—Porque saliste de la torre a ver a los enemigos fuiste capturada, princesa.
La princesa asintió, arrepentida. No estaba acostumbrada a reconocer sus errores, pero esta vez el error era evidente.
Había transcurrido mucho tiempo: el castillo de su padre fue conquistado y, antes de que ocurriera eso, ella había sido hecha prisionera por las tropas turcas.
Era un hombre guapo, y valiente… Había luchado junto a su hermano, el príncipe, en todas aquellas guerras que asolaban su tierra. Esto no se lo contó entonces, pero más adelante sí se lo diría: su hermano le había encargado que la cuidara.
Hacía un año fue tomada la fortaleza, y ella había pasado seis meses en el campamento enemigo. No la violaron, más bien al contrario, la trataron como a una princesa. Pero tuvo que sufrir día y noche las palabras de amor del jefe turco.
—Insufrible, créeme, insufrible.
Su amigo se lo podía imaginar. Un turco ya era peligroso, pero un turco enamorado mucho más.
Estaban en la cama, una cama grande y cómoda en lo alto de otra torre, la del castillo que su padre acababa de conquistar… Habían hecho el amor, y ella se preguntaba en estos momentos si las princesas se acostaban con sus capitanes.
Pero la verdad es que le importaba muy poco. Llevaban varias semanas haciendo el amor, dando vueltas en la cama y mirando al techo, después, comentando toda clase de cosas y contándose las mil y una historias de la guerra.
Él era moreno de cara y de piel, pero se le estaba cayendo un poco el pelo, algo que a ella parecía no importarle. Ella había perdido la virginidad en la guerra, y la mirada se le había hecho más afilada.
—Princesa, si no hubiera sido por los turcos no estaríamos en esta cama.
—Príncipe, si no hubiera sido por los turcos mi padre ya te habría colgado al amanecer.
—¿Príncipe? —sonrió él—. Yo no soy príncipe, soy capitán del rey.
—Para mí, eres príncipe. Eres fuerte e inteligente, y sabes domarme sobre las sábanas.
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Cracovia sabe
/abril 21, 2025/La plaza es inmensa, un cuadrángulo de doscientos metros de lado. En el subsuelo hallaron calles pavimentadas de hace ocho siglos, sótanos de edificios desaparecidos, cabañas de artesanos y comerciantes, un tesoro de monedas, llaves, joyas, telas, huesos, flautas, dados. En un estrato aparecieron restos de la ciudad quemada y puntas de flecha que delataban la autoría: fueron los mongoles quienes incendiaron Cracovia en 1241. Una vértebra cervical limpiamente seccionada muestra la decapitación de invasores suecos en 1657. Los esqueletos de seis mujeres confirman las leyes antivampiros del siglo XI: las enterraron boca abajo en posición fetal, atadas y con…
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Abusos sexuales, en La ley de la calle (XI)
/abril 21, 2025/Este episodio, emitido el 16 de septiembre de 1989, tiene un protagonista especial, un reportero de raza, Jeremías Clemente, de Radio Nacional de Cáceres. Clemente escribió al programa para contarles la historia de un anciano, un estanquero de más de setenta años, que además de vender tabaco y chucherías era aficionado —presuntamente— a abusar de las niñas del pueblo.
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Hasta que me sienta parte del mundo, de Ana Inés López
/abril 21, 2025/*** toda junta qué lindo ir al cine un viernes suicida y que la película termine con amigo piedra y que los actores sean tan buenos y que se enamoren bailando los viernes se me viene la vida encima toda junta y nunca nunca hay nadie que me salve yo no me puedo salvar de nada por ahora sé que mañana cambia porque pasa los viernes la depresión antigua no me desespero como antes espero que me agarre el sueño mañana me despierto y en el medio cambió todo no tengo pesadillas qué podría hacer? canciones? comidas?…
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Periplos literarios
/abril 21, 2025/Zarpar en un barco de tinta y papel, embarcarse en una travesía literaria a través de la lectura o un viaje tangible y real. Trazar una cartografía alternativa, comprobando cómo el paisaje se revela, muta y explota en resonancias bajo la mirada lectora, y cómo en ese ir y venir entre puerto y puerto se propicia un enriquecimiento personal. “Porque somos del tamaño de lo que vemos y no del tamaño de nuestra estatura”, nos dice Fernando Pessoa, y es que pareciera que tanto el viaje como la lectura nos potencian, expandiendo nuestros mundos internos, hurgando en una zona común…
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