La complejidad de la vida y la obra de Fernando Pessoa contamina sin duda cualquier posibilidad de establecer una adscripción política clara del genio portugués de las letras universales. No obstante, debido a sus posicionamientos radicales, se ha especulado mucho sobre sus ensayos y discursos netamente políticos. Este libro ofrece una cara menos visitada de su obra, la que emana de sus cuentos políticos. Aparece entonces un narrador comprometido mediante la especulación socio-política y un filósofo social mucho más matizado. Al archiconocido relato El banquero anarquista —incluido en esta edición—, este volumen añade siete ficciones más que pueden establecer un novedoso e inédito panorama sobre el pensamiento del escritor portugués y su compromiso con la época que le tocó vivir.
Zenda adelanta el prólogo a La oligarquía de las bestias, escrito por su traductor Manuel Moya.
Justo ocho meses antes de su fallecimiento, el 30 de marzo de 1935, Fernando Pessoa redacta una nota (se ignora con qué intención) en la que declara lo siguiente:
Ideología política: Considera que el sistema monárquico sería el más propio para una nación orgánicamente imperial como Portugal. Considera, al mismo tiempo, a la monarquía como absolutamente inviable en Portugal. Por eso, si hubiera un plebiscito entre regímenes, votaría, con dolor, a la república. Conservador al estilo inglés, es decir, liberal dentro del conservadurismo, y absolutamente anti-reaccionario. // Posición religiosa: Cristiano gnóstico y, por tanto, completamente opuesto a todas las Iglesias organizadas, pero, sobre todo, a la Iglesia de Roma. Fiel, por motivos que más adelante están implícitos, a la Tradición Secreta del Cristianismo, que mantiene íntimas relaciones con la Tradición Secreta de Israel (la Santa Kabbalah) y con la esencia oculta de la masonería. // Posición patriótica: Partidario de un nacionalismo mítico, de donde debiera ser abolida toda infiltración católica-romana, creándose, de ser posible, un nuevo sebastianismo que la sustituya espiritualmente, si es que en el catolicismo portugués hubo alguna vez espiritualidad. Nacionalista que se guía por este lema: «Todo por la Humanidad; nada contra la Nación». // Posición social: Anticomunista y anti-socialista. Lo demás se deduce por lo dicho más arriba.
Estas pocas palabras resumen con prístina nitidez más que una posición, una determinación política que lo acompañó casi sin variaciones durante toda su vida.
Fernando Pessoa (1888-1935) nació en el seno de una familia eminentemente burguesa y conservadora, con un cierto protagonismo militar y administrativo en el país. Su rama paterna, de ascendencia judía, ostentaba un escudo de armas que Pessoa llegó a dibujar, lo que da una idea del interés por su linaje; su abuelo paterno luchó en las guerras liberales contra D. Miguel (Miguel I de Portugal, 1902- 1866) y llegó a alcanzar el rango de general con numerosas distinciones. Su padre era todavía un modesto funcionario y crítico de ópera cuando falleció, pero a buen seguro hubiera ascendido en el escalafón social. Su ascendiente materno, originario de las Azores, no le iba a la zaga: uno de sus abuelos azorianos se asentó en Lisboa, donde, entre otros, ostentó el cargo de director general de la Administración Civil y Política del Ministerio del Reino, y la propia madre del poeta recibió una educación esmerada en el Colegio Británico por quien fuera preceptor del último rey de los portugueses. Tras el pronto fallecimiento de su padre, cuando el niño tenía cinco años, su madre vuelve a casarse, esta vez con el comandante (luego general) João Miguel Rosa, de familia copetuda y militar, nombrado ese mismo año cónsul de Portugal en Durban, Sudáfrica, lugar donde se desarrollará la segunda infancia de Fernando. Nacido, pues, en la burguesía lisboeta, en el barrio más opulento y chic de la capital, Fernando Pessoa siempre se sentirá política y socialmente ligado a esa clase social. Ni siquiera sus problemas económicos, que lo persiguieron durante toda su vida adulta, lograron mover un ápice esa cierta autoridad moral y social que se arrogaba por haber nacido donde nació, y que tantas veces exhibiera como comentarista o polemista político.
A su notoria identidad con la burguesía, Pessoa viene a sumar una estricta formación inglesa en Sudáfrica, aherrojada en un entorno burgués y colonial, donde la distinción de clases y la identidad con un imaginario acomodado y europeo era aún más patente que en la metrópolis. La vida de un cónsul portugués y su familia en Durban debía regirse por una estricta preeminencia social y racial. A todo lo dicho, habría que añadir la formación británica que recibe, imbuida claramente por el liberalismo victoriano. No se puede explicar la visión política y social de Pessoa sin esta formación liberal inglesa. Todo cuanto será más tarde, en sus años de madurez, estaba ya embrionariamente construido en su etapa de extranjero en Durban. No sólo su pensamiento político halla en el liberalismo inglés de la época su mejor sustrato, sino que sus lecturas literarias y sus experiencias sociales y colegiales en la colonia marcarán a sangre y fuego su carácter y su visión del mundo.
En los años finales del siglo XIX, Gran Bretaña es la potencia económica de Europa y uno de sus indiscutibles faros culturales. En el momento más álgido de la revolución industrial, el liberalismo, entendido como la preeminencia absoluta del individuo sobre el Estado y de la economía sobre la política, cuyo eje central es la libertad individual, lucha a brazo partido con dos enemigos hostiles. Por un lado, el reaccionarismo puritano que ejerce la alta alcurnia, la nobleza y ciertas clases muy favorecidas de la sociedad, y que no pretende otra cosa que seguir conservando su posición y su influencia; por otro lado, los incipientes pero ya atomizados movimientos humanitaristas —así los denomina Pessoa— que provienen del materialismo histórico y cuya misión consiste en concienciar y, en su caso, levantar a las clases más desfavorecidas, que soportan una vida miserable en los suburbios de las grandes zonas industriales. Será a estos dos brazos antagónicos a quienes Pessoa, cuando ya se dispone a dejar atrás la juventud, dedicará el texto muy abocetado que da título a este libro, «La oligarquía de las bestias». El liberalismo inglés, con su anticlericalismo, su imaginario de progreso social y económico y su idea nuclear de la soberana responsabilidad del individuo como ente libre que es, será el coherente programa político al que Pessoa se aferrará durante toda su vida, si bien ese liberalismo, que implica la libertad de culto, el albedrío económico, el derecho individual a decidir sobre su propio cuerpo y la democracia burguesa como garante de todos esos derechos y libertades, no siempre puede llevarse a rajatabla en una sociedad como la portuguesa de la época, y en más de una ocasión Pessoa se ve constreñido a justificar una dictadura, elemento que, es evidente, resulta extraño cuando no irreconciliable con las ideas del liberalismo.
—————————————
Autor: Fernando Pessoa. Traductor: Manuel Moya. Título: La oligarquía de las bestias. Editorial: El Paseo. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: