Ángel y Marta del Riego Anta mantienen para Zenda esta conversación sobre La Biblia Blanca: Historia Sagrada del Real Madrid, un libro escrito al alimón que no tiene que ver con nada de lo que se haya escrito hasta ahora sobre fútbol.
“El Bernabéu es silencioso como el fondo del mar, y como el fondo del mar está lleno de buques enormes desguazados”, escriben Ángel y Marta del Riego Anta en La Biblia Blanca (Editorial Corner). Una frase que transmite muy bien el tono y estilo del libro, historia —subjetiva, literaria y antropológica— del Real Madrid, que es como decir historia de nuestro país en el último siglo y medio. He aquí una conversación entre estos dos hermanos, periodista y escritora ella, guionista él; novata en las lides futbolísticas ella, cronista sempiterno él. Del choque de esas dos voluntades e instintos creativos nace La Biblia Blanca.
—Marta: Hay una pregunta que siempre me ronda y creo que nos la harán a menudo. ¿Escribir un libro sobre fútbol es hacer literatura?
—Ángel: Este libro no es una acumulación de datos y anécdotas. Hay un intento de explicación del origen, de los porqués del monstruo, mientras se fabula su historia utilizando las herramientas que nos ceden los cuentos antiguos. Se traduce a palabras el paisaje mental del madridista, y para entrar en esa estancia se necesita una llave de plata: el lenguaje. Está la conversación de los bares, de las calles, de las televisiones llevadas al ritmo diferente de la página. Y lo que ocurre en el césped, eso se apunta a destellos, y son las palabras las que tienden el puente entre lo que hemos visto y lo que imaginamos. El fútbol está en ese trayecto. Todo eso fundido en un mismo estilo es literatura. Había una voluntad desde el principio de remontar el fútbol hasta allí, y creo que se ha conseguido. A ti, Marta, que no estabas tan inmersa en el fútbol como yo, ¿te ha enseñado algo el proceso de escritura, de investigación del libro? Sobre Madrid, España, el deporte, los rituales masculinos…
—Marta:He tenido que empaparme de historia futbolística. Rastreé las librerías de segunda mano, las hemerotecas y bibliotecas. En las estanterías de mi salón tengo volúmenes de dos kilos sobre los 100 años del Real Madrid, entre los relatos de Poe y los de Alice Munro. Al final, he aprendido que el fútbol es un reflejo de nuestra historia: empezó siendo un deporte que practicaba la aristocracia, la alta burguesía y la intelectualidad —no olvidemos que en Madrid lo introdujo la Institución Libre de Enseñanza—, y acabó siendo el sueño de cualquier chaval pobre de la calle. El fútbol vivió su democratización. Y vivió su Guerra Civil. Con muertos y exiliados en ambos bandos. Y toda su devastación: el Bernabéu sirvió de campo de prisioneros al gobierno republicano. Y después está el enfrentamiento Madrid-Barça. Es curioso que los fundadores del Madrid, los hermanos Padrós, sean comerciantes de origen catalán, olvidados por la historia del club, y enterrados en oscuras tumbas. Y que Narciso Masferrer, uno de los fundadores del Barça, fuera de Madrid y hubiera creado aquí la Sociedad Gimnástica con su propio equipo de fútbol. Cantes de ida y vuelta. A ti te encanta hacer sociología y antropología del fútbol y ése fue el origen del libro: nuestras conversaciones sobre el Madrid o, más bien, tus teorías que yo escuchaba fascinada en los largos viajes por la carretera de La Coruña desde Madrid a nuestro pueblo leonés. ¿Dónde crees que radica el germen primordial de ese enfrentamiento Madrid-Barça?
—Ángel: En la cuestión política, sin duda. Los barcelonistas lo reconocen abiertamente, los madridistas, depende. No son simétricos los clubs en eso. El Barcelona representa Cataluña casi desde el principio, y ese orgullo nacional está impreso en la pasión que sienten por su equipo. Por eso el enemigo siempre fue el Real Madrid. De alguna forma, todo lo que ocurre en el Barcelona repercute primero en la ciudad, y después en Cataluña (muchas veces en toda España). El Barcelona tenía al principio algo de mostrador: “Vamos a enseñarles a estos señores de Madrid de lo que somos capaces”. Después de que con Di Stéfano el Real se apoderara sin miramientos del país, el Barcelona pasó a la resistencia y su relato se trufó de victimismo. Convergía ese relato con el de Cataluña. Con Guardiola rompió definitivamente con su pasado, y paradójicamente, cuando se adueñó de España, decidió abandonarla. Club y nación, todo uno. Los años de mayor tensión con el Madrid, los de Mourinho, fueron los del desarrollo del procés. Guardiola les enseñó un horizonte, y el pueblo, hechizado por la posibilidad de una victoria sin fin, decidió seguirle.
