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La nueva «Manhattan Transfer»

La nueva «Manhattan Transfer»

Rosa Bautista, la traductora de esta nueva versión de Manhattan Transfer, de John Dos Passos, escribe el siguiente artículo para Zenda, a partir de su estudio introductorio publicado para la edición de Cátedra.

Desde que el escritor estadounidense John Dos Passos (1896-1970) visitó España por primera vez en el año 1916, se sintió fascinado por nuestro país. A la edad de veinte años y recién finalizados sus estudios en Harvard, en aquella ocasión lo que a Dos Passos realmente le hubiese gustado habría sido presentarse voluntario en la guerra europea como conductor de ambulancias, pero su padre le quitó la idea de la cabeza y lo convenció para que viniese a Madrid a aprender español. Así comenzó una intensa relación del autor de Manhattan Transfer (1925) con nuestro país, que marcó una parte importantísima de su vida y de su obra, en las que España fue una constante a través de los años.

El genial autor norteamericano continúa vigente en nuestro panorama cultural y literario, en el que su novela Manhattan Transfer ha tenido un papel muy relevante desde su primera publicación en 1929. Para los lectores españoles, Dos Passos y Manhattan Transfer se han convertido en un binomio inseparable en nuestra concepción del más español de los escritores norteamericanos de la era del jazz. Aquí se empapó del arte, la literatura y la arquitectura, disfrutó de los paisajes y entabló amistades que conservó a lo largo de su vida: sus escritos sobre España son buena muestra de ello. Dos Passos no solo adquirió un apabullante conocimiento de nuestra cultura y de nuestra sociedad, sino que siempre llevó a España en el corazón.

"Tuvo oportunidad de conocer a otros escritores, entre ellos Ramón J. Sender, Maurice Coindreau y Antonio Machado, a quien visitó en Segovia"

Durante su primera estancia en Madrid, Dos Passos se matriculó en el Centro de Estudios Históricos, donde asistió a las clases del prestigioso filólogo Tomás Navarro Tomás. Mientras esperaba plaza para alojarse en la Residencia de Estudiantes, se instaló en la pensión Boston, situada en la madrileña calle de Espoz y Mina, casi esquina con la Puerta del Sol. Además de empaparse de la vida madrileña, tuvo oportunidad de visitar Segovia, Aranjuez, Toledo, El Pardo, y también las montañas y los campos castellanos. A algunas de estas salidas lo acompañaron dos de sus compañeros de Harvard que vinieron a visitarlo, así como también nuevos conocidos españoles; entre ellos, Carlos Posada, un estudiante de Derecho que había conocido en la universidad; José (Pepe) Giner, sobrino del célebre pedagogo Giner de los Ríos; y José Robles Pazos, uno de sus mejores amigos españoles, que traduciría Manhattan Transfer al español años después y cuya trágica muerte en la guerra civil española es una de las claves para comprender el giro ideológico de Dos Passos a partir de 1938 y su desencuentro con Ernest Hemingway.

La primera estancia del joven Dos Passos en Madrid se vio interrumpida bruscamente por el fallecimiento de su padre en enero de 1917, pero regresó a Europa (Francia e Italia) en el otoño de ese mismo año como conductor voluntario de ambulancias en la Primera Guerra Mundial, y permaneció hasta 1919. En agosto de aquel año volvió a España, esta vez para quedarse más tiempo. En esta segunda ocasión visitó el País Vasco, Cantabria, Granada, Barcelona y Mallorca, y reunió abundante material para completar los libros que había comenzado a escribir antes de la muerte de su padre: el poemario A Pushcart at the Curb (1922) [Invierno en Castilla y otros poemas, Renacimiento, 2018] y el interesante Rosinante to the Road Again (1922) [Rocinante vuelve al camino, Cenit 1930] una recopilación de ensayos sobre la historia y la cultura españolas cuyo hilo conductor es un viaje figurado en busca de lo español, lo que él denomina the Spanish gesture. Tuvo oportunidad de conocer a otros escritores, entre ellos Ramón J. Sender, Maurice Coindreau y Antonio Machado, a quien visitó en Segovia. Profundizó en el conocimiento de los autores del 98 y desarrolló una gran admiración por Pío Baroja, como artista y como pensador. Dos Passos se llevó de aquellas temporadas en nuestro país un profundo conocimiento no solo de sus gentes, sino también de su historia, su cultura, su literatura y su arte. Su relación con España, que tanto lo fascinaba, no había hecho más que comenzar: a excepción de un largo paréntesis en la posguerra, los viajes a España fueron una constante a lo largo de toda su vida; el último de ellos tan solo tres años antes de su muerte, cuando hizo una escala en Madrid de camino a Roma a recoger el premio Feltrinelli de las letras, en el año 1967.

