La renovación del sueño americano, de Dolores Hayden (Nueva York, 1945), se publicó por primera vez en 1984. En 2002 salió una segunda edición revisada y actualizada, que es la que la editorial Reverté presenta ahora, en 2024, con un nuevo prólogo de la autora, en el que nos queda claro que su inquietud original sigue vigente: “¿Recibirán alguna vez las mujeres y los hombres que dedican su vida al trabajo de cuidar el apoyo que necesitan? ¿Veremos ciudades y regiones metropolitanas concebidas en torno a la labor de cuidar?”. Estamos ante una pregunta universal, no sólo referida a los Estados Unidos, porque si bien Hayden se centra en el análisis del problema de la vivienda en su país, las dificultades que los núcleos urbanos plantean para hacer compatibles las actividades productivas y aquellas que secularmente se han considerado como no productivas, como es el cuidado, nos comprometen a todos, sobre todo si tenemos en cuenta que aproximadamente el 56% de la población mundial vive en ciudades y que ese porcentaje aumentará hasta el 68% antes del año 2050, según la ONU.
Es esa división entre actividades productivas y no productivas la que está en la raíz del problema de género y en lo que Hayden denomina “arquitectura de género”, consecuencia del anterior. La asignación cultural y secular de las tareas consideradas no productivas a las mujeres y la orientación de las ciudades y viviendas al modelo de productividad masculina suponen una doble discriminación para las mujeres y, claramente en este siglo XXI, un desajuste entre la compleja realidad social y el modelo arquitectónico dominante: “No es simplemente que haya escasez de vivienda, es que hay toda una serie de necesidades no resueltas provocadas por el esfuerzo de la sociedad para encajar en un modelo de vivienda que refleja los sueños de mediados del siglo XIX más que las realidades del siglo XXI” (p. 32).
El lúcido trabajo de Hayden, centrado en el análisis, desde la perspectiva feminista, de cómo el “sueño americano” acabó reducido a conseguir una “casa unifamiliar de ensueño”, abarca de manera amplia desde el estudio de los diferentes modelos arquitectónicos que configuran entornos urbanos que amplían la brecha entre hombres y mujeres —al impedirles compaginar los cuidados con el trabajo fuera de la vivienda— hasta el interior de los domicilios, en los que los espacios se dividen siguiendo estereotipos patriarcales. Como resume, “las casas de ensueño eran una utopía. Nadie calculó cuánto podrían costar y se descontrolaron económica, ambiental y socialmente, porque muchos costes no se tuvieron en cuenta: desperdiciaban el terreno disponible, consumían mucha energía y exigían una gran cantidad de trabajo femenino no remunerado” (p.56).
Es esta una crítica que, lejos de quedar reducida a EEUU, podemos y debemos aplicar a nuestros entornos europeos, como cuando apunta que corregir estas desigualdades exige “un nuevo enfoque de la economía” (p. 218). Porque mientras nuestras ciudades, en sus aspectos físicos y legislativos, estén orientadas a la productividad y al valor de mercado del terreno sustraerán de las mismas una dimensión más rica que incluye aspectos que la economía hasta ahora no ha sido capaz de medir y que tienen que ver con el hecho de sentarse en un banco, jugar en un parque, cuidar a los niños o a los ancianos o pasear sin que una furgoneta de reparto invada la acera.
Hayden enumera una serie de puntos que deberían tenerse en cuenta a la hora de elaborar un programa práctico para el cambio necesario, entre los que se encuentra, en primer lugar, “apoyar la participación igualitaria de mujeres y hombres en el trabajo no remunerado de las tareas domésticas y el cuidado de los niños” (p.177). Que las mujeres hayamos sido hasta ahora secularmente las cuidadoras (como señala Judith Still, “la percepción del universo de la mujer está condicionada por dar su trabajo como un regalo y no regirse por las leyes del mercado”) y que las ciudades y las viviendas se hayan diseñado para los hombres trabajadores constituye un problema que afecta de manera directa a la calidad de vida de las personas y que debemos solventar para tener una sociedad más equitativa y feliz, porque los gobernantes, los arquitectos y los urbanistas tienen la gran responsabilidad de tomar decisiones y gestionar las oportunidades de manera igualitaria entre los habitantes: “Ningún país ha creado aún un tejido urbano y una cultura urbana que apoyen a los hombres y mujeres en igualdad de condiciones como ciudadanos y trabajadores (…). El mundo aguarda la ciudad de la igualdad para las mujeres” (p. 222), concluye Hayden.
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Autora: Dolores Hayden. Título: La renovación del sueño americano: El género, la vivienda y la vida familiar. Editorial: Reverté. Venta: Todos tus libros.
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