Veamos cómo empieza la saga de La guerra de las galaxias, como si fuera una fotografía. La saga empieza con el conflicto de la Federación de Comercio, con el bloqueo del planeta Naboo, y la actuación de los Jedi Qui-Gon Jinn y Obi-Wan Kenobi. Empieza también con lo que parece que es el resurgimiento de los Sith, el avance del Lado Oscuro.
Esto nos hace comprender mejor la evolución de La guerra de las galaxias, desde dónde partimos y a dónde llegamos.
Para entender esa evolución son muy importantes los héroes. Los orígenes de los héroes de La guerra de las galaxias, o de algunos de los más importantes, son muy humildes y a mi modo de ver remiten o por lo menos recuerdan los de Jesús en el Nuevo Testamento, el hijo de José, un carpintero en Galilea:
—Anakin Skywalker es el hijo de una esclava, Shmi, y él también es esclavo. Viven en Tatooine.
—Luke Skywalker, su hijo, es un granjero en Tatooine.
—Rey es chatarrera en el planeta Jakku.
Estos sujetos elegidos se forman en la pobreza, sin grandes necesidades, según se nos cuenta, sin embargo. La que más parece tenerlas es Rey, que necesita recoger y vender chatarra cotidianamente para conseguir el sustento, un sustento muy precario.
En este texto me ocupo principalmente de la última trilogía, de los Episodios VII, VIII y IX. Es muy importante tener en cuenta en qué momento empieza la trilogía y cómo acaba, cuál es la situación política y bélica y cuál la de los propios personajes. Son como dos imágenes, antes decía dos fotografías.
De la alteración del orden —resurgimiento de los Sith en el primer Episodio de la Primera Trilogía, o comienzo de ese resurgimiento— a la victoria de la Alianza en el Episodio IV. Del inicio de la carrera heroica de Anakin, siendo niño, a la resolución del conflicto familiar de Rey. Ella es nieta del canciller Palpatine, del Emperador, pero cuando al final tiene que presentarse en Tatooine dice que es una Skywalker. Rey ha aclarado su identidad: ahora sabe quién es, como lo supo Luke cuando le quita el casco a Darth Vader poco antes de morir. Ya lo sabía antes. Primero le salva su padre a él, y luego le salva él a su padre, devolviéndole a su antiguo ser, a su verdadero ser.
La saga, como ha dicho George Lucas, es una gran historia familiar, y en medio de esa historia familiar está el conflicto entre el Bien y el Mal, y las luchas políticas. Pero estos tres aspectos están muy relacionados, hasta ser el mismo.
Como ya escribí en mi libro La guerra de las galaxias: El mito renovado, por una parte está la historia personal de unos personajes, sus amores, sus problemas más o menos íntimos. Por otro está el conflicto del Bien y del Mal, el conflicto entre los Jedi y los Sith y el conflicto político.
Utilicemos de nuevo ese recurso de las imágenes del principio y del final.
La trilogía III empieza con la presentación de Rey, y todavía antes con la actuación de Poe Dameron. Kylo Ren y la Nueva Orden buscan una pieza, una especie de chip para encontrar a Luke, un mapa. Por cierto que Poe Dameron es un personaje que me recuerda a Han Solo, y yo creo que desempeña una función similar, al menos en algunos aspectos. Me recuerda en el carácter.
Ahora se trata de centrarse en los nuevos episodios, en los de la tercera trilogía, y enmarcarlos en la saga entera. La tercera trilogía y la saga entera terminan con la victoria del Bien, de la Alianza, de la República, y la resolución de los problemas familiares e íntimos, problemas de identidad. Todo esto nos muestra, o demuestra, que todo está relacionado, como debe estarlo también en nuestras vidas.
¿Cómo evolucionan algunos personajes importantes? En la III Trilogía Luke vuelve a ser protagonista pero de otra forma, como maestro, con un papel parecido al que tuvo Obi Wan en la II trilogía, la primera en ser rodada.
Aparte del papel de Luke, que es muy particular, ahora el héroe es Rey, la heroína, una joven, pero también vuelve a serlo Luke, que se desvanece como hacen los jedi en Los últimos jedi, la segunda película de la trilogía.
