A veces es necesario hacer política cuando se hace cultura. Es lo que está pasando con la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Durante la presentación del programa general de su próxima edición (que tendrá lugar del 30 de noviembre al 8 de diciembre) en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara, se dijo que la cultura española no se puede entender sin la vasta, fecunda e intensa relación cultural que España ha tenido con México, y se pidió fortalecer esos vínculos que nos unen y no distanciarnos absurdamente queriendo hacer una política cultural trasnochada y rancia intentando rescatar viejas rencillas que ya habían sido superadas. Porque en efecto, en la geopolítica internacional actual, tan llena de peligros y amenazas, no hay vía más positiva que reforzar lazos y no romperlos con necedades. Y la FIL, cuyo programa central estará dedicado a España, es el mejor ejemplo de que más allá de desplantes y exigencias hay un nivel superior, el de la cultura y los libros, donde ambos países demuestran sus auténticos nexos y sin más armas que la palabra, constatan que el entendimiento surge espontáneo porque hablamos el mismo idioma. Y ese es un hecho irrefutable de cuán unidos estamos. Se quiera reconocer o no.
LA POESÍA, AMIGA DE LOS NIÑOS
A su paso por la Feria del Libro de Oaxaca, la escritora chilena María José Ferrada hizo unos comentarios que vale la pena tener en cuenta cuando pensamos en acercar la literatura a los niños. La autora, Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños, dijo que en un mundo donde los niños captan la violencia de una forma tan vertiginosa, el espacio de la poesía puede darles tiempo para que instalen en sus mentes las preguntas que no alcanzan a formular en la vorágine de noticias que consumen los adultos en medios de comunicación como la televisión, a la que, queramos o no, ellos tiene acceso. Autora de libros para niños como El idioma secreto, Bajo el cerezo y La tristeza de las cosas, Ferrada definió el espacio de los libros «como un lugar amable y sereno en el que los niños pueden exponer y replantear sus dudas y descubrir, por ejemplo, que la vida es un poco más dulce, fácil y simple que todo aquello que aún no comprenden; que la poesía puede ser una buena amiga para el descubrimiento de la belleza que tenemos y que nos corresponde por el hecho de habitar este planeta por un tiempo tan fugaz, y que es nuestra compañera en los instantes luminosos, pero también en aquellos momentos de oscuridad, como en la guerra, la migración forzada o las dictaduras”. Ferrada planteó que en el dolor que el niño a veces siente, necesita una ventana, así que uno de los desafíos de los escritores que se dirigen al público infantil y juvenil es no cerrarse al horizonte de las dificultades del mundo, sino que también, como nos han enseñado los cuentos tradicionales, encontrar caminos que nos permitan hallar un sentido a nuestra existencia ahí donde solo parece haber nubarrones.
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