¿Acaso esa mujer blanca anda buscando la muerte?
Lieve Joris camina en dirección contraria a una multitud que huye. Por una estupidez, además. Brazzaville, la capital de la República del Congo, aún siente las agujetas por los enfrentamientos y la muerte en sus aceras y Joris avanza hacia puestos de control atestados de soldados borrachos y mercenarios para ir a recuperar su maleta. Cuando los civiles que avanzan en sentido opuesto para escapar de la refriega se topan con la menuda periodista belga, se estremecen: “¿Adónde va esa mujer blanca? ¿Acaso anda buscando la muerte?”.
En realidad, Joris (Neerpelt, Bélgica, 1953) no busca la muerte ni su maleta. El saco sábana de algodón, la camisa de lino, la lamparita de lectura o la pastilla de jabón perfumado son su bote salvavidas. “Todos esos artículos forman parte de mi pequeño mundo a prueba de eventualidades: me ayudan a mantener el tipo en momentos duros”. Cuando por fin consigue recuperar algunas de sus pertenencias —mientras asesinos mercenarios saquean las habitaciones de al lado—, se descubre. “He llegado. He sufrido un revés pero aquí estoy. Mi viaje puede comenzar”, escribe.
La danza del Leopardo (Ediciones Altaïr) es un viaje a las entrañas del penúltimo derrumbe de la República Democrática del Congo. Joris regresa al país justo cuando las hordas de niños soldado de Kabila (kadogos) acaban de entrar en Kinshasa y han provocado la huida del dictador Mobutu. La suerte para el lector, es que Joris llega sin prisa. Discípula literaria y de actitud de Kapuscinsky y de Naipaul, a quienes fue a conocer a Polonia y Trinidad respectivamente, Joris huye de las urgencias de la noticia y busca lo que denomina “el lento cauce de la Historia”.
No lo hace sola. El gran mérito de la obra de Joris, periodista de largo aliento en Medio Oriente y África, es que antes de contar, se detiene a escuchar. A todos. Por eso, la danza del Leopardo no es una obra suya, es de todas las personas con las que se cruza, comparte una conversación y le desentrañan lo que ocurre en un país a la deriva.
Cuando Joris sospecha que su amigo Kis se ha vuelto loco y se pierde en delirios sobre Dios, sigue escuchándole. Gracias a ello, acaba en un callejón oscuro donde se celebra un concierto clandestino en el que los bailarines se burlan de Kabila mientras unos kadogos se emborrachan ajenos a la chanza. “Ni siquiera sabía que continuara existiendo algo semejante —escribe—, convencida como estaba de que la guerra había arrasado con todo”.
Consciente de que el movimiento forma parte del aprendizaje, Joris viaja por todo Congo para escuchar y pensar. Se mancha las botas y llena de palabras mil blocs. En el camino nos descubre sus convicciones, dudas, fortalezas y debilidades, pero sobre todo nos responde una pregunta: esa mujer blanca no busca la muerte; busca detenerse un momento para intentar comprender.
Periodismo, vaya.
Título: La danza del leopardo. Autor: Lieve Joris. Editorial: Altaïr. Páginas: 552. Edición: papel
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