La Cuba que nunca fue

Hay en la narrativa de Ronaldo Menéndez una línea de continuidad nítida que constituye el eje de un proyecto literario muy reconocible: en sus cuentos y en sus novelas encontramos una mirada esclarecedora hacia la Cuba de entre, más o menos, el periodo especial —a partir de los noventa del siglo pasado— hasta la actualidad, etapa en la que se hicieron especialmente notorios los desajustes entre los relatos “oficiales” del castrismo y la realidad cubana. La casa y la isla culmina de manera magnífica este proyecto.

Al comienzo de la novela Rebeca descubre que su marido, Pedro, la engaña, justo cuando se entera de que está embarazada. Tras la discusión entre ambos, Pedro va en bicicleta a la universidad, donde da clase de Termodinámica. La amante de Pedro es Anabela, una de sus alumnas. Pedro es atropellado por un camión de camino a la facultad y muere en el accidente. Por una serie de azares, Anabela se encuentra poco después con Rebeca en la casa de Montalbán —un médico convencido desde su juventud de las bondades de la revolución, pero a estas alturas desengañado, y que acaba de decidir encerrarse en su casa y no salir a la calle—. Anabela y Rebeca fueron amigas de juventud, de ahí su sorpresa al verse de nuevo; Montalbán acoge a ambas en su casa, donde deciden quedarse.

Tras este breve preludio, La casa y la isla repasa el pasado de estos tres personajes. A través de ellos, Ronaldo Menéndez reconstruye con intención panorámica la sociedad cubana de las últimas décadas. La vida estudiantil y la amistad entre Anabela y Rebeca y la trayectoria de Montalbán —joven rebelde, primero, soldado en la guerra de Angola después, y por fin médico de nuevo en Cuba— le sirven para retratar un país cuyas promesas antes o después se revelan falsas, donde la épica inflamada de los discursos oficiales no logra esconder una cotidianidad tan amenazante como tragicómica y en la que las diferencias de clase en absoluto resultan ajenas al “socialismo real”. En medio de estos personajes, cruzándose en las vidas de todos ellos, está el narrador, el propio Ronaldo Menéndez. Su presencia convierte a La casa y la isla en un interesante testimonio, con un marcado perfil generacional, que nos permite también entrar en contacto con las tensiones entre la cultura oficial y los proyectos de jóvenes artistas enfrentados una y otra vez a una realidad cultural de límites extraordinariamente estrechos. En este relato, el propio Menéndez en absoluto sale indemne ni absuelto dentro de una atmósfera muy poco heroica, marcada por la traición y los desencantos. El capítulo final narrará el reencuentro del narrador con estos personajes como consecuencia de un desenlace de carácter trágico.

Apartándose de tonalidades indignadas y un tanto solemnes típicas de otros modelos de ficción política, la voz narradora —entrometida, irónica, a menudo sostenida en una solemnidad paródica muy sugerente— despliega tonos y registros muy presentes en sus novelas y cuentos, y se confirma como una de las marcas definitorias de su literatura, un recurso arriesgado pero que Ronaldo Menéndez maneja con mucha destreza y con el que logra potenciar y enriquecer la visión deformada de una sociedad que se sostiene constantemente en un equilibrio precario. La casa y la isla es la novela más ambiciosa y completa de Rolando Menéndez hasta la fecha. Si sus dos obras anteriores: Las bestias y Río Quibú, constituyeron pinceladas muy precisas en el retrato de la Cuba actual, La casa y la isla muestra una ambición más totalizante con el fin de mostrarnos el cuadro entero y ya acabado, redondo. Un paso más, un paso firme, un nuevo peldaño, de una trayectoria cada día más sólida, ahora mismo una de las más interesantes del panorama de la narrativa en español.

Autor: Ronaldo Menéndez. Título: La casa y la isla. Editorial: AdN Alianza de Novelas (Alianza Editorial). Venta: Amazon y Fnac