Un rascacielos que arde por una colilla mal apagada es solo el descabellado inicio del quilombo de misterios que rodean el incendio de la Torre Windsor en Madrid en 2005, desde los «fantasmas» en la ventana a la implicación del comisario Villarejo y de una de las familias más ricas de España.
«El caso tenía todos los ingredientes necesarios para construir una historia espectacular», ha señalado a EFE Víctor Morillo, productor ejecutivo y responsable de desarrollo de la serie: «Podías hablar desde un presunto complot bancario a Los bingueros de Pajares y Esteso». Esta última vertiente es posiblemente la más desconocida, y es que la familia Reyzábal, propietaria de la Torre Windsor, fue también la fundadora de Ízaro Films, productora de ese taquillazo ibérico, y dueña de numerosos cines, salas de fiesta y oficinas en el Madrid de los años 70 y 80.
A lo largo de cuatro episodios, la serie examina cada uno de los elementos sospechosos que fueron saliendo a la luz y dieron pie a todo tipo de especulaciones, desde las llamaradas azules que desprendía el fuego a la poca presión del agua, que dificultó el trabajo de los bomberos, pasando por un butrón que se encontró y las sombras de personas en el interior del edificio en llamas grabadas por un videoaficionado. Todo ello rematado en 2019 por la filtración de unos documentos que vinculaban el incendio con un supuesto encargo al excomisario José Manuel Villarejo para destruir pruebas comprometedoras para el expresidente del BBVA Francisco González sobre su gestión en la sociedad FG Valores.
«Cuando uno está investigando cree tener unas certezas, pero las va a buscar y se encuentra otras cosas», apunta Raül Calabria, director y guionista, que valora especialmente el testimonio de los dos peritos que aparecen en el documental, uno por parte de la aseguradora y otro de la familia. «Son los grandes protagonistas porque hacen, diríamos, la autopsia del cadáver y te aportan datos», subraya. También participan los bomberos, los arquitectos del edificio, el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, y periodistas que han investigado el caso, desde Gabriela Cañas (presidenta de EFE y autora de la novela Torres de fuego) a José Antonio Hernández (exjefe de investigación de El País), Ruth Ugalde (El Confidencial), José Antonio Masegosa (Telemadrid) o Marta González Novo (Cadena SER).
Pese a que el Juzgado de Instrucción número 28 de Madrid archivó la causa el 31 de enero de 2006, dando por buena la teoría de que el origen del incendio fue una colilla mal apagada en un despacho de la empresa Deloitte, los creadores de la serie reivindican el derecho a seguir investigando, por las dudas que quedaron en el aire y que se acumularon con el paso de los años. «Cuando no hay certezas se abre paso la especulación, esto es humano y es legítimo», opina Calabria, secundado por Morillo, que también produjo Operación Palace (2014), un falso documental sobre el 23F emitido en el programa Salvados, de Jordi Évole.
En el documental aluden a un principio filosófico conocido como «la navaja de Ockham» o principio de parsimonia, según el cual, en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable y tratan de aplicarla al caso Windsor. «La realidad es que la versión oficial, la de la colilla en la papelera, es muy improbable, por mero cálculo estadístico. Es más fácil quemar aposta el edificio a que ocurra eso», indica Morillo. El enfoque de la serie oscila entre el juego detectivesco —algo que se han permitido, dicen, dado que no hubo víctimas mortales— y la reflexión sobre cómo se configuran los mitos y leyendas en la cultura popular.
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