—Marta: ¿Pero quién crees que definió antes esa dicotomía, el Barcelona o el Madrid?
—Ángel: El Barcelona identificó antes que el Real Madrid lo que era el propio Madrid. Antes de la guerra el Barça llegó a ser un equipo poderoso, pero los madridistas sentían que su antagonista era el Athletic, el club que tenía una filosofía más opuesta. No había en el Madrid un simbolismo especial, no representaba a la nación ni a ningún poder oculto. Pero los azulgrana ya le habían echado el ojo y si podían (como en el episodio en que el Madrid en medio de la guerra intentó jugar la liga catalana), le hacían la puñeta. Después de ganar las Copas de Europa, todo cambió. El Madrid pasó a representar a España, dentro y fuera de nuestras fronteras. Ser del Madrid era “lo normal”, y a una dictadura le interesa la normalidad más que cualquier otra cosa. En el final de la dictadura y en los años siguientes, en los Barça-Madrid se escenificaba un Cataluña-España, donde el Madrid hacía el papel de madrastra y representaba lo cerril, castizo y violento de la España eterna. Eso, convertido en arquetipo a través del humor, sigue siendo gasolina que alimenta el fuego político. Marta, ¿qué opinas de algunas de las personalidades del libro: Bernabéu, Cristiano Ronaldo, Zidane, Guardiola, Jorge Valdano, Florentino Pérez? ¿Y qué opinabas antes de escribir La Biblia Blanca, cuál era tu visión desde fuera?
—Marta: El fútbol tiene una épica muy literaria, eso lo he descubierto con el libro. No solo los futbolistas, Di Stéfano, Zamora, Raúl, Butragueño, hombres-niño que crecen muy pronto y pelean siempre y se enfrentan a un mar de seguidores, de dinero y de distracciones, pero siguen adelante con la vista puesta en el balón. Y el final de sus carreras o de su paso por el Madrid, porque siempre está el temido final, es una catástrofe en sus vidas y algunos no sobreviven —espiritualmente— para contarlo. Esa épica está ahí, la épica del héroe trágico, una épica bíblica. Es el sabor agridulce del fútbol que va más allá de hinchadas y contratos millonarios: el jugador solo frente a esa enorme responsabilidad que es meter un gol. Eso se contagia a los presidentes de los clubes, a Bernabéu, a Florentino. De alguna manera, estar al frente del Madrid les otorga un lugar en la historia y en la literatura, eso también. Lo he visto en don Santiago Bernabéu, que es mi personaje favorito, el más literario, el más auténtico, que recibe a los periodistas en pijama en su casa de Santa Pola y los lleva de pesca en su barca. El Yaveh-Bernabéu, paternalista y mandón, entregado absolutamente al equipo. No tuvo hijos ni hizo dinero, pero dejó un legado inmenso: lo que es hoy el Real se lo debemos a él. Sé que a ti también te fascina don Santiago: en este relato épico, ¿quién sería su antagonista?
—Ángel: Complicada pregunta. Bernabéu fue convirtiéndose en un patriarca, él era la ley y no toleraba que le llevasen la contraria. Tenía una fuerza moral casi excesiva, así que no era posible echarle un pulso dentro del Madrid, y después de la conquista de las Copas de Europa, tampoco fuera del Madrid. En el club tuvo problemas con Velázquez —ese jugador artista, al que Bernabéu regateó primas, subidas de sueldo y el partido homenaje—, no le gustaba su estilo moderno de vestir ni su carácter un tanto insolente. En la prensa, José María García se mofó de su ancianidad y recibió una respuesta iracunda de Yahvé; poca cosa. Queda el Barça, club con el que rivalizó por Di Stéfano, y la cuestión catalana, soterrada en el franquismo pero evidente para Bernabéu, que después de la guerra fue destinado como cabo en Cataluña. Tiene esa frase famosa: “A Vila-Reyes lo admiro. Solo por presidir en Cataluña un club que lleva el nombre de Español, ya es digno de admiración. Me gusta Cataluña y la quiero a pesar de los catalanes”.
—Marta: Esa frase es incendiaria. Y políticamente muy incorrecta [risas].
—Ángel: Pero fíjate, los más cerriles del aparato franquista, también fueron sus enemigos. Por ejemplo Millán-Astray, al que echó del palco del Bernabéu por pasarse de la raya con una espectadora. Su pasión monárquica y la libertad con la que hablaba y se movía lo hacían sospechoso a ojos del búnker. Y eso repercutió en su nulo poder político (por ejemplo, para recalificar la ciudad deportiva, cosa que siempre se le negó) que tuvo el Madrid en el final del franquismo. ¿A ti te gustan más los equipos fieros o los artísticos, los jugadores guerreros o los jugadores poetas? O quizás los que aúnan las dos caras, como Zidane o Di Stéfano.
