El próximo 8 de octubre Alfaguara publicará la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, La isla de la mujer dormida, una historia de mar, amor y aventuras ambientada en una isla de las Cícladas occidentales griegas. En abril de 1937, mientras en España transcurre la Guerra Civil, el marino mercante Miguel Jordán Kyriazis es enviado por el bando sublevado para atacar de modo clandestino el tráfico naval que desde la Unión Soviética transporta ayuda militar para la República. En la base de operaciones, una pequeña isla del mar Egeo, la vida del corsario español se cruzará en un turbio triángulo con la de los propietarios, el barón Katelios y su esposa: una seductora mujer madura que busca, con fría desesperación, el modo de escapar a su destino.
El propio Pérez-Reverte explica, acerca de su última novela, lo siguiente: «Siempre quise escribir una novela de corsarios modernos, y La isla de la mujer dormida me brindó por fin la oportunidad de hacerlo. Además, el Mediterráneo y el mar Egeo de los años treinta del siglo pasado eran el escenario perfecto para eso».
Arturo Pérez-Reverte nació en Cartagena, España, en 1951. Fue reportero de guerra durante veintiún años y cubrió dieciocho conflictos armados para los diarios y la televisión. Con más de veinte millones de lectores en el mundo y traducido a cuarenta idiomas, muchas de sus obras han sido llevadas al cine y la televisión. Hoy comparte su vida entre la literatura, el mar y la navegación. Es miembro de la Real Academia Española y de la Asociación de Escritores de Marina de Francia.
Buscaba la boca del hombre con la suya, húmeda de sal.
—¿Tienes frío? —preguntó él.
—No, no… Tengo miedo.
—¿A qué?
—A cuando te hayas ido y esto se borre de mi memoria.
Presionó contra él su cuerpo goteante; y Jordán, mojada la ropa, la acogió entre los brazos estrechándola muy fuerte.
—Maldito seas, capitán Mihalis —susurró ella de pronto.
Tardó él un momento en comprender.
—Sí —dijo al fin.
Pues a esperar. A esperar que los hados del comercio la traigan a estas orillas, especie de ínsula barataria del siglo que corre. Y después, a disfrutarla y finalmente sentirme culpable de que lo que a don Arturo le tome su buen año se lo despache uno en un par de veladas.
Sr Pérez Reverte:
Para mí comentar algo es una adicción, no puedo evitarlo y entro al trapo si tengo algo que decir y, como soy rebelde, siempre encuentro algo.
En el párrafo de degustación, hay una mujer que abraza apasionadamente a un hombre. Y no debe de ser su marido porque teme que él la olvide y le maldice.
Grosso modo, es mi lectura. Y claro, si tengo razón en lo leído, también tengo razón en mis líneas éticas.
El enamoramiento puede surgir y es frecuente, entre compañeros de trabajo, conocidos y saludados y no es malo per se, aunque la mayoría vayan corriendo a meterse en la cama, (respetable, pero yo no lo haría forastero).
La maldad está en el uso que se haga de ese sentimiento tanto para el cónyuge como para el nuevo enamorado. No se puede, mejor no se debe, engañar a ninguno.
Personalmente nunca engañé a nadie ni fui infiel.
Oportunidades? Pues sí.
Quizás en mi caso no hubiese resultado difícil cortar esa ilusión al principio. Yo lo habría hecho así y tampoco tendría una relación con un hombre casado.
Tal vez digo eso porque amaba a mi marido; de otro modo, si el sentimiento hubiese progresado mucho, procuraría terminar el compromiso con mi esposo, antes de comenzar algo nuevo.
Estas son mis teorías y quiero pensar que siendo pudorosa y puritana como me considero, las llevaría a cabo.
Qué pasará con el affaire? La solución en octubre.
Pues me parece muy bien que pienses así y actúes en consecuencia, pero el deseo es muy caprichoso y casi siempre se desea lo que no se tiene. Pero desear no es lo mismo que amar, ni el amor debería ser posesivo. La fidelidad está muy bien cuando no es demasiado difícil de llevar o se confunde con la seguridad o la costumbre, pero no es lo mismo que la lealtad. Puedes dejar de amar pero no necesariamente te tienes que alejar de quien has amado.
Piratas, una isla, una mujer… esto promete. Unido al marco incomparable de las cícladas, mares azules, cielos límpidos, costas intrincadas, puertos pequeños con eternos pescadores de costa y comidas tradicionales de pescado marinero reciente… un buen vino blanco, unas aceitunas de kalamata…
Novela ideal para el verano, quizás. ¡Que rollo, hasta octubre! Sádicos editores y planificadores de marketing. Pero, bueno, en octubre podremos evocar todo esto con el tiempo ya cambiado y la lluvia en los cristales, como dirìa Machado.
Paciente espera…
Una buena razón para esperar al otoño…
Bueno, cada año una celebración cuando aparece anunciada una nueva creación de Don Arturo. Ya está ahí, a tiro de piedra. La tengo agendada para el 8 de octubre, así de posesivo viene el asunto. A caminar por campo minado, dónde nada es seguro y mucho menos predecible.