Durante un tiempo Eugenio Trías se acercó al catalanismo, y a mediados de los 80 escribió este libro que, leído hoy, mantiene viva su voluntad polémica e iluminadora. Zenda presenta la introducción de La Cataluña ciudad: El pensamiento cívico en la obra de Maragall y D’Ors (Galaxia Gutenberg).
Este texto constituye un complemento de mi ensayo sobre El pensamiento de Joan Maragall. En dicho ensayo adopté, como opción metodológica justificada por el carácter mismo de la aventura poético-filosófica de Maragall, la premisa de analizar el marco externo, histórico, social y ciudadano en que esa gran figura se produjo desde y a partir de la interioridad misma de su propio pensar y poetizar, de manera que sólo a contraluz podía filtrarse dicho marco exterior. En el presente texto avanzo una reflexión en torno a la compleja sociedad civil catalana y barcelonesa, la que constituyó el marco característico en donde pudo insertarse Maragall, en relación dialogante y polémica con otras figuras relevantes de la época como Eugeni d’Ors, Unamuno e incluso Ortega y Gasset. De ahí que haya centrado mi reflexión fundamentalmente en el período aquel que corresponde al desarrollo mismo de la biografía maragalliana, un tiempo en el que Barcelona emerge como una ciudad competitiva con la capital de España, a modo de gran ciudad moderna, asumiendo Cataluña entera el carácter de una compleja sociedad civil desgarrada en clases conflictivas, carácter que, a mi modo de ver, nos da la pauta fundamental para definir lo que tiene de propio y diferencial el «hecho catalán» y su peculiar sentido nacionalista.
Este texto constituye, pues, un amplio apéndice a mi libro en torno al pensamiento de Maragall. En él he invertido la opción metodológica, revelando las ideas maragallianas, lo mismo que aquellas otras con las cuales entró en relación, las de Xènius o de Unamuno en torno al concepto de ciudad y de sociedad civil, a partir de una reflexión sobre las fuerzas históricas que determinan las orientaciones ideológicas de los individuos reseñados.
No soy doctrinariamente idealista ni materialista, sino que inclino el método en función del rendimiento objetivo que persigo: en mi libro sobre el pensamiento de Maragall buscaba lo específico del pensar poético maragalliano; en este texto, en cambio, busco la identidad y diferencia catalana, que cifro en la civilidad, en la idea-fuerza de Ciudad, pensada en términos modernos, como síntesis de una sociedad civil emergente desgarrada en clases conflictivas, la cual, en el caso específico y diferencial catalán, se produjo de modo espontáneo, sin concurso ni investidura de un marco estatal moderno que hubiera podido propiciarla y fecundarla. Insisto en que es allí donde puede verse lo propio y específico de la moderna catalanidad, no en diferencias antropológicas ni cultural-lingüísticas. O no lo es de modo prioritario. El catalanismo político configura un nacionalismo civil y moderno en el que las ideas de patria y ciudad quedan articuladas. En ello se diferencia radicalmente de otros nacionalismos que son preferentemente historicistas o antropológicos, o que basan su naturaleza en reflexiones historicistas o antropológicas.
Cataluña es un caso peculiar de sociedad civil compleja, carente de Estado y en pleito con un Estado que no corresponde a esa civilidad moderna cristalizada en Barcelona. Yendo más a la raíz sustancial podríamos decir que España ha sido, en el curso de este siglo, un pleito nunca dirimido entre un Estado pre-moderno no implantado en el seno de una sociedad civil, estado incardinado en una capital envuelta en los harapos de su espléndido aislamiento tibetano, y una sociedad civil en vías de modernización siempre en conflicto con dicho Estado, con el que sólo por la vía del litigio o del regateo desconfiado, cuando no por el camino de la guerra, sucia o abierta, ha podido llegar a pactar en términos siempre precarios, en medio de amenazas y mutuas desconfianzas.
Se trata, pues, de aproximarse a la Cataluña-ciudad, a esa Cataluña que tiene en el espíritu civil, civilizado y moderno, su signo de identidad y su diferencia específica dentro del marco hispano. Se trata de producir un concepto diferencial que salte por encima de míticas definiciones culturalistas o antropológicas de la identidad de un país cuyo sentido y orientación histórica ha consistido en alcanzar una sociedad civil compleja y en curso de maduración, sólo que desasistida por el Estado y librada, en consecuencia, a la espontaneidad salvaje de sus propias fuerzas económicas, sociales y culturales. Cataluña quedará definida, pues, en su identidad compleja y desgarrada, como un esfuerzo colectivo por construir una sociedad civil que, en el curso del siglo, no ha gozado de la asistencia fomentadora de una estructura estatal moderna.
Esta definición me permitirá también determinar la realidad hispana en su conjunto como una realidad magmática e invertebrada que genera un Estado sin sociedad civil y una sociedad civil construida al margen del Estado. En ello debe verse la causa y la raíz de la invertebración hispana moderna y uno de los fundamentos radicales de sus conflictos civiles siempre latentes (y en este siglo trágicamente patentes). En ello, y no en míticas causas arqueológicas y atávicas, debe verse la clave de la profunda invertebración que, desde la radical crisis de identidad que se produce con la pérdida absoluta de las últimas migajas del imperio colonial, determina de forma hiriente el ser escindido y partido de la realidad hispana. Ello es lo que impide pronunciar, con plenitud de sentido y significación, como realidad compleja y pactada, al menos durante la primera mitad del siglo que llevamos conviviendo, la palabra España. Palabra que acaso adquiera ese sentido si enraíza en un genuino pacto lingüístico, como palabra pactada, no como enunciación de una fantasmagórica realidad o sustancia suprahistórica.
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Autor: Eugenio Trías. Título: La Cataluña ciudad: El pensamiento cívico en la obra de Maragall y D’Ors. Editorial: Galaxia Gutenberg. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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