Las aguas del Sena se llevaron a un poeta inmortal gracias a sus versos. A continuación, puedes leer La muerte muerta, de Gherasim Luca.
La muerte muerta, de Gherasim Luca
Con extrema voluptuosidad mental
y bajo un estado de excitación
afectivo y físico ininterrumpido
persigo en mí y fuera de mí
este número de acrobacia infinita
Estos saltos contemplativos y lúbricos
que ejecuto
simultáneamente tumbado y de pie
incluso en mi forma desconcertante
o innoble o profundamente afrodisíaca
o perfectamente ininteligible
de saludar de lejos a mis semejantes
de tocar o de mover
con indiferencia fingida
un cuchillo, una fruta
o la cabellera de una mujer
estos saltos convulsivos que provoco
en el interior de mi ser
convulsivamente integrado
en la grandiosa convulsión universal
y cuya dialéctica dominante
me era siempre accesible
aunque sólo captara
las relaciones aparentes,
han comenzado en los últimos tiempos
a oponerme su figura impenetrable
como si
ante la tentación de encontrarme
conmigo mismo
en la superficie de un espejo
arañara impacientemente el azogue
para asistir
estupefacto
a mi propia desaparición
No se trata aquí de torpeza alguna
en el plano del conocimiento
ni de la piadosa maniobra del hombre
que declara orgullosamente su ignorancia
No reconozco en mí ninguna
curiosidad intelectual
y sostengo sin el menor escrúpulo
mi poco interés
por algunas de las cuestiones fundamentales
que se plantean mis semejantes
Podría morir mil veces
sin que me plantee
un problema fundamental
como el de la muerte
en su dimensión filosófica
esta forma de dejarse inquietar
por el misterio que nos rodea
me ha parecido siempre depender
de un idealismo implícito
sea el enfoque materialista o no
La muerte en tanto que obstáculo
opresión, tiranía, límite
angustia universal
en tanto que enemiga real, diaria
insoportable, inadmisible e ininteligible
debe, para llegar a ser verdaderamente vulnerable
y, por tanto, soluble
aparecérseme en las relaciones dialécticas
minúsculas y gigantescas
que mantengo continuamente con ella
independientemente del lugar que ocupa
en la ridícula escala de valores
En relación con la muerte
un paraguas encontrado en la calle
me parece tan inquietante
como el sombrío diagnóstico de un médico
En mis relaciones con la muerte
(con los guantes, el fuego, el destino
los latidos del corazón, las flores … )
pronunciar fortuitamente
la palabra «moribunda»
en lugar de «bienamada»
basta para alarmar mi mediumnidad
y el peligro de muerte
que amenaza a mi bienamada
del cual tengo conocimiento
por ese lapsus de premonición subjetiva
(deseo su muerte)
y objetiva (está en peligro de muerte)
me inspira un contraataque
con la forma de un hechizo subjetivo
(no deseo su muerte
-ambivalencia interior, culpabilidad)
y objetivo (no está en peligro de muerte
-ambivalencia exterior, azar favorable)
Construyo un talismán-simulacro
siguiendo un procedimiento automático
de mi invención («El Ojo magnético»)
[…]
Sé en qué medida
mi desesperación proyectada sobre la totalidad
de las personas que me rodean
es susceptible de sugerir
la manía de persecución
en su fase aguda, pero esta faceta
de mi comportamiento no sabría cómo abolir
el significado objetivo
que atribuyo a la paranoia
ya que para denunciar a las personas que amo
dispongo de un material analítico
por sí mismo convincente
sin que sea necesario
el apoyo maníaco de mi persona
Además, poco importa que mis acusaciones
sean legítimas o no
Lo que me interesa, lo que experimento
como una necesidad irresistible
es apoyar con mis actos
hasta en sus consecuencias más absurdas
el vacío teórico que me ocupa
independientemente del dolor pasajero
que me inflijo y de la categoría masoquista
en la que supuestamente caigo
Para mí, el único placer
objetivamente deseable, aquel que jamás
ha sido experimentado, no puede suscitarse
más que por una euforia mental concomitante
jamás imaginada, jamás pensada
Los errores teóricos que haya podido cometer
y que me han vuelto en los últimos tiempos
tan vulnerable al sadismo incesante
del mundo exterior
no pueden encontrar una salida
si no es porque conservo en mí el equilibrio
inestable de la negación
y de la negación de la negación
única forma de estar siempre de acuerdo
con uno mismo
El vacío teórico que experimento
como si viviera día y noche
bajo una máquina neumática
me obliga a mandar a todos los que me quieren
cartas de ruptura en las que denuncio su odio
teniendo su amor por mí todos los caracteres
latentes del odio general
El alejamiento físico de estas personas
no es solamente la puesta en práctica
de mi vacío teórico
sino también una medida elemental de seguridad
[…]
La presencia permanente de la muerte
en la noche funeraria de mi ser
jamás adoptará, en tanto que necesidad
los aspectos paralizantes de la muerte
inventada por el Creador
esta muerte (esta vida) estructuralmente
religiosa desaparecerá con la última
represión
La muerte que yo acojo como una necesidad
como la válvula de la desesperación
como una réplica del amor y del odio
como una prolongación de mi ser
en el interior de mis propias contradicciones
esa muerte, yo la reconozco
en ciertos aspectos angustiosos
y lúbricos del sueño, en la toxicomanía
en la catalepsia, en el automatismo
ambulatorio
siempre en la intersección
del hombre y la sombra
de la sombra y la llama
la reconozco en mi necrofilia enmascarada
cuando obligo a mi amada
a guardar durante el amor
una pasividad glacial
la reconozco incluso en el acto mecánico
del sueño, en el desmayo
o en la epilepsia
pero nunca reconoceré
ni siquiera en mis ensueños más
autoflageladores
la objetividad de ese fenómeno siniestro
que nos vuelve monótonos
nos hace repetitivos y nos extermina
como si fuéramos la víctima
mil veces milenaria
de un monomaniaco senil y cínico
La prolongación de esta muerte necesaria
que ya no se opondrá traumáticamente
a la vida y que la resolverá
en el sentido de una negación ininterrumpida
en la que sean perpetuamente posibles
la reciprocidad y la inversión causal
la prolongación de esta muerte objetiva
como una réplica a mi vida objetiva
a través de la cual alcanza
una tensión siempre extrema
la objetividad incandescente de mis amores
me obliga hoy
en un estado de ilimitada desolación
pánica, de catalepsia moral
llevada hasta el vacío teórico
y de desesperación insoluble, macabra
y sintomáticamente revolucionaria
a agravar este estado de irritación aguda
exasperándolo hasta su imposible
negación, hasta la negación
exasperante de lo imposible
en donde la muerte
para ser devorada como una mujer
se libera de sus sumas traumáticas
y se ilumina cualitativamente
taumatúrgicamente y adorablemente
de humor
Utilizando los signos cifrados
de nuestro tatuaje interior
apelando de nuevo
al Irrespirable Triángulo del artificio
a la Mujer de las mil Pieles
del automatismo
al Corazón Doble del sonambulismo provocado
y a la Gran, a la Inigualable Ballena
del simulacro
Hace varios días que llevo a cabo
algunos intentos de suicidio
que no son sólo
una consecuencia lógica
de mis decepciones, de mi saturación
y de mi desesperación subjetiva
sino la primera victoria real
y virtual
sobre esa Paralítica General Absoluta
que es la muerte
(Traducción de Eugenio Castro)
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