Asistir a festivales de novela negra te hace conocer a muchos escritores que hasta ese momento te habían pasado desapercibidos. Algunos te los recomiendan tus prescriptores de confianza, otros llegan por comentarios elogiosos en redes. Y así, uno se hace la falsa creencia de que controla el género, que conoce a todos los autores que están haciendo obras notables en la actualidad y, además, se siente orgulloso por llegar a esas lecturas.
Por eso me molesta tanto que nadie me dijera que Jorge Fernández Díaz es tan bueno.
En internet prima la lectura rápida. Si has llegado hasta aquí te recomiendo que vayas a toda prisa a comprar La herida (Alfaguara, 2018), la novela más poderosa que vas a leer este año. Si aún así quieres saber más, prosigue.
Jorge Fernández Díaz nos mete en la piel de Remil, un agente del servicio de inteligencia argentino dedicado a temas oscuros. Su función es la de “martillo” y la de su superior, Cálgaris, la de “bisturí”. Los primeros mueren jóvenes y los segundos hacen carrera. La trama gira en torno a la orden del Papa Francisco de encontrar a una monja desaparecida. A la misma vez, Remil debe hacer de guardaespaldas de una diva del cine con conexiones políticas. Y, como suele suceder en estos casos, todo se complicará a una velocidad de vértigo.
La herida es un puñetazo en las costillas. Hay pocos libros con tanta fiereza, honestidad y solidez. Es una obra que brilla por su verosimilitud, en ocasiones cargada de datos que no hacen más que reforzar esa sensación de estar dentro de un mundo vivo y cambiante. Se trata de una novela dura, no por buscar el efectismo fácil, sino porque la realidad es así de cruel.
“Se quiso resistir de entrada, en la casucha que alquila, y me obligó a golpearlo sin miramientos. Pero aún con la jeta rota insistió en hacerse el valiente: pidió una navaja. A cambio, calenté una plancha, lo esposé a la cama y le quemé los huevos. ”Dicen que violaste a una monja y que después la enterraste en un descampado; que te vieron con una pala y que vos te pavoneabas en las fiestas”. Jura a los gritos, llorando de dolor y de miedo, que todo eso es falso, cosa de soplones. No le creo ni una palabra, así que le plancho las axilas.”
El autor no teme sumergirse en lo más profundo, oscuro y oculto de la sociedad para mostrarnos hasta la última costura, ya sea en barrios marginales o en hoteles de lujo. Al contrario que Don Winslow, en Jorge Fernández Díaz no se aprecian poses de cara a la galería, sino que todo rezuma un aire tan verídico que escuece.
Remil es todo un hallazgo. Un personaje duro y profesional, desencantado por todo lo que ha vivido y al mismo tiempo muy humano. Y este es uno de los aspectos que más me ha gustado de la novela. Jorge Fernández Díaz no tiene reparo alguno en hacerselo pasar mal a Remil. Lejos de esos escritores que se enamoran de sus protagonistas, en esta ocasión el autor no se corta un pelo y llega incluso a humillarlo. Prueba de ello es la vestimenta con la que debe huir de Nápoles o lo que encuentra en el vertedero, por citar dos ejemplos de los primeros capítulos.
Como decía al principio, en los festivales literarios siempre se habla de “el nuevo Chandler” o “el Jim Thompson español”. Ahora habrá que poner delante de todos esos títulos vacíos a Jorge Fernández Díaz, merecidamente “el mejor de todos nosotros”.
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Autor: Jorge Fernández Díaz. Título: La herida. Editorial: Planeta. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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