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La ecuación que resuelve el enigma, de Samuel Baeza Álvarez

La ecuación que resuelve el enigma, de Samuel Baeza Álvarez

En esta novela de Samuel Baeza Álvarez, un terrorista obliga a un catedrático con altas capacidades intelectuales a participar en un juego macabro que pondrá a prueba su inteligencia: si no resuelve un enigma, su familia morirá.

En Zenda reproducimos el arranque de La ecuación que resuelve el enigma (ExLibric), de Samuel Baeza Álvarez.

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CAPÍTULO I

Miércoles, 22 de diciembre de 2021, Barrio de Sarrià, Barcelona

Quedan nueve días para que suenen las doce icónicas campanadas del reloj de la antiquísima Puerta del Sol, inaugurado en 1866 por Isabel II de España con motivo del treinta y tres aniversario del año en que heredó la corona de Fernando VII.

A tan solo tres días para el inicio de las Navidades, el ambiente festivo en la Ciudad Condal es muy palpable. Muchos barceloneses ya están pensando en sacar los árboles de Navidad para decorar sus salones, comprar la comida que se cocinará el día de Nochebuena y buscar regalos para sus seres queridos. En cambio, los universitarios están deseando salir de las facultades y no volver hasta enero, cuando se reanudarán las clases. Para muchos supone una alegría porque se avecinan las Navidades; para otros, jornadas de intenso estudio de cara a los exámenes que se acercan al regresar. Rubén lo sabe muy bien después de muchos años dando clases en la UPC.

Los estudiantes de esa universidad tienen intereses relacionados con la ciencia: algunos quieren ser matemáticos, químicos, arquitectos, ingenieros aeronáuticos u otras especialidades. A estos estudiantes que sienten amor por la ciencia, sus clases matinales o vespertinas les parecen un verdadero entretenimiento.

De cualquier forma, a pesar de que a Rubén le apasiona su trabajo como docente, está deseando coger vacaciones porque, como cada año, suele pasar las Navidades en un lugar remoto y hermoso de España, aislado de todos, donde puede disfrutar de la naturaleza y de la nieve muy cerca de la frontera con Francia: la comarca del Valle de Arán o, como dirían los araneses, Val d’Aran.

Se trata de un valle situado en los Pirineos catalanes que limita al norte con Francia y que cuenta con poco más de diez mil habitantes, repartidos en treinta y tres pequeños pueblos por encima de los tres mil metros de altura. Los inviernos en este singular valle son bastante fríos debido a su ubicación entre montañas, lo que hace que sea frecuente que la nieve cubra los pueblos. Más concretamente, es en Bossòst donde la pareja pasa sus vacaciones, conocido históricamente por ser un lugar estratégico durante la Guerra Civil, en especial para el banco republicano.

En cambio, antes de que la familia se traslade al valle, planeado para la tarde del veintitrés de diciembre, tendrán que afrontar dos intensos días para Rubén —le quedan unas pocas clases antes de las vacaciones y debe preparar los exámenes— y para Arantxa, que está en paro y aprovechará para preparar por la mañana el equipaje que necesitará la pareja de cara a las Navidades.

***

El reloj de cuco de la cocina de Rubén y Arantxa marca las ocho de la mañana de un día que promete ser soleado pero no caluroso. Es posible que haya que sacar los abrigos: ahora la temperatura alcanza los diez grados en la capital catalana. Rubén se encuentra en la cocina con su MacBook poniéndose al día, tal y como lleva haciendo desde que tiene uso de razón cuando veía los informativos de TV3 antes de ir al colegio. Sobre la mesa, a pocos centímetros de su ordenador, descansa abierta por la mitad Patria de Fernando Aramburu. Capítulo cincuenta y seis: «Ciruelas».

Navega por el periódico digital La Vanguardia y lee la portada de una noticia casi al final de la página, publicada el día anterior por el periodista catalán Àlex Tort. La información le indigna como docente: «El Govern se querella contra Casado por decir que los niños no pueden ir al lavabo si no lo piden en catalán».

