Hacer un proyecto de largo aliento, que sea sostenible desde el punto de vista financiero, trabajando en nuevas líneas para hacer un programa que le otorgue el prestigio de una feria que atraiga a lo más relevante de la producción literaria en el ámbito internacional, con énfasis en lo latinoamericano, y que seduzca a nuevas audiencias para irse modernizando, es uno de los objetivos que persigue Henoc de Santiago Dulché, quien este año debuta como director de la Feria Internacional del Libro de Monterrey, encuentro editorial y literario que el próximo 28 de septiembre llega a su trigésima segunda edición bajo el lema «Las letras llevan al norte». Con la Universidad Autónoma Metropolitana, institución que celebra medio siglo de vida, como Invitada de Honor, la FIL Monterrey albergará el programa “Las mil formas del libro”, un novedoso evento enfocado en la tendencia cada vez más acusada de las adaptaciones literarias en el mundo audiovisual, llámese cine, series, videojuegos o contenidos en audio. Para ello, sus organizadores prometen llevar a gente muy relevante para este foro, que durará dos días, y que hablarán de temas como las oportunidades para los editores y los autores de comercializar su obra, lo que está pasando con los derechos de autor, cómo negociarlos y el papel de la inteligencia artificial en este proceso. Entre los invitados a este programa se encuentran Daniel Benchimol, especialista en medios digitales y transformación en la industria editorial y director de la consultora Proyecto451; Miguel Mier, especialista en Economía y Tecnologías de Información, además de director global de operaciones de Cinépolis; Verónica Triana, especialista en venta de derechos, y Édgar San Juan, productor, guionista y director de cine, quien recientemente ha adaptado al cine la novela de Luis Spota Casi el paraíso. Con este enfoque, De Santiago cree que podrán abordar un nicho de mercado al que no se está tomando en cuenta con la debida profundidad, pretendiendo que se convierta en un lugar de networking donde puedan encontrarse las editoriales y las productoras para intercambiar contenidos y derechos, abriendo una línea de negocios dentro de la feria. Por otra parte, el contenido medular de la FIL Monterrey, que cerrará sus puertas el 6 de octubre, incluye la presencia de más de seiscientos autores de 12 países, entre ellos dos Premio Pulitzer: la mexicana Cristina Rivera Garza (reciente ganadora del galardón por su libro El invencible verano de Liliana) y la poeta y ensayista estadounidense Anne Boyer, ganadora en 2020 por el libro Desmorir: Una reflexión sobre la enfermedad en un mundo capitalista. Otros invitados de renombre son Agustina Bazterrica (Argentina), Mónica Ojeda (Ecuador), María Sánchez y Jon Bilbao (España), y los mexicanos Juan Villoro, Geney Beltrán, David Toscana, Luis Humberto Crosthwaite, Suzette Celaya y Alejandro Vázquez, entre otros. Suerte a todos.
UNA NOVELA NEGRÍSIMA
La noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, hace ya una década, la policía municipal de Iguala, Huitzuco, Cocula y Tepecoacuilco, así como la policía estatal de Guerrero y elementos del Ejército Mexicano adscritos al vigésimo séptimo Batallón de Infantería de Iguala y elementos de la Marina Armada de México, participaron en la vigilancia, espionaje, seguimiento, persecución y ataque a estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, operación que tuvo como resultado la desaparición forzada de 43 estudiantes de dicha escuela, el asesinato de al menos nueve personas y 27 heridos, entre ellos periodistas y pobladores de Iguala. Según Gildardo López, alias «el Gil», un presunto integrante del grupo criminal Guerreros Unidos que fue detenido acusado de perpetrar esos hechos, diferentes grupos de sicarios fueron los responsables de acabar con los muchachos en diferentes lugares de Iguala. A un grupo, aseguró, los “destazaron” y llevaron a quemar a una funeraria. Luego se esparcieron sus cenizas en diferentes puntos de la zona. De otro grupo de muchachos se encargó una de las células asociadas a Guerreros Unidos, Los Tilos. Según «el Gil», los deshicieron en ácido y tiraron sus restos por un desagüe. La cuestión es que en todos estos años nunca se han podido probar buena parte de los dichos de este sujeto. Sin embargo, fueron pistas suyas las que condujeron a los investigadores del caso al hallazgo de dos trocitos de hueso que en vida habían pertenecido a dos de los 43 estudiantes, Christian Rodríguez y Jhosivani Guerrero. A pocos días de que concluya el mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, el próximo 1 de octubre, su promesa de resolver el caso cuando llegara a la presidencia hace seis años sigue sin cumplirse. Y se irá sin hacerlo. Se trata sin duda del argumento de una de las novelas más negras de la historia mexicana.
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