familia. Hasta entonces, mi carrera literaria se había resumido a escribir relatos, publicar en periódicos, cosechar algunos premios literarios y dirigir la Revista Cultural RSC. Una etapa que, contemplándola desde la distancia, ha sido más que necesaria para empezar a gatear en el mundo de las letras.
El caso es que mucho tiempo antes de partir hacia el norte, cuando supe que iba a estar durante meses encerrado entre cuatro mamparos, me propuse dar el paso que llevaba rumiando desde hacía tiempo: escribir mi primera novela. Pero quería hacer algo distinto, diferente. No me valía con escribir una historia simple. No me quería conformar con escribir algo sobre seguro. Historias llenas de estereotipos hay a patadas. Cuando me preguntaban qué era lo próximo que iba a escribir solo podía responder: “No lo sé. No estoy seguro de lo que voy a hacer. Solo sé que o gustará mucho, o se va a la mierda. No creo que haya término medio”.
Así que imaginé un escenario, le puse cara a una docena de personajes, organicé una trama y dejé que todo ello macerara en mi cabeza durante un tiempo. No escribí ni una sola línea hasta que me vi encerrado en aquel buque de guerra. La Carcoma se escribió con el vaivén del Atlántico Norte, entre uniformes militares, el olor a vómitos de los compañeros, vuelos en helicópteros y fusiles de asalto. A pesar de que la ambientación de La Carcoma no tenga nada que ver con todo esto, quizá se pueda relacionar el encierro y la soledad del protagonista con las que pude experimentar yo mismo por entonces.
En esta novela nos encontramos a un escritor que es incapaz de escribir nada decente desde hace tiempo. La editorial y las facturas sin pagar lo presionan, por lo que decide regalarse un retiro espiritual en un pueblo de la sierra de Cádiz (llamado La Carcoma). Allí se aloja en una cabaña, donde descubre que, cada día, aparece un nuevo número pintado en sus paredes. El protagonista se obsesiona con la aparición inexplicable de estos números hasta el punto de iniciar una investigación por su propia cuenta. Crímenes sin resolver, una crisis creativa, una cuenta atrás, muerte, amor y reconciliación con uno mismo.
Hay una frase que se ha dicho sobre la novela que me gusta mucho: La Carcoma es un pueblo, pero también una metáfora.
El sonido del mar jugando a hacerle cosquillas a la orilla, los graznidos de las gaviotas y las risas nerviosas de los niños correteando por la arena. Estaba en la playa cuando me llamaron por teléfono y me anunciaron que La Carcoma había ganado el Premio Valencia Nova de Narrativa.
–¿Cómo?
–Sí, tu novela ha ganado el Certamen Literario de Narrativa València Nova, que concede la Institució Alfons el Magnànim, en la modalidad para menores de 31 años.
–Vaya, pues muchas gracias.
Así, sin demasiada ilusión, como el que le contesta a una operadora de telefonía que oferta el ADSL. Creo que el susto no me dejó pensar con claridad. No fue hasta pasados los minutos de haber terminado la llamada cuando comencé a darme cuenta de lo que verdaderamente aquello significaba. El jurado estaba compuesto por Alicia Giménez Bartlett (Premio Planeta 2015), Santiago Posteguillo (Premio de literatura histórica 2013), Care Santos (Premio Nadal 2017) y Eva Olaya (editora de Versátil). Ellos habían leído mi obra y la habían seleccionado entre todas las candidatas. Entonces supe que, después de muchos años de trabajo, había conseguido lo que siempre había deseado.
Mi novela iba a llegar a muchos lectores.
Después del premio todo ha ocurrido a una velocidad aterradora. Correcciones, promociones, reseñas de lectores, organización de las presentaciones, entrevistas, artículos en revistas literarias.
Leandro Pérez, hace unos días:
–Oye, Daniel, ¿porqué no nos haces un Making of de La Carcoma y lo publicamos en Zenda?
–Oh. Claro, claro. Encantado.
Busco en internet qué cojones es un making of y me hace gracia la idea.
En líneas generales, de manera muy escueta, así es cómo se hizo La Carcoma.
Piruetas de la vida. Esta es la primera frase de la novela: Las cosas nunca salen como uno las espera.
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Título: La Carcoma. Autor: Daniel Fopiani. Editorial: Versatil: Venta: Amazon
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