Estamos en la antesala de las navidades y las editoriales apuestan fuerte en este último trimestre. Sin embargo, una de las mejores novelas de 2016, y conviene que este hecho no pase desapercibido por el bien de los lectores, se publicó el pasado mayo en Suma de Letras. Su título es La maniobra de la tortuga, y la firma Benito Olmo (Cádiz, 1980), un nombre que quizás les resulte desconocido. No será por mucho tiempo. Porque esta novela policíaca de aroma clásico es un ejemplo de buena literatura y éxito comercial seguro, algo con lo que todo escritor (y editor, agente, librero…) sueña.
La trama de La maniobra de la tortuga es relativamente sencilla. El cadáver de una adolescente colombiana de dieciséis años aparece en un contenedor de basura de Cádiz. Encontrar al culpable se convierte en una obsesión para el policía Manuel Bianquetti, aunque para ello tenga que saltarse la ley. La investigación, enredada en una telaraña de mentiras, corrupción, silencios a golpe de cartera y violadores hijos de la gran puta, dura cuatro trepidantes días, en los que el protagonista utiliza el método jamesiano, por Henry James, que se caracteriza por alcanzar hondas verdades a partir de una exhaustiva indagación en la superficie de las cosas. La novela tiene una trama paralela extraordinaria, la de Cristina, una mujer víctima de maltrato por parte de su exmarido. Todo encaja al final en una construcción arquitectónicamente perfecta.
Las relaciones que se establecen entre los personajes, especialmente entre Bianquetti y Cristina, permiten a Benito Olmo profundizar con acierto en un tema tan antiguo como la literatura misma: el de la complejidad de los afectos y el de la oscura naturaleza de los lazos que unen a los seres humanos.
Manuel Bianquetti es un descubrimiento sensacional, un inspector de policía “con más de dos metros de altura” (p. 36) y apartado a las profundidades provinciales desde su Madrid natal. En este caso a la capital gaditana, una ciudad que se convierte en otra protagonista más de la novela, aunque alejada de los tópicos de sol y cachondeo con los que se identifica a la Tacita de Plata. Bianquetti alberga muchos problemas no resueltos, siendo incapaz de encararlos. Los niega, y de la negación, como cualquier psicólogo sabe, parten los complejos. Y más problemas. Uno reconoce en este hombre rudo, poco ortodoxo y con un código ético muy fuerte, su desprecio hacia la autoridad. Tolstói escribió que todas las familias felices se parecen entre sí, pero las infelices lo son cada una a su manera. Pues eso.
El buen escritor, antes incluso de sentirse o de llamarse así, es un buen lector. Y el Bianquetti de Olmo le debe mucho al detective de la policía de Los Ángeles, Harry Bosch, la creación de Michael Connelly; al inspector Harry Hole, de Jo Nesbø, y al Flanagan de Andreu Martín. Que me corrija si me equivoco.
Concisión y precisión para contar una historia negra que se puede hacer extensiva a su manera de plantearse una narración. Encontrarse con esta historia engolfa la lectura. Porque más allá del convincente ejercicio literario, Benito Olmo narra con la autenticidad de quien sacude al lector desde una voz propia. Dicho esto, destacaré como otro de sus rasgos principales el carácter cinematográfico, algo cada vez más habitual en las nuevas generaciones de novelistas.
Un primer tomo con las aventuras detectivescas de Manuel Bianquetti que cumple con creces con la misión de engancharnos a la serie y que va más allá de la simple carta de presentación para establecerse como una novela entretenidísima que nos impide abandonar su lectura pues hallamos solaz mientras devoramos sus páginas. Benito Olmo va a interesar a mucha gente. Una apuesta de futuro.
Título: La maniobra de la tortuga. Autor: Benito Olmo. Editorial: Suma. Edición: Papel y Kindle
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