" La novela lleva el nombre del cartel que colgaba en una estación de transbordo de pasajeros situada en Harrison, (Nueva Jersey), al este de Newark, a unos quince kilómetros al oeste de la estación neoyorquina Penn Station"

Manhattan Transfer se asocia en nuestras mentes a algunas de las claves culturales y políticas de la España del siglo XX, a través de las vidas de John Dos Passos y de su primer traductor, José Robles Pazos (1897-1937). La vida literaria en los cafés y las tertulias, la Residencia de Estudiantes, la Institución Libre de Enseñanza, marcaron a aquella generación de intelectuales, artistas y escritores españoles que posteriormente vivieron la guerra con todas sus consecuencias (fusilamientos, exilio, represión política). Lejos de ser un mero testigo circunstancial de todo ello, Dos Passos se vio “atrapado” en el horror de las muertes de inocentes al perder de un modo inexplicable a Pepe Robles, su mejor amigo español. Las numerosas referencias al episodio contribuyen a mantener la vigencia del escritor norteamericano, reforzando la imagen del personaje que sufrió con los dramas del pueblo español durante la guerra. Esta historia real y dramática ha tenido dos efectos inesperados. Por un lado, José Robles se ha convertido invariablemente en el traductor de John Dos Passos, (aunque solo tradujera una de sus obras, al igual que su mujer Márgara Villegas, que tradujo Rocinante vuelve al camino), y la traducción al español de Manhattan Transfer se ha convertido en la abanderada indiscutible de las obras de Dos Passos en España. Por otro lado, aquella imagen primera de John Dos Passos en la década de 1930 como defensor de la República española ha permanecido prácticamente intacta con el paso del tiempo.

Cuando la editorial neoyorquina Harper & Brothers publicó Manhattan Transfer por primera vez el 12 de noviembre de 1925, John Dos Passos tenía veintinueve años. Era su sexta obra publicada. La novela lleva el nombre del cartel que colgaba en una estación de transbordo de pasajeros situada en Harrison, (Nueva Jersey), al este de Newark, a unos quince kilómetros al oeste de la estación neoyorquina Penn Station, y que daba servicio a la línea de Pennsylvania y a los ferrocarriles del Hudson y Manhattan. La estación no tenía accesos de entrada ni salida, era un mero apeadero de unos trescientos metros de longitud cuyo único propósito era que los pasajeros hicieran transbordo al entrar o salir de Nueva York. Estuvo en funcionamiento entre 1910 y 1937. Al igual que los pasajeros que utilizaban aquel apeadero con el letrero “Manhattan Transfer” no tenían más opciones que dirigirse a Manhattan o salir de Manhattan, sin otra salida o ruta posible, los personajes de Manhattan Transfer se ven abocados a permanecer en la gran ciudad.

"El modo en el que Dos Passos yuxtapone las distintas líneas narrativas en Manhattan Transfer se ha asociado frecuentemente con la técnica del montaje cinematográfico"

En términos literarios convencionales, Manhattan Transfer podría considerarse una novela histórica panorámica. La línea temporal que abarca comienza aproximadamente en torno a 1890 y alcanza prácticamente hasta 1925, la fecha de su publicación. Sin embargo, es mucho más que eso: Dos Passos logró plasmar la complejísima multiplicidad de la metrópolis a través del empleo de una serie de recursos modernistas, entre los que pueden destacarse dos principales, que dominan la obra. El primero de ellos es la profusa incorporación de elementos no narrativos de la prensa y la cultura popular para retratar aspectos de la vida urbana y trazar la línea temporal de la novela. El segundo consiste en el despliegue de unas veinte líneas argumentales diferentes, algunas de ellas interconectadas a través de los personajes, otras completamente aisladas en fragmentos discontinuos. Las vidas de los personajes de la novela, al igual que las calles y avenidas de Nueva York, unas veces transcurren de forma paralela, otras se entrecruzan, pero en cualquier caso, ninguna de las encrucijadas en las que sus historias convergen dura mucho tiempo.