—Marta: Por afinidades intuitivas, los equipos artísticos y los jugadores poetas, claro. La fiereza me asombra, me conmueve, pero no me intriga tanto como la inteligencia en el fútbol. Supongo que tiene que ver con el hecho de ser novelista y periodista, y andar siempre al acecho de grandes personajes llenos de aristas, que son los que dan juego sobre el papel y, en este caso, sobre el campo. Di Stéfano tenía toda esa filosofía encima, era un estratega y un literato del balón. Y Zidane lo que tiene es misterio, el misterio del asceta: por eso le cuadra bien el papel que le hemos dado de San Juan Bautista. ¡No hemos hablado aún del tema bíblico! Ese ha sido uno de los grandes aciertos del libro. Y para mí uno de los goces: hurgar en la Biblia para encontrar citas y personajes, el libro que lo contiene todo, odio, amor, venganza, sacrificio, sexo. ¿Cuál crees que es el mayor acierto del libro, Ángel? ¿Qué hemos logrado después de un año de trabajo?
—Ángel: Una síntesis de la historia del Madrid engarzada con la historia de España. Un relato en el que los arquetipos se hacen carne y hacen avanzar la historia. Un respeto hacia el madridista, el hincha, el señor o la señora que siente el club como algo suyo que le acompaña durante toda la vida. El blanco es la ausencia de color, pero el Madrid no es la ausencia de vida, aunque así se venda. Las cuitas amorosas del aficionado madridista, con sus desencuentros, sus fruslerías, sus rencores invencibles, son las del pueblo de Dios asombrado de que haya algo tan vasto y eterno como el firmamento. Este sería un evangelio apócrifo, porque contiene la verdad de las leyes y la blasfemia de quien pone en duda esa verdad, pero no es capaz de echarla abajo. Dime, desde tu punto de vista de escritora y periodista, ¿qué armas de la literatura o del periodismo hemos utilizado? ¿Cómo llamarías al estilo del libro?
—Marta: Yo diría que tiene un punto irónico y, a la vez, épico (ironía-épica, ¿eso existe?). Es literario-antropológico, es periodístico, es subjetivo. Sinceramente, y aunque suene pretencioso, creo que no tiene que ver con nada que se haya escrito hasta ahora sobre fútbol. Consciente o inconscientemente nos hemos inventado un estilo que ni es el tuyo ni es el mío. ¿No crees? ¿Estás satisfecho? ¿Es lo que te esperabas?
—Ángel: Yo nunca espero nada [risas], pero el Madrid te lo da todo hecho, solo hay que poner el oído y escuchar el rugir: o bien de sus victorias o bien de sus apocalipsis. Sí, estoy satisfecho, me esperaba algo menos coherente, más deshilvanado; pero hay un estilo que va y viene y que impregna todo el libro. Y se lee fácil. Hay una carga de profundidad por página, no más. Peripecia y anagnórisis, como aconsejaba Aristóteles y como Zidane esculpió sobre el campo.
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Marta del Riego Anta
Escritora, periodista, poeta. Leonesa, nací en el Noroeste (de España) y viví en el Nordeste (de Europa). Tras diez años de redactora jefe de Vanity Fair, lo he visto (casi) todo, y aún así me interesa (casi) todo. Soy de provincias hasta la médula, amo el vino, la tierra, Madrid, Berlín y Nueva York; los mares de Grecia y los ríos de mi infancia; mi tercera novela es Mi nombre es Sena (Harper Collins, 2016) y he vuelto al periodismo con La Biblia Blanca: Historia Secreta del Real Madrid (Corner, 2018). @martadelriego
Ángel del Riego Anta
Nacido en La Bañeza en la década de los 70, niño de interiores y hombre de secano, hizo la mili en Cádiz, en un barco, y allí se encontró con el mar. Desde entonces es del Madrid. Trabaja de guionista y sus méritos son un misterio, no así su nick, ‘lamesetauberalles’, máscara tras la que lleva publicada toda una cacofonía en los páramos de Internet. Ha escrito crónicas de su equipo en el Almanaque Madridista, teatro de variedades fundado por Madridista Ateo, y en La pena máxima, blog alojado en el periódico digital Estrella Digital. Y ahora publica La Biblia Blanca: Historia Secreta del Real Madrid (Corner, 2018). @la_meseta_uber
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Autor: Marta y Ángel del Riego Anta. Título: La Biblia Blanca: Historia Secreta del Real Madrid. Editorial: Córner. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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