—Qué gracia. Llevo desde septiembre de 2016 impartiendo clases en la Politécnica de Cataluña y nunca he dado clases en catalán. Amigos profesores jamás han coaccionado a sus alumnos de esta manera, ni conocen casos. Lo fácil que es difamar y despotricar contra el sistema educativo catalán y el profesorado… —opina Rubén indignado mientras coge una servilleta del cajón situado al lado de la mesa.

—Ayer leí esa noticia, pero se me olvidó comentártela —contesta Arantxa entrando en la cocina—. Creo que el president emprendió acciones legales contra Casado.

—En efecto. Porque es falso. Es de los pocos aspectos en los que estoy de acuerdo con nuestro president. ¿Acaso somos nosotros coaccionadores de nuestros alumnos? El sistema no obliga a que los niños no puedan ir al lavabo si no lo piden en catalán, eso es algo individual. Casos aislados habrá habido, pero no hay ninguna ordenanza que lo imponga. Desde que ingresé en la UPC, tuve muy claro que nunca impartiría una clase en catalán, a menos que se me obligara, porque yo siempre las recibí en castellano; aunque muchos de mis compañeros sí las han dado en catalán, lo cual respeto. El problema es que, como en las instituciones educativas de Cataluña todo se quiere dar últimamente en catalán, los políticos se suben al carro y recurren a la manipulación. En definitiva, es un debate demasiado extenso para el tiempo del que dispongo —expresa cerrando la tapa de su ordenador y dejándolo sobre la mesa de cristal mientras coge su taza de café y se lo termina.

—Siempre he opinado lo mismo que tú, me da rabia que se mienta sobre lo que sucede en las escuelas de Cataluña. Pero sí que es cierto que a veces parece que vivimos en otro país en el que solo tenemos una lengua. Es como en Euskadi, ¿sabes?

—Eso es lo que quieren algunos, querida. Voy a subir al baño y en media hora parto —le informa subiendo las escaleras. Mientras, Arantxa va a la cafetera y se prepara un café. Después enciende la televisión y sintoniza los informativos de La 1.

Rubén siempre, sin excepción, va elegantemente vestido a la universidad. Tiene cinco trajes de buenas firmas y es metódico en su vestimenta: cada día lectivo le corresponde uno distinto, aunque sean parecidos. Los miércoles, como hoy, le toca llevar su traje de Brooks Brothers, la marca favorita de los presidentes americanos. Los fines de semana su vestuario cambia, aunque él nunca va desaliñado; siempre viste de forma adecuada.

Una vez en el pequeño cuarto de baño, toma su peine de madera con su nombre grabado. Se peina mientras su figura se refleja en el pulcro espejo de cristal con adornos de madera de mango. Luego, tras limpiarlo por completo, lo deposita en uno de los tres cajones que hay en un lateral del lavabo. Frota su superficie con lejía y el espejo con una bayeta antes de salir del baño, ya que es una persona extremadamente limpia y ordenada. Al salir, friega el suelo para evitar dejar posibles manchas de sus zapatos.

—Tranquilo. Voy a limpiar toda la casa ahora, no tienes que preocuparte, de verdad —asegura Arantxa, que ha subido al baño.

—¿Sabías que, según un estudio realizado por la Universidad de Arizona, las suelas de los zapatos pueden llegar a acumular hasta alrededor de cuatrocientas mil bacterias? En los tiempos pandémicos que corren, me veo en la necesidad de eliminar todas las bacterias que pueda. No quiero correr riesgos.

—Vale, señor asistente de Google. Pero, como te decía, voy a limpiar toda la casa en cuanto te vayas y no habrá bacterias nocivas aquí —afirma sonriendo tras la respuesta de su marido.

—De acuerdo, pero simplemente intento evitar la proliferación de Escherichia coli en esta casa porque en el estudio de Charles Gerba en dicha universidad, el veintisiete por ciento de esas bacterias eran de este tipo. Esto se puede deber al contacto humano con…

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Autor: Samuel Baeza Álvarez. Título: La ecuación que resuelve el enigma. Editorial: ExLibric. Venta: Todostuslibros.

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