El modo en el que Dos Passos yuxtapone las distintas líneas narrativas en Manhattan Transfer se ha asociado frecuentemente con la técnica del montaje cinematográfico y, más concretamente, se ha comparado con la del cineasta ruso Serguéi Eisenstein (1898-1948). Sin embargo, las películas de Eisenstein no se proyectaron fuera de la Unión Soviética hasta 1926, un año después de publicarse Manhattan Transfer, por lo que con independencia de las similitudes, el cineasta ruso no pudo haber inspirado a Dos Passos en esta ocasión. En cambio, el montaje de D.W. Griffith, en sus dos grandes películas, The Birth of a Nation (1915) e Intolerance (1916), sí que influyó en el ensamblaje de las piezas narrativas de Manhattan Transfer, como el propio Dos Passos reconoció en diversas ocasiones. Más allá de la influencia de Griffith, en algunas de las escenas más ácidas de la novela se ven trazos del humor que caracterizaría el cine cómico de principios de siglo, al más puro estilo de los hermanos Marx: burlesco, satírico y absurdo. En esta línea de paralelismos entre el cine y Manhattan Transfer, son notables las similitudes temáticas con el corto de 1921 de los fotógrafos Charles Sheer y Paul Strand titulado Manhatta, junto con el poema del mismo nombre del escritor Walt Whiltman (1819-1892), en el que se basa la película; ambos pudieron haber influido en la elección de los temas repetitivos que Dos Passos utilizó como transiciones a lo largo de toda la novela: ferris cargados de pasajeros que inundan la ciudad, edificios en construcción, chimeneas, humo de los remolcadores, transatlánticos, tráfico, trenes, trenes elevados, tranvías. De hecho, el corto Manhatta (1920) comienza exactamente con la misma escena que la novela de Dos Passos. Otro de los recursos narrativos de Manhattan Transfer asociado al cine es el denominado camera eye, a través del cual la voz narrativa se comporta como una lente de cámara y fija su atención en detalles parciales y muy concretos de la realidad que observa, para retratarla desde un ángulo único. En este juego de lentes diversas, la luz y los efectos que provoca desempeñan un papel fundamental en las descripciones, en las que la naturaleza, los objetos, las percepciones sensoriales y las luces plasman realidades subjetivas, a través del filtro del estado anímico de los personajes.

Desde un punto de vista textual, Manhattan Transfer es un buen ejemplo de las dificultades que plantea la traducción de la novela como género literario. El traductólogo francés Antoine Berman (1942-1991), afirmaba que los grandes prosistas a veces pueden dar la impresión de falta de control debido a la enorme masa lingüística que deben incorporar a la novela, aun a riesgo de hacerla estallar formalmente; aunque no se refería entonces a Dos Passos, sino a otros autores como Balzac, Proust o Joyce, podría haberlo escrito perfectamente para referirse al estilo de Dos Passos en Manhattan Transfer, cuya traducción presenta auténticos desafíos, propios de una gran novela experimental.

Si la indiscutible genialidad de la técnica narrativa de Dos Passos ya no sorprende tanto a los lectores que se acercan a él por primera vez en nuestro siglo, no será por su falta de originalidad, sino posiblemente por la inmensa influencia de su obra modernista en la literatura occidental posterior.

Rosa Bautista es doctora en Literatura Norteamericana por la UAM y profesora de Traducción en la Universidad Alfonso X el Sabio y en el Instituto de Lenguas Modernas y Traductores de la UCM (eventos.uax.es).

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Manhattan Transfer, la brillantez de una novela

John Dos Passos Coggin, nieto del mítico autor norteamericano John Dos Passos, lanza en Zenda sus impresiones sobre esta nueva traducción de Manhattan Transfer.

