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La imposibilidad de ser feliz

La imposibilidad de ser feliz

Tener veinticuatro años y escribir una obra de teatro en verso de belleza shakespeareana. Tener veinticuatro años y conocer los quebrantos universales del alma. Más tarde morir sin saber que tu texto ha sido publicado y valorado entre las mejores de tus obras.

Vladimir Nabokov, autor ruso de finales del siglo XX, es reconocido por su novela Lolita, publicada en 1955. A todos nos suena el entramado pedófilo de la novela; un adulto de 40 años que se enamora de su hijastra de 12. Más allá de la moral moderna que ahora recae (como es lógico) sobre este tipo de historias perversas y retorcidas del siglo pasado, se conoce que la calidad literaria y narrativa que empleó el autor le otorga un puesto entre las obras maestras de la literatura universal. Se dice que ésta no es la única novela en la que Vladimir habla sobre menores corrompidas: al parecer, de las 19 ficciones escritas por lo menos 6 tienen un carácter sexual-pedófilo.

Tragedia del señor Morn se sale de esta rúbrica perversa y se centra en ideas más románticas y filosóficas: la imposibilidad de ser feliz, el deseo de amar y la pulsión de muerte.

"Existe un rey que no se deja ver el rostro, una especie de héroe enmascarado que ha cambiado un sistema opresor por uno más amable con su pueblo"

Imaginemos un territorio distópico, una capital sin nombre que, de manera muy extraña, se parece a cualquier capital europea en la que hayamos vivido. Existe un rey que no se deja ver el rostro, una especie de héroe enmascarado que ha cambiado un sistema opresor por uno más amable con su pueblo. Dicho héroe lleva una contramáscara, se llama Morn y es un poeta, un excéntrico, un artista melancólico. Existe un antagonista: Tremens, una metáfora de muerte, guerra y destrucción, con argumentos terriblemente bellos sobre el asesinato y el suicidio. Existen otros personajes que sostienen la tragedia tensando sus deseos entre la vida y la muerte.

“Toda la obra está construida de tal forma que cada movimiento dramático de uno u otro personaje repercute en los demás”.

Lo que atraviesa en general a todos los personajes es la autocomplacencia, su individualidad y la hipocresía de una clase burguesa que no escucha a la masa y solo se mira el ombligo.

"Lo que nos llama la atención es la ininterrumpida corriente de metáforas; el marco retórico, la composición llena de tonalidades y efectos sonoros"

Lo que nos llama la atención es la ininterrumpida corriente de metáforas; el marco retórico, la composición llena de tonalidades y efectos sonoros y la claridad de los conflictos a través de los argumentos de los personajes, sin perder la profundidad poética en cada verso. Una maravilla para los sentidos y un goce para los lectores teatrales.

La edición de La Uña Rota incluye una nota del traductor Rafael Rodríguez, quien nos cuenta algunas de sus limitaciones a la hora de traducir del ruso al español, como por ejemplo cambiar el verso blanco y pentámetro yámbico del original (como dice Rafael, “obedece al deseo del autor por imitar el estilo de Shakespeare”) a una lírica más española, optando por el endecasílabo clásico perteneciente al Siglo de Oro. Una introducción de Andrei Bábikov nos contextualiza los orígenes del drama a través de una historia, recuperada gracias al material de los archivos, que en su gran mayoría son cartas escritas a su mujer Vera Slónim. Dichas cartas nos abren al debate sobre la creación y las necesidades personales.

“Entiéndelo, yo necesito las comodidades, no por las comodidades en sí, sino para no pensar en ellas, y sólo escribir, escribir, desplegarme, reverberar…”.

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Autor: Vladimir Nabokov. Título: Tragedia del señor Morn. Traducción: Rafael Rodríguez. Editorial: La uña rota. Venta: Todostuslibros.com

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