La sensación generalizada de parálisis que extendió la COVID-19 durante los meses de confinamiento, tanto personal como social, con la recurrente percepción metafórica de que nuestro convencional mundo se hubiese detenido, me obligó a ponerme en movimiento y a aceptar el compromiso de escribir unos poemas de encargo, con tema definido, sobre algunos de los numerosos interrogantes con los que esta pandemia acechaba —todavía lo hace— los límites de nuestra cotidianidad. No sé si en días futuros volveremos a ser los de antes, o si aprovecharemos las enseñanzas que ha propiciado su fatalidad para no incurrir en las andadas de entonces. La COVID-19 es como la calavera de Jorick: su propagación no solo nos interpela personalmente sobre nuestros miedos, anhelos y percepciones temporales, sino que sus dilemas también ponen en cuestión el sistema de vigencias y valores que modelan nuestros actos.
Este y no otro ha sido el impulso inicial del ser o no ser de estos poemas.
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Fulgor amarillo
Una luz fría y áspera
recorre las calles
como un cuchillo desdentado.
Sangran los recuerdos sin saber quién liberó
los peces insomnes de las viejas heridas.
***
Fulgor añil
Nada hay más absurdo que el azar,
precisamente, porque nadie puede
sustraerse a sus guarismos, a sus cifras implacables,
a la serie infinita de sus números caprichosos
y al cruce incesante de su fortuito fluir.
Nada hay más azaroso que el absurdo
de una cifra que de pronto se tambalea
—luz perdida en el universo—
con el último fulgor de tus días.
***
Covid sunt
¿Dónde están las mujeres que tejían las sombras
y urdían las luces del día?
¿Dónde están los hombres que arreglaban
las horas torcidas
y las bielas de los segunderos?
¿A dónde se han ido el sabio anciano
y la docta profesora?
¿Por qué no han acudido al trabajo
los disciplinados empleados
y no han asistido a sus iglesias
los devotos feligreses?
¿Qué sucede para que el mundo se vuelva
de pronto silencioso
y no haya gente en las plazas,
ni niños adueñándose de las aceras?
¿Por qué los gorriones se han apoderado de las alas
de los aviones
y no hay aves exóticas sujetando las maletas?
¿Cuál es la causa de que la llama
de una luctuosa luna
ilumine como un cirio desolado
el sarcófago común de esta noche?
***
Cámara oscura
Fuiste buzo o astronauta de regiones ignotas.
Ahora, recién llegado de una burbuja de oxígeno,
vuelves a amasar con tus manos la luz de la tierra.
Lázaro renacido del espejismo y del artificio
para que la vida pueda enfrentarse de nuevo
a su fracaso.
***
El crucificado
En la soledad de su cuarto notaba
cómo se ensanchaba su esperanza
y se desprendía de sus brazos
por mucho que los extendiese.
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