«Aquello que no debería estar allí», «(lo) erróneo», «(lo) que no debería existir»… porque, de hacerlo, las categorías con las que nos explicamos el mundo dejarían de valer. El magnífico ensayo Lo raro y lo espeluznante (Alpha Decay, 2018), del filósofo Mark Fisher (1968-2017), definía así la primera parte de su título —lo raro—; en cuanto a la segunda —lo espeluznante—, tiene más que ver con lo desconocido, con la alteridad, con la falta de ausencia o la falta de presencia, con que no alcancemos a vislumbrar quién hace (o no hace), ni por qué hay (o no hay) algo. Disquisiciones teóricas aparte, lo cierto es que manejar con tino ambos conceptos a la hora de idear ficciones, de concebir historias, de crear arte, en suma, tiene más que ver con una finezza, un sexto sentido o una mirada oblicua que con pintar el horror a brochazos o limitarse a jugar al despiste creativo.
Doce textos cortos emparentados con el terror y la ciencia ficción, pero también próximos a un realismo oscuro e inclemente; por momentos, oníricos; en ocasiones, rayanos en el simbolismo, y que, de una u otra forma, dan pleno sentido a lo que la literatura anglosajona suele llamar «weird» o «ficción extraña». Imaginemos así una suerte de santa compaña compuesta exclusivamente por mujeres, una versión retorcida y melancólica de Toy Story, ácidas sátiras laborales y extraños partos animales, hombres vestidos de gris y cubos donde se agitan cosas en plena vigilia, presencias expertas en embrujar casas y arañas que son sus dueñas y señoras, tipos sumidos en su propia espiral hacia la nada más absoluta, perros que vagabundean en el apocalipsis o asesinatos de niños a plena luz del día, entre otras historias. Muchos de estos relatos parecen orbitar en torno a la destrucción de la inocencia; habita en ellos una fascinación por la negrura y, de forma complementaria, la pasividad ante el horror. Además, en casi todos late, siempre dispuesta a estallar, la pulsión del absurdo. Es más: a medida que pasamos páginas se afianza la impresión de que somos marionetas del cosmos insondable, descubrimos aberrantes notas de humor y se consolida un pacto con lo grotesco. Y es que los personajes de esta antología no entienden el mundo que les ha tocado vivir, tampoco lo comparten, pero, a menudo, no lo rechazan de manera explícita.
Amén de su facilidad para la evocación puramente literaria de reminiscencias kafkianas, la prosa de José Luis Pascual también posee un gen cinematográfico; no es difícil encontrar escenas cuyo potencial terrorífico enorgullecería a David Lynch (1946) y su Cabeza borradora (1977), se respira la asfixiante atmósfera de Enemy (2013) —la película que Denis Villeneuve (1967) le dedicó a esa obra maestra que es El hombre duplicado (2002), de José Saramago (1922-2010)— y, a la vez, nos encogemos con una frialdad que me ha recordado a filmes de la talla de Under the skin (2013), del oscarizado Jonathan Glazer (1965).
Prologado por el escritor Santiago Eximeno (1973), Conocerás el mar, esa ancha tumba —título que, por cierto, proviene de un verso del poeta maldito Leopoldo María Panero (1948-2014)— es la prueba de que José Luis Pascual se siente cómodo bailando a oscuras. Y es que, no en vano, Pascual dirige desde hace más de una década la web de crítica cultural Dentro del Monolito, sitio que, gracias a sus propias aportaciones y las de múltiples colaboradores, se ha convertido en habitación del pánico para todos los amantes de la cultura popular y el terror, ya se trate de cómics, libros o películas.
Eolas Ediciones, cuya colección ‘Las Puertas de lo Posible’ ha ido sumando a su catálogo a buena parte de los nombres más relevantes del país en lo que a literatura de género se refiere, incorpora ahora este título raro, espeluznante en el mejor de sentidos, y que reivindica las lóbregas grutas interiores que todos y todas albergamos. Y también, por qué no decirlo, las iridiscencias salinas que proyectamos desde esas profundidades.
———————
Autor: José Luis Pascual. Título: Conocerás el mar, esa ancha tumba. Editorial: Eolas. Venta: Todostuslibros
-
La maldición del Lazarillo
/abril 23, 2025/Al acabar la contienda mi abuelo purgó con cárcel el haber combatido en el Ejército Rojo: su ciudad quedó en zona republicana. Al terminar su condena se desentendió de mi abuela y su hijo y formó una nueva familia. Esto marcó a fuego, para mal, a mi gente. Hasta entonces mi abuela y sus hermanas regentaban un ventorrillo en el que servían vino y comidas caseras. Harta de soportar a borrachos babosos que, por ser madre soltera, la consideraban una golfa y se atrevían a hacerle proposiciones rijosas, cerró el negocio. Trabajó en lo que pudo: huertos, almacenes de frutas,…
-
3 poemas de Marge Piercy
/abril 23, 2025/*** La muñeca Barbie Esta niñita nació como de costumbre y le regalaron muñecas que hacían pipí y estufas y planchas GE en miniatura y pintalabios de caramelo de cereza. En plena pubertad, un compañero le dijo: tienes la nariz grande y las piernas gordas. Era sana, probadamente inteligente, poseía brazos y espalda fuertes, abundante impulso sexual y destreza manual. Iba de un lado a otro disculpándose. Pero solo veían una narizota sobre unas piernotas. Le aconsejaron que se hiciera la tímida, la exhortaron a que se animara, haz ejercicio, dieta, sonríe y seduce. Su buen carácter se desgastó como…
-
La galería de los recuerdos inventados
/abril 23, 2025/Cugat se situaba entre lo cañí y lo kitsch. Lo digo por el bisoñé que llevaba puesto y con el que incluso jugaba a que se le caía durante la actuación, entre el mambo y la rumba con decorados fucsia y pistacho. Lo que yo no sabía en aquellos primeros noventa es que Cugat venía de vuelta ya de casi todo: de los excesos, del lujo, de las luchas, de la vida interminable en hoteles, de varios matrimonios fracasados, de lucirse por toda la geografía estadounidense tocando sin cesar. Fue el hombre que desde el principio de su carrera tuvo…
-
El Escorial y un arquitecto madrileño
/abril 23, 2025/Nacido en Madrid en un año que la historia no precisa, aunque lo cifra en torno a 1515, la formación del futuro arquitecto fue romana. Allí en Italia se le conocía como Giovanni Battista de Alfonsis, asistente que fuera de Antonio Sangallo. Los peritos concluyen que Giovanni Batista de Alfonsis y el madrileño fueron la misma persona: las caligrafías de uno y otro son idénticas. Se sabe que en Roma Juan Francisco de Toledo colaboró en las obras de la basílica de San Pedro. Hay textos autógrafos de Miguel Ángel, referidos a él, en los que indica que se sigan…
Me encanta la reseña, hace justicia a la obra de JL.