Se nota mucho que Dominick Dunne conoce el mundo que retrata en Una mujer inoportuna, las luces y las sombras de Los Ángeles, las adicciones y el lujo, los sueños y las pesadillas, los famosos y los parásitos, las estrellas y los mafiosos… Los que tienen el dinero, los que tienen el poder y los que no tienen nada.
Fue productor y dejó la televisión y las adicciones para convertirse en periodista y escritor, como Philip Quennell, el personaje masculino más digno de toda su novela. Y, como un periodista de precisión quirúrgica, cuenta también otro valor habitual de comercio en los círculos de poder: la belleza. Una moneda de cambio muchísimo más efímera que el dinero, muchísimo más frágil.
De eso, de fragilidad y de poder, habla esta novela apasionante que está ambientada en los años noventa y que se lee como si fuera una película de cine clásico de los cuarenta. Se lee en blanco y negro en el mejor de los sentidos, empatizando con esa pelirroja ingenua que no sabe protegerse y con esa mujer madura que sabe menos de lo que cree, con el millonario que se equivoca por amor a las dos y con ese testigo incómodo que es Quennell. Todo en medio de un detallado fresco de secundarios bien caracterizados y casi todos lastrados por sus mezquindades grandes y pequeñas.
Una novela deliciosa que es un canto a la dignidad, aunque se pierda.
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Autor: Dominick Dunne. Título: Una mujer inoportuna. Traducción: Pablo Mediavilla Costa. Editorial: Libros del Asteroide. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
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