(Para Camila)
La niña que es cojita no quiere ser cojita,
la niña que es cojita se mira en la amplia luna
del armario de su madre que ya no vive aquí.
La niña que es cojita y no quiere ser cojita
se viste con faldas de abeja
y no quiere que veamos sus piernas de regaliz.
La niña que jamás quiso ser cojita no es bajita
tiene un pecho de alegría y dos alas de jazmín
sólo es una niña bajita y ojos no demasiado grandes
pero saben a chocolate es algo tímida y su mejor foto es de perfil.
La niña bajita y algo cojita llora cuando sale la luna
como en un poema de su amigo Federico
se ríe con lágrimas de payaso desde la piscina
y me promete entre risas más botones de marfil.
La niña cojita baila a solas El sueño de los cisnes
cuando ni los cines la miran y las salamandras no la ven
luego se disfraza con capirotes de perlas y guirnaldas de añil.
La niña que todos dicen que es cojita
lleva braguitas de jazmín
bracitos de mármol y una naricita de colibrí.
La niña cojita que jamás pensó que fuera cojita
se llama Camila y mira un diapasón
de dientes de agua
en una merienda larga y triste como esas de abril.
Mi hija cojita de esmeraldas y mareas
sueña en la noche melodías de Satie
a la vera de su gato lloviéndole agua de anís.
Mi niña que dice ya no ser cojita
vuela como el primer asombro de abril
insomne, dudosa y frágil,
aunque dicen que te llevan de mí.
(Ayamonte, 18 de agosto de 2017)
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