Los cuatro decenios cumplidos, más o menos, de la Movida han propiciado diversas rememoraciones en las que ha habido de todo: desde evocación nostálgica reporteril hasta denuncia de sus graves consecuencias (las ha contado con valentía Enrique Llamas en la novela Todos estábamos vivos). Aquel movimiento social y cultural se solapó durante una parte de su vigencia con una intensa y fecunda actividad en un tipo de prensa rebelde y creativa cuyo nacimiento tuvo lugar en una época de grandes cambios literarios y artísticos, en el momento en que las letras españolas abandonaron el realismo castizo y se abrieron a la invención, la magia, el venecianismo, la experimentación o el mercado. Por entonces, por las fechas en que se gestaba la poética “novísima”, aparecieron esas publicaciones —con más precisión, revistas— que aportaron un aire de rebeldía plena. Significaron mucho en el ideario juvenil colectivo y trasmitieron un mensaje de transgresión muy influyente; aunque minoritarias, eran muy seductoras. Se compartieran o no sus planteamientos y propuestas radicales, tenían un enorme gancho. Quienes por entonces encarrilábamos nuestras andaduras profesionales seguíamos con enorme curiosidad sus descubrimientos de otros mundos mentales y morales, y con no poca admiración un grafismo rupturista. En nuestra educación sentimental fueron elementos de referencia Ozono, Ajoblanco, El Viejo Topo o, más tarde, La Luna de Madrid.
Dice Abel Cuevas que haciendo su trabajo se encontraba artículos que “ni remotamente hubiese imaginado en una revista española”, menos en una de hace más de cuarenta años. Artículos, aclara con razón, “adelantadísimos a su tiempo, sobre ecología, feminismo o gay power, sobre libertad de prensa, libertad sexual, libertad individual. Libertad a secas”. Y Manuel Moreno suscribe una opinión extendida, de la que surge el expresivo título del libro, según la cual en los años en que brotaron y proliferaron estas publicaciones “parecía que todo era posible”. Fue sin duda un espejismo, cuyo relato, entre el reportaje y el estudio, con su periodo de esplendor y su lamentable eclipse, escriben los autores, en prosa o en imágenes.
Manuel Moreno parte, con buen criterio, de revistas que, por su espíritu, podrían considerarse precedentes del movimiento contracultural (Triunfo, Bang!, Hermano Lobo…) y contextualiza las españolas dentro de la prensa underground extranjera, determinante de la nuestra. La historia empieza con la que se considera propiamente primera revista underground española, Au (Apuntes Universitarios), modesta, discontinua y gratuita publicación que confeccionaron los estudiantes del madrileño Colegio Mayor Chaminade a partir de 1968. La narración se va ampliando con los títulos mayores ya mencionados (los emblemáticos Ozono, El Viejo Topo o Ajoblanco, de la que su creador, Pepe Ribas, ya había contado su peripecia en el libro memorialístico, algo lacrimógeno, Los 70 a destajo) y entre ellos aparecen las otras cabeceras contraculturales, las algo conocidas El Rrollo, Star, El Víbora, Cartelera Turia, más una larga nómina de escasa difusión o limitadas al disfrute de los incondicionales. En conjunto, el repertorio de revistas inspiradas en esta tendencia analizado es impresionante y constituye una auténtica aportación informativa, acompañada de muy precisos análisis.
La explicación del fenómeno sería por sí misma notable, pero el interés de Todo era posible alcanza una verdadera cima por la copiosísima ilustración que lo acompaña. En realidad es algo más que ilustración: se trata de una auténtica antología gráfica de cubiertas, dibujos, artículos o manifiestos que abarcan la globalidad de los asuntos abordados por el pensamiento contracultural. El atractivo de los facsímiles, reproducidos a color, y muchos a página entera, es máximo, y supone un espectáculo visual, un viaje, selecto porque no podría ser de otra manera, por la hemeroteca monográfica del undergroud nacional.
No acaba, sin embargo, el mérito del libro en el regalo para la vista, porque también recoge un contenido con mucha sustancia. Desfilan por sus páginas la moda de la psiquedelia, la tentación de los alucinógenos, el esperanzador resurgir del movimiento libertario, los pioneros actos del feminismo y la revolución sexual y gay, el incipiente ecologismo, el inconformismo pacifista hippie, la antisiquiatría, la violencia de estado, el fraude del sistema democrático, la nueva izquierda, el terrorismo, la novela negra y variadas utopías… Y aparecen firmas de veteranos y de noveles luego famosos: Juan y Luis Goytisolo, Rafael Chirbes, El Roto, Alberto Corazón, Federico Jiménez Losantos, Enrique Vila-Matas o Haro Ibars.
La crónica y los documentos reunidos en Todo era posible resultan por sí mismos elocuentes. Pero el magnífico volumen no es un ejercicio rememorativo aséptico. También aporta una valoración, explícita en las palabras de Manuel Moreno: “Los protagonistas de este libro son claramente perdedores, la historia no habla de ellos”. Aquella primavera temprana de la libertad se diluyó en los vaivenes de la historia como un azucarillo en agua. La democracia restaurada dio al traste con aquel movimiento contracultural tan pujante como de corta duración. El sistema lo asimiló y liquidó. De modo que nada de tantas embelesantes utopías fue posible. La historia siguió encauzándose por el sendero del pragmatismo y monetarismo del orden burgués. Podemos hablar, pues, del relato de un fracaso. Como sea, este magnífico libro aporta los mimbres para conocer y valorar aquella aventura fallida, e indirectamente para juzgar el “invento que nos vendieron (y nos siguen vendiendo)” de la Transición, en el parecer de Manuel Moreno. Todo era posible recupera el encanto de las revistas contraculturales, que, como dice sin exagerar Abel Cuevas, “capturan mejor que el mejor libro de historia el espíritu del momento”.
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Autores: Manuel Moreno y Abel Cuevas. Título: Todo era posible: Revistas underground y de contracultura en España, 1968-1983. Editorial: Libros Walden. Venta: Todostuslibros
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