Cuando la editorial Tres Hermanas me propuso coordinar la colección de ensayo Clepsidra, pensé que, si había un libro idóneo para iniciar este camino, ese era Johann Sebastian Bach: Una herencia obligatoria, de Paul Hindemith. Pocas cosas tan difíciles en este mundo como ser capaces de estar a la altura a la hora de rendir homenaje a las figuras admiradas. ¿Cómo hacerlo sin que el propio entusiasmo acabe arrastrándonos, desbordándonos, hasta inutilizar el bienintencionado proyecto? ¿Cómo encontrar el perfecto equilibrio entre belleza y justicia al escribir un texto como ese? ¿Cómo dar estrictamente las notas adecuadas, y ni una más, inmerecida o discordante? ¿Cómo no ceder a la ansiedad y a la voracidad de contarlo (y devorarlo) todo, cuando uno domina tanto su materia o su objeto de estudio? Bach era un maestro de la proporción y la precisión, algo que no perdió de vista el compositor e intérprete Paul Hindemith al escribir esta pequeña joya (contenida, medida y profundamente hermosa). Hindemith lo redactó en el formato de una conferencia, que pronunció el 12 de septiembre de 1950 con motivo de la Bachfest de Hamburgo, que conmemoraba el segundo centenario de la muerte de Bach. En el excelente prólogo a esta obra, el musicólogo y traductor Luis Gago subraya la gran “afinidad espiritual” entre el biógrafo y el biografiado y la notable influencia de la obra de Bach en las composiciones del propio Paul Hindemith en el siglo XX. Mientras leemos este libro, nos preguntamos hasta qué punto tenía conciencia Bach, el que tal vez sea el más grande e influyente de todos los músicos, de ser algo así como un genio o una cumbre de grandeza artística y técnica. Quizá nadie mejor para retratarlo y dilucidarlo que el propio Hindemith, que solía hablar de sí mismo y de sus obras con gran modestia, y que se tenía por poco más que un músico práctico y un buen artesano. Convertir al autor de El arte de la fuga en un “monumento”, nos dice Hindemith, es lo que ha impedido apreciar “la verdadera estatura del hombre Bach y de sus obras”. En 1950 seguía reclamando una edición precisa de las obras completas de Bach que permitiera interpretar, por fin, las piezas de la manera adecuada (grafía, notación…) y sin las intromisiones y adherencias que “pequeños espíritus” habían ido depositando sobre las creaciones del genio. Si algo tenía claro Hindemith al afrontar su texto es que las biografías al uso de Bach “favorecían en exceso nuestra propensión a ver una estatua en lugar de un ser vivo”. Puede decirse que Hindemith logra en su conferencia “humanizar” al genio enigmático sin que, a la vez, dejemos de apreciar su don magistral y divino. Entre la humildad y la admiración (pero prescindiendo de los viejos “oropeles” y falsedades) escribe su breve pero gran texto el biógrafo/conferenciante. Ese es su ángulo, su punto de partida. Y nos presenta también, en breves pinceladas, la difícil existencia cotidiana del gran compositor (desgracias familiares, pérdidas, frustraciones personales, impaciencias, defectos de su carácter, incomprensiones, carencias como pedagogo… No todo era armonía y grandes composiciones de órgano o clave, ni coros majestuosos de niños y adolescentes interpretando sus cantatas en la Thomaskirche de Leipzig). Curioso, sin embargo, que pese a esta humanización, o esta bajada a tierra, Hindemith no pierda de vista la dimensión descomunal, visionaria y apabullante del gran maestro, cuyo talento, y esa música que “penetra el alma”, más allá del racionalismo/intelectualismo “llega directamente del cielo y nos emociona”. Hay un legado oculto en Bach, una herencia (estética y ética), rescatada tras el olvido, a la que se volvió a insuflar vida. De todo esto nos habla Paul Hindemith, pero sobre todo de la actitud de “héroe discreto” del enorme compositor, capaz de vencer “resistencias descomunales”, golpes y trabas de su entorno y del tiempo que le tocó vivir. El análisis prodigioso que Hindemith lleva a cabo de los diez últimos años de la vida de Bach (1740-1750), de los motivos de su aparente “parálisis creativa” y de su “melancolía de la capacidad” (una vez alcanzada la cima de la perfección) ya justificarían por sí solos la lectura de esta hermosa y fundamental obra.
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Autor: Paul Hindemith. Título: Johann Sebastian Bach: Una herencia obligatoria. Editorial: Tres Hermanas Libros (Colección Clepsidra). Venta: Todostuslibros
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