Hay que tener en cuenta el camino de los villanos. Y llama la atención que Rey es la nieta del mayor villano, Palpatine, el Emperador, que la quiere hacer emperatriz como su nieta y sucesora: “emperatriz Palpatine”, mientras que Kylo Ren es hijo de los héroes de la República Han Solo y Leia Organa, y sobrino de Luke Skywalker. Ambos unen sus fuerzas para acabar con Palpatine y con la Nueva Orden.
Quizá se perciban los cambios que van sucediéndose en la sociedad, como el diferente papel que va adoptando la mujer, aunque es posible que ese cambio ya se notara en la segunda trilogía, la primera en ser rodada, porque Leia tiene un gran protagonismo y no es la princesa de los cuentos como los solemos conocer, no es una “damisela en apuros”, como ya dijo en su momento Lucas. Este tratamiento de la mujer puede deberse más bien a algo propio de La guerra de las galaxias y su mundo, mas que de nuestra realidad.
En la nueva trilogía se puede decir que el mayor protagonismo lo tienen las mujeres, especialmente Leia y Rey, aunque también se puede hablar de protagonismo colectivo, como ya sucedía en el resto de la saga. Ambas nociones son compatibles.
A Rey su falta de identidad le ayuda a implicarse en la aventura, porque ella necesita encontrar respuestas a importantes preguntas personales.
La “llamada de la aventura” se la hacen a Rey, pero también a Luke. Los dos al principio rechazan esa llamada y rechazan la espada. La espada es la de Luke, la que fue antes de Anakin, la de luz azul claro. Esa espada recorre toda la saga, con todo lo que significa. Luego también jugará un papel importante la espada de Leia, que parece un revulsivo para Rey mucho mayor que la espada de Luke. Más que “objetos mágicos” yo diría que son objetos simbólicos.
Las espadas no son lo que son, por expresarlo de algún modo; son mucho más: son lo que significan, y todo lo que desencadenan. En el Episodio IV Obi-Wan le da a Luke la espada que fue de su padre, pero no le dice la verdad, no le dice quién fue su padre. Pero le pide que le ayude en la empresa que ahora inicia, la acción para ayudar a Leia contra el Imperio: “Obi-Wan, eres nuestra única esperanza”, le dice Leia a través de un holograma de R2-D2.
Rey, al final del Episodio VII, en lo que se puede considerar el principio del final, o el final del principio, en la isla en la que Luke se ha retirado, le ofrece la espada, su espada, a Luke, y ésa es la conclusión del Episodio. Luego sabremos, en el principio del VIII, que Luke rechazará la espada de mala manera, incluso la tirará hacia atrás por encima del hombro con un gesto lleno de desdén. Es el rechazo a la llamada de la aventura, el rechazo a regresar a todo un mundo del que huyó, un antiguo mundo, gesto realizado de la forma más despectiva.
Luke está en su isla, como dicen las leyendas que el rey Arturo está en la de Ávalon, aguardando para regresar. A Arturo, según la leyenda, lo llevan en una nave, una nave “feérica”, de hadas.
La isla de Luke es una isla que realmente se encuentra en Irlanda, y es preciosa. La habitaron hace muchos siglos primitivos monjes cristianos.
Luke regresa en el episodio VIII —nuevo “retorno del jedi”—, pero lo hace “en espíritu”, sin que sus amigos se den cuenta de este estado suyo, y su intervención es clave, esencial, para ayudar a los rebeldes a escapar de Kylo Ren, de la Nueva Orden, y reorganizarse. Esta aparición de Luke en el refugio de los rebeldes, en el final del episodio VIII, recuerda a su intervención en la guarida de Jaba para liberar a Han Solo, en el inicio de El retorno del Jedi.
Ahora se enfrenta con Kylo Ren y cuando consigue ganar tiempo para que huyan sus amigos, se disuelve. En realidad había luchado en espíritu, desde su isla, sentado en una roca, en la postura de la meditación, sin moverse físicamente de allí. Pero esto será su final, final que no es final, al modo de Obi-Wan y Yoda. En realidad se puede decir que Luke completa su camino del héroe, como lo completaron Anakin, como lo completó Obi Wan y como lo hizo Yoda, y se une a ellos en esa galería de “espíritus” tan especial.