Si tuviéramos que dibujar el espectro de los cuarenta y cinco libros del escritor estadounidense John Dos Passos (1896-1970), en el extremo de los más livianos y accesibles colocaríamos sin duda The Best Times (1966) [en español, Años inolvidables (Seix Barral)]. En el extremo opuesto, el de la técnica más experimental, intrincada y oscura, el del estilo impenetrable que desafía hasta al lector más ávido y versado, estaría Manhattan Transfer (1925) [Cátedra 2018].

La complejidad de Manhattan Transfer lleva fascinando a los lectores desde hace casi un siglo. Domina en la novela esa sensación whitmanesca de imágenes que se suceden a cámara rápida, no en vano Walt Whitman era uno de los escritores favoritos de Dos Passos.

En su poema “Cruzando en el ferri de Brooklyn”, Whitman escribía de Manhattan:

Pero, ¿qué puede parecer más majestuoso y admirable que Manhattan cuajada de mástiles?/¿El río, la puesta de sol y las olas de bordes recortados de la marea?/¿Las gaviotas agitando sus cuerpos, el barco de grano en la penumbra y la lenta gabarra?

Sin embargo, a diferencia del Manhattan de Whitman, el de Dos Passos es un catalizador que avanza a toda prisa hacia el desencanto. Con él, las grandes fuerzas de la sociedad moderna americana —el materialismo, el militarismo y la industrialización— se desbocan en la gran ciudad, con la bendición de las élites políticas y económicas. En la novela todos pierden algo frente a Manhattan, incluso la vida: uno de los personajes se suicida tirándose desde el puente de Brooklyn.

"En calidad de vicepresidenta de la John Dos Passos Society, Bautista es una parte fundamental de una comunidad internacional de académicos comprometida con el legado de Dos Passos"

Dos Passos tuvo la fortuna de que su gran amigo —José Robles Pazos, profesor de la Universidad Johns Hopkins— se hiciese cargo de la primera traducción al español de Manhattan Transfer en 1929. Traducir es un arte muy personal, en el sentido de que el traductor, basándose en su propio conocimiento, debe inferir la intención del autor para dar con la palabra justa en una lengua diferente. Lo ideal es que el traductor y el autor puedan trabajar juntos para controlar la calidad durante el proceso de traducción, pero en cualquier caso, la labor del traductor exige un profundo conocimiento del estilo del autor, además de la chispa de la inspiración. Inevitablemente, parte del misterio y de los significados menos evidentes de la obra original —o de aquello que la convirtió en una obra maestra— se pierden en la traducción. Los mejores traductores son expertos en control de pérdidas.

Hoy, la comunidad de lectores y estudiosos de Dos Passos puede celebrar que Rosa Bautista, traductora y profesora en la Universidad Alfonso X el Sabio y una de las principales investigadoras de Dos Passos a escala mundial, haya llevado a cabo esta edición anotada, revisada y corregida de la traducción española de Manhattan Transfer.

En calidad de vicepresidenta de la John Dos Passos Society, Bautista es una parte fundamental de una comunidad internacional de académicos comprometida con el legado de Dos Passos. Fundada en 2011, la society ha celebrado tres bienales, una de ellas en Madrid en el año 2016. Cada dos años, estos encuentros revitalizan la investigación en torno a obras muy famosas como Manhattan Transfer, pero también otras menos conocidas, como sus obras de teatro. Además, han brindado la oportunidad a españolas como Rosa Bautista y Sonia Tercero, directora de Robles, Duelo al Sol (2015), de compartir su minucioso trabajo de investigación sobre las experiencias de Dos Passos en España con expertos procedentes de Estados Unidos, Japón, Suecia, Brasil y otros lugares del mundo.

