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La hija de la española, Grand Prix de l’Héroïne Madame Figaro 2020

La hija de la española, Grand Prix de l’Héroïne Madame Figaro 2020

La novela de Karina Sainz Borgo La hija de la española acaba de ser galardonada con el Grand Prix de l’Héroïne Madame Figaro 2020. Hablamos en exclusiva con su autora.

—Tu Adelaida ha competido, entre otras heroínas literarias, con la Berta Isla de Javier Marías por este premio, y la ha derrotado.

Berta Isla es una novela mucho más compleja, que se merece el Goncourt. Y seguramente se lo llevará de calle; estoy convencida.

—¿Cuándo supiste que La hija de la española estaba seleccionada para el Grand Prix de l’Héroïne Madame Figaro 2020?

—Hace tres semanas o un mes. Es un premio que otorgan los periodistas de cultura asociados a Le Figaro; no es un premio de votación pública. Y bueno, también es verdad que ellos apoyaron mucho la novela desde que salió.

—Hay una seducción del público francés por tu novela desde el principio.

"Lo político no era el elemento central, sino lo literario, y así quedó reflejado en las reseñas que salieron allá de La hija"

—Yo creo que los franceses lo han leído con la generosidad de los lectores que hemos sido generosos… No sé si me estoy explicando… ¡Lo han leído con una curiosidad y con una visión tan literaria…! Lo político no era el elemento central, sino lo literario, y así quedó reflejado en las reseñas que salieron allá de La hija. Eso siempre se agradece. Y claro, que ahora le otorguen a la novela el premio “a la heroína literaria del año” es una consecuencia maravillosa de esa manera de leer.

—¿Qué tiene de heroína Adelaida para ti?

—Que no tiene escrúpulos. No tiene ninguna clase de escrúpulos. Es un personaje resiliente y que de alguna u otra forma, igual que los héroes con los que uno se identifica, está hecha de un material humano. Yo creo que a la gente lo que le gusta de Adelaida es que sobrevive; jamás se sienta a llorar. ¿Cuándo carajo llora ella en esa novela? Nunca.

—Sí, es verdad, pero ¿tú la concebiste como una heroína o se fue construyendo así sobre la marcha?

—No, yo la concebí como una superviviente.

—O sea, que la heroína la ha construido el lector

"Este personaje es un superviviente; ella solo cuida de sí misma; ni siquiera cuida a la gente que está alrededor"

—Bueno. Digamos que, si Adelaida tiene la fortuna de que los lectores la consideren una heroína por ver una especie de victoria en la manera en la que acaba el viaje, bienvenido sea. Este personaje es un superviviente; ella solo cuida de sí misma; ni siquiera cuida a la gente que está alrededor. Solo desea salir; acometer el viaje; redimirse. 

—¿Adelaida es una heroína actual o una heroína clásica?

—Si ha de ser heroína, es sin duda de las clásicas.

—¿Por qué?

—Porque si fuera una heroína actual, tomaría antidepresivos, tendría una conciencia un poco más frágil de sí misma, y Adelaida jamás se permite eso. Yo creo que, en ese sentido, el héroe contemporáneo es muy anémico; le falta esa cosa dura, gruesa, de la vida normal y corriente, esa vida que existía más o menos hasta nuestra generación…

(Karina toma un sorbo de su cerveza helada en jarra blanca alemana de barro; de esas que mantienen la bebida fría hasta el final de la conversación).

Ay, pero ya está, ya está. Que yo quiero hablar contigo; no quiero más hablar de esta vaina. ¡Que hace tres meses que no nos vemos!

—Vale, vale, pero déjame hacerte la última pregunta. En tu siguiente novela, que ya está casi terminada, ¿hay heroínas así?

—Ahí lo que hay es un aquelarre. Pero mira, estoy enamorada de esa novela, de su violencia, de su belleza, tengo dos heroínas tremendas… El otro día lo leyó una persona y me dijo algo que me encantó: “Esta novela es como un western de la guajira”. Me gustó esa definición.

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