Cada héroe, en la saga, realiza su particular “camino del héroe”, pero algunos caminos son más nítidos para nosotros. Si nos fijamos, en cada momento, podemos ver a cada héroe en su etapa concreta realizando su “camino del héroe”. Cristopher Vogler, en su muy interesante libro El viaje del escritor, ofrece un esquema según los distintos actos del camino del héroe, y dice que forman una especie de cancha de base-ball. Dice también que a cada héroe de la historia se le puede ver en un punto diferente de la cancha.
Seguramente cada uno de nosotros, en la vida real, recorremos también nuestro propio camino del héroe, y cada uno de nosotros se encuentra en un punto diferente de esa cancha de base-ball que señala Vogler.
Algunos rumores que yo oía, hace muchos años, sobre la historia de esta nueva trilogía eran ciertos, como aquéllos que hablaban de que Luke iba a entrenar a un grupo de futuros jedi. Uno de los conflictos más importantes de la nueva trilogía es que Luke ha entrenado en la isla a un grupo de jóvenes jedis, y uno de ellos, su sobrino Ben Solo, se pasa al Lado Oscuro, o se encuentra en ese trance, en ese tránsito.
En el Episodio IV Rey se entrena con Leia, como Luke se entrenó con Yoda. Esas escenas del entrenamiento de Rey (episodio IX) crean reminiscencias en el lector. Incluso el pasaje en que lo hace y las actividades que realiza recuerdan al entrenamiento de Luke en El Imperio contraataca (Episodio V).
Las nuevas películas de La guerra de las galaxias están llenas de paralelismos. Han hecho estas nuevas películas teniendo muy en cuenta las anteriores, especialmente las primeras que se rodaron (IV, V y VI), pero se puede decir que todas, las dos trilogías anteriores. Se ha creado como una sinfonía, y los fans, entre los que me encuentro, disfrutan, disfrutamos, con estas reminiscencias, reconocimientos. Forman también una especie de rima, o rimas, en ese gran poema que es La guerra de las galaxias, con sus temas, sus motivos, sus estribillos…
La nueva trilogía está llena de detalles que remiten a las anteriores trilogías. Son como ecos con los que se solaza el espectador. Ecos llenos de significado que van construyendo las nuevas películas. Al final todo remite a todo y la saga está bien “anudada” por todos esos “nudos”, entre los que se encuentran los de los personajes, los de la música, las batallas y muchos otros detalles, todos importantes. El espectador que ha visto muchas veces las películas ya tiene los sentidos adiestrados para recibir estos paralelismos. De este modo la saga va avanzando con material nuevo mientras ese material se apoya siempre en el antiguo.
Hay que tener en cuenta que para muchos, incluyendo al que escribe, estas películas recorren toda nuestra vida, con lo que todo lo que nos recuerde a películas anteriores nos hace viajar en el tiempo, por nuestra propia vida, pero también por el mito, por el universo de los mitos, y por la Religión, por la Historia, por la Literatura, por supuesto por el Cine y la Historia del Cine.
Para terminar he hecho un pequeño compendio de títulos importantes que utilicé en su día para hacer mi libro sobre La guerra de las galaxias. Se me ha ocurrido que podría ofrecerlos con un pequeño comentario que podría iluminar al lector en este tema:
—El héroe de las mil caras, de Joseph Campbell (Fondo de Cultura Económica).
Este libro fue clave para la concepción de La guerra de las galaxias. Es un libro maravilloso sobre mitología, pero yo lo encuentro bastante denso para el lector no muy avezado. De todos modos merece hacerse un esfuerzo. Más accesible es el siguiente libro que ofrezco.
—El poder del mito, de Charles Moyer y Joseph Campbell (Emecé Editores).
También es un maravilloso libro, pero más fácil de leer. Se hizo basándose en unas entrevistas televisivas que le hizo Charles Moyer a Joseph Campbell en el Rancho Skywalker. Cuando George Lucas estrenó La guerra de las galaxias invitó al mitólogo Campbell, al que Lucas tanto admiraba, a ver la película en el Rancho, y Campbell, al terminar de verla, dijo que era “el mito renovado”. Estas conversaciones son un auténtico goce. Es el diálogo entre un sabio y un gran periodista, a mi modo de ver.
—El viaje del escritor, de Christopher Vogler (Ma Non Troppo).