"Se negaba a acomodarse en la estrechez de miras que provoca pasar excesivo tiempo en un rincón delante de una máquina de escribir. Aprendió español, portugués y ruso"

A lo largo de años de investigación, Bautista ha sabido captar y comprender la trayectoria de Dos Passos en el contexto del tiempo que le tocó vivir, especialmente en lo concerniente a la evolución de la ideología política del autor, que es uno de los aspectos menos comprendidos de su vida. Sin embargo, en su introducción a la traducción, Bautista ofrece la interpretación correcta: “En su constante búsqueda de un sistema de gobierno que respetara las libertades individuales, denunció la injusticia allí donde la vio (…) Para Dos Passos, en la vida los medios eran más importantes que los fines, porque los fines últimos rara vez se alcanzan.”

Bautista, además, comprende y pone en valor el internacionalismo de Dos Passos y así, en su introducción a esta edición de Manhattan Transfer describe a Dos Passos como “todo lo contrario de un turista”, el “infatigable viajero”. Esta descripción honra su memoria, ya que Dos Passos era un verdadero apasionado de las distintas culturas y pueblos del mundo.

Si bien es cierto que se puede catalogar a Dos Passos como un americanista, tal y como avalan sus famosísimas novelas Manhattan Transfer y la trilogía U.S.A., escribió magníficos libros sobre España, Brasil, Portugal y la isla de Pascua. Solo los problemas de salud lograron apartar a Dos Passos de sus periplos como trotamundos. Afrontaba cada viaje como un reto de superación personal que lo ayudaba a crecer intelectual y espiritualmente. Se negaba a acomodarse en la estrechez de miras que provoca pasar excesivo tiempo en un rincón delante de una máquina de escribir. Aprendió español, portugués y ruso. Yo mismo he utilizado para mis clases de portugués las notas de mi abuelo sobre la lengua portuguesa, que realizó en los años 60, para comprender mejor el legado de mi familia en la isla de Madeira. “Estuvimos el verano pasado en Brasil durante seis semanas”, escribía al crítico literario Van Wyck Brooks en 1958, “y he logrado adentrarme lo suficiente en la lengua de mis abuelos como para llegar a la conclusión de que en estos momentos en Brasil se están escribiendo cosas muy buenas”.

"Su sátira se alinea con lo que nos inquieta en la actualidad sobre el futuro: la automatización, el cambio climático, la inteligencia artificial, la cyberwar"

Aunque la guerra civil española supuso una de las grandes tragedias de su vida, Dos Passos regresó a España trascurridos los años con su mujer y su hija, para compartir con ellas el amor que le tenía a esta tierra. Y medio siglo después, mi madre aún recuerda una visita a Toledo, que les recibió a su llegada —afirma— “entre los nubarrones imponentes de una tormenta de verano que daban un tinte dramático a la famosa vista de la antigua ciudad, majestuosa sobre el río Tajo”. Ya fuera solo o con la familia, Dos Passos nunca desaprovechaba la oportunidad de sumarse a una tertulia. En España defendió la democracia, los derechos humanos y la cultura.

Confío en que esta nueva edición de Manhattan Transfer acercará la brillantez de la novela y de su autor a una nueva generación de lectores. Su sátira se alinea con lo que nos inquieta en la actualidad sobre el futuro: la automatización, el cambio climático, la inteligencia artificial, la cyberwar. La novela lo merece.

La aportación de Bautista a la edición es notable: las correcciones a la traducción original de Robles, una introducción elocuente y exhaustiva, y casi un centenar de notas sobre aspectos históricos y culturales de la época en la que transcurre la novela. Todo ello ilumina la obra para que los lectores de habla hispana puedan apreciar Manhattan Transfer en su justa dimensión.

John Dos Passos Coggin, autor estadounidense residente en Alexandria, (Virginia), escribe relatos de ficción y ensayos. Su primer libro, la biografía autorizada del político Lawton Chiles, titulada Walkin’ Lawton, fue publicada por la Sociedad Histórica de Florida en 2012. Único nieto varón de John Dos Passos, se ocupa de administrar junto a su familia el legado literario del escritor, y forma parte de la junta asesora de la John Dos Passos Society.

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Autor: John Dos Passos. Edición e introducción: Rosa Bautista. Traducción: José Robles, revisada y corregida por Rosa Bautista. Título: Manhattan Transfer. Editorial: Cátedra (Biblioteca Cátedra del siglo XX). Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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