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La desesperanza y los monstruos

La desesperanza y los monstruos

Tengo un amigo que solo conserva de su pasado comunista una frase de Gramsci: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Se la he oído mil veces, en mil cambios, mil muertes, mil crisis. Siempre empresariales, sociales y políticos. Y, ahora, gracias al libro de Nicolas Mathieu, premio Goncourt 2018, caigo —¡por fin!— en que también define lo más personal: la adolescencia.

Los años 90. Verano. Suena Nirvana en una pequeña población de la Francia interior. Uno de esos pocos lugares en los que se cruzan —con miedo y con recelo— las clases sociales que sí existen, aunque ahora, veintitantos años después, el acceso a internet que nos domina finja igualarnos.

"Pero este libro no es una historia de amor, sino política. Como todo lo que nos pasa"

Un chaval de catorce años, sacudiéndose la niñez a trompicones pero lejísimos de cualquier madurez, agitado por las hormonas y la desesperanza, conoce a una chica de su ciudad y, a la vez, de otro planeta: es infinitamente más guapa, le lleva una o mil clases sociales de ventaja y tiene algo que él ni se plantea: futuro.

Pero este libro no es una historia de amor, sino política. Como todo lo que nos pasa.

Esos dos adolescentes, más el hijo de inmigrantes marroquíes que les roba la moto esa noche, se irán cruzando a lo largo de una década, siempre en esa población asfixiante, en ese microcosmos elegido por sus padres, cayéndose y levantándose, más o menos incapaces de hacer planes sólidos, de encontrar un horizonte.

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"Es un libro sabio y cierto, un diagnóstico que explica la crisis de los chalecos amarillos y casi todo lo que leemos en los diarios y no queremos ver"

El narrador, además, se moja. La asepsia no sirve para un retrato que está lleno de piel, de heridas y de olores. Huele a sudor, a pis y a comida barata. Huele a violencia porque la autodestrucción es muy tentadora y la cobardía es peor que la muerte. Ese narrador empático e inclemente acerca una bala a un personaje. Una bala que… “quemaría una parte no desdeñable de ese tejido gelatinoso que permitía que Hacine pudiera respirar, comer Big Macs y enamorarse”.

¿Enamorarse? ¿Se puede uno enamorar de verdad en un lugar sin salidas, el lugar que eligieron unos padres que no están mucho más centrados?

No lo están los de Steph, burgueses con aspiraciones.

“Cuando volvía a casa los fines de semana, encontraba a sus padres llevando esa vida que ella ya no quería para sí, con esa benevolencia generalizada y esas frases prefabricadas válidas para casi todo. Sobre gustos no hay nada escrito. Querer es poder. No todo el mundo puede ser ingeniero…”.

Tampoco el extremadamente trabajador y claramente marroquí padre de Hacine.

“Porque esos padres permanecían suspendidos entre dos idiomas y dos orillas, mal pagados, poco reconocidos, desarraigados y sin una herencia que legar. Por culpa de todo eso, sus hijos contraían un despecho incurable”.

Ni, entre ellos, los muy franceses y muy precarios padres de Anthony, entre el alcohol y la bronca, el paro y el desamor.

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Esta novela es verdad, una verdad dolorosa e hiriente que retrata a Francia y a Europa, a este continente que se creyó tan fuerte y se quebró en los más débiles, que se pretende democracia y es dolor, al que le cuesta construir un futuro en el que quepamos todos, en el que quepamos bien. Es un libro sabio y cierto, un diagnóstico que explica la crisis de los chalecos amarillos y casi todo lo que leemos en los diarios y no queremos ver, ver de verdad, en su contexto, en su consecuencia personal.

“De modo que ahí estaban los franceses, puede que no todos, pero sí muchos. Viejos, parados, mandamases, chavales en vespino y los árabes de la ZUP, los votantes decepcionados y las familias monoparentales, los maricas y los propietarios de un Renault Espace, los tenderos y los directivos de Lacoste, los últimos obreros, los vendedores de patatas fritas, los paletos, los cabezudos y, por supuesto, unos cuantos pelusos de propina”.

Estamos todos tardando en leerlo, en reflexionar, en intentar entender(nos).

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Autor: Nicolas Mathieu. Título: Sus hijos después de ellos. Editorial: AdN. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro

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