Este libro me recomendó leerlo Agustín Sánchez Vidal. Se adentra en las estructuras míticas para la narración de historias. Es muy interesante y muy práctico. Lo ideal, según Vogler, es leerlo, interiorizarlo y luego olvidarlo, para escribir las historias con todo ese fondo dentro de nosotros. Creo recordar que yo lo leí ya después de haber escrito mi libro sobre La guerra de las galaxias, pero vuelvo a él de vez en cuando.
—En busca de nuestras huellas, de Hans Küng (Círculo de Lectores).
También está hecho basándose en una serie de televisión. Me parece muy interesante por su contenido y porque consigue hacerlo accesible a un público amplio. Es un ensayo de divulgación sobre las principales religiones del mundo, al que también vuelvo de vez en cuando.
—Diccionario de mitos, de Carlos García Gual (Turner, Edición Especial 20 aniversario).
Creo recordar que de García Gual utilicé para mi ensayo El mito renovado: Introducción a la mitología griega, pero éste que cito ahora tal vez sea más adecuado al tema que nos ocupa. Lo voy leyendo poco a poco según lo necesito. Está muy bien escrito, con prosa clara y de gran calidad, y es muy ameno. Además tiene la gran virtud, en mi opinión, de que no sólo se ocupa de la mitología griega, más conocida o más estudiada, sino que nos informa de otro tipo de mitos como Moisés, don Quijote, Sherlock Holmes, Superman, Arturo, Lanzarote…
—George Lucas, el mayor espectáculo del mundo, de Miguel Juan Payán (Ediciones JC Clementine).
Creo que fue el primer libro que compré y leí cuando empecé a trabajar en mi libro sobre La guerra de las galaxias. Recuerdo que me gustó mucho. Ahora he vuelto a él para redactar estas líneas y me ha vuelto a gustar. Es una biografía de George Lucas, atendiendo a su vida, a su carrera, a sus películas, no sólo a La guerra de las galaxias... Es un libro que me trae buenos recuerdos.
—Star Wars: La magia del mito, de Mary Henderson (Círculo Latino).
Este libro acompañó a una exposición que hicieron en Estados Unidos sobre La guerra de las galaxias. La exposición se hizo en el Museo Nacional del Aire del Instituto Smithsoniano, en Washington DC. El libro es muy interesante. En cierto modo se parece al mío por los temas que toca, o por el enfoque. Yo quise hacer un ensayo literario sobre La guerra de las galaxias, algo global, en el sentido de que quería escribir sobre el director, sobre cómo se hicieron las películas, la historia que contaban… y sobre el trasfondo cultural y mitológico de la saga. De ese trasfondo cultural y mitológico también se ocupa Mary Henderson, siendo libros muy diferentes.
Es una pequeña selección, porque lo cierto es que leí muchos más, con gran deleite y aprovechamiento, debo decir, porque gracias a La guerra de las galaxias tuve la oportunidad de introducirme en materias apasionantes como la mitología, la religión, la Historia, la ciencia-ficción y por supuesto el cine. Fue un tema muy completo para mí, y una gran aventura, como suelen ser los libros que se escriben, un gran viaje, en el fondo hacia el universo entero, hacia el exterior, pero también hacia uno mismo, hacia el interior.
Gracias a este tema pude aprender mucho de mi cultura, de mi civilización, de lo que sabe el ser humano, de lo que ignora, y de lo que sueña. Tal vez lo que ignora y lo que sueña sean finalmente lo mismo, y los sueños, como los mitos, sean una forma de saber. Joseph Cambpell decía que los mitos eran los sueños despersonalizados, los sueños que todos podíamos soñar y compartir, mientras que los propios sueños eran mitos particulares, personales. Me gusta mucho repetir esta idea porque me parece muy profunda, y porque mi razón e intuición me dicen que es muy cierta.
Con mi ensayo galáctico creo que escribí un libro sobre un sueño, un sueño maravilloso, magnífico, enormemente complejo pero tremendamente sencillo también. Y creo que ese sueño, cuidadosamente elaborado por George Lucas y los equipos con los que contó, arroja mucha luz y mucha verdad sobre el ser humano, el de hoy y el de siempre, sobre lo que es, sobre todas sus dimensiones. En eso creo que acertó el mitólogo Campbell cuando dijo que la saga galáctica era “el mito renovado”.
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