«Y lo que ocurría era plácido y bueno». La sentencia aparece como una acotación y, sin embargo, resume el espíritu de Si una mañana de verano, un viajero. José Carlos Llop (Palma, 1956) nos remite a cultivar lo que nos complace, lo que nos hace mejores, olvidándonos de lo mundano, como que cada día es más difícil aparcar porque el mundo está demasiado lleno. El mundo es también un viaje interior, ese que él ejecuta cada mañana de verano acompañado de su perro, la música del romanticismo, Patrick Leigh Fermor, los parajes mallorquines y el mismísimo Ítalo Calvino al que homenajea en el título de esta obra. Enseguida reconocemos el tipo de poesía que Llop adora, la que nos acerca al territorio la belleza, la que nos han dedicado los hombres y las mujeres que tienen un gusto adorable y que jamás caerán en la pedantería. «Escribir es una forma de impedir la disolución de nuestra experiencia. Evitar que se diluyan todos los sentimientos y al hacerlo hallar en el arte no tanto su mausoleo como su recuerdo vivo», señala, aclarándonos de dónde surge la necesidad de esta obra, que a él le congracia con la confesión consecuente a la pregunta ¿por qué escribir?, y a nosotros con la idea de la bondad que supone leer.
¿Qué es lo que más necesitamos? ¿Qué es lo que de verdad andamos buscando? Lo diremos utilizando el concepto al que Llop apunta pero que no llega a escribir: al final, todos anhelamos el descanso. Es cierto que cada uno de nosotros está hecho de distintas materias, pero hay un par de ellas que son comunes: el tiempo, que Borges tachaba de deleznable, y la aspiración a la calma. Llop indaga en todo ello a lo largo de estas páginas en que se entrega a la memoria, o a las memorias, porque uno va deduciendo que no es una única memoria la que nos construye. Hay una memoria sensorial, una memoria cultural y luego están los recuerdos, que eso sí son totalmente propios. Y además están las elecciones, lo que uno ha ido escogiendo para ser quien es, hasta el punto de que «los momentos en los que dejamos de ser otros, en los que dejamos que pase la posibilidad de serlo, son tan importantes como nuestras acciones».
Llop cierra un ciclo de 33 veranos de su vida en una casa junto al mar, con memoria, sin nostalgia, con poesía, con el saber estar que siempre ha caracterizado su obra. Cuando uno pone sinceramente su corazón al desnudo, y posee talento para la expresión, a los demás sólo nos cabe sentarnos a admirar.
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Autor: José Carlos Llop. Título: Si una mañana de verano, un viajero. Editorial: Alfaguara. Venta: Todostuslibros.
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