Una moneda brilló en el aire. La suerte decidió que empezaría disparando Frank Butler: 34 años, esbelto y elegante. No fumaba, no jugaba, no bebía. Un tipo rarísimo en el Ohio de 1881, donde hacían creer que aquello era la civilización y los salvajes eran los de las plumas. Butler no solo era un irlandés divorciado cualquiera en los Estados Unidos. Estaba considerado uno de los tres mejores tiradores del momento. De hecho, se ganaba la vida yendo de pueblo en pueblo retando a que alguien demostrara mejor puntería que él.
La apuesta ascendía a cien dólares. Un dineral en la época. Un aparato con resortes se encargaba de lanzar al aire platillos de cerámica y ganaba el reto el que más blancos lograra de veinticinco intentos. Butler no fallaba ni uno. Annie tampoco, a pesar de disparar con una carabina prestada casi tan alta como ella. Tenía algo de hipnótico ver caer platos hechos trizas por los disparos de una joven que daba la impresión de que se caería de espaldas al apretar el gatillo.
En el último de los 25 platillos, Butler falló el tiro. La joven acertó una vez más en su turno y se llevó los cien dólares al bolsillo y la admiración de su rival. En el encuentro no solo saltaron chispas de los rifles y el 20 de junio de 1882 contrajeron matrimonio Frank y Annie. Sin embargo, ella jamás se presentó como la señora Butler, sino que tomó el nombre artístico de Annie Oakley y se hizo una de las personas más famosas en todos los estados, que ya tiene mérito con la cantidad de personajes del momento:
“Era el crepúsculo de la era de los pioneros, los aventureros y los criminales sin dios ni rey ni ley, y surgían un nuevo mundo y un nuevo orden social. Un cúmulo casi simultáneo de fenómenos e inventos dejó velozmente atrás el pasado, y el país y también el mundo se adentraron en el siglo XX, que experimentó un insólito salto de la mula al cohete lunar. Casi de repente aparecieron el telégrafo, el teléfono, la electricidad, la expansión ferroviaria, el automóvil, el cine, los primeros vuelos, la inmigración masiva y la Unión americana como imperialismo y potencia mundial”.
Annie Oakley fue demostrando su puntería allí donde iba con el espectáculo que organizó junto a su marido. Tanto destacaron que fueron contratados por Búfalo Bill para su espectáculo del Salvaje Oeste, el Circo del Sol decimonónico y a la americana. La gente enloquecía con sus disparos. Ni siquiera se terminaban de acostumbrar a su show sus propios compañeros de carpa. Entre los más ilustres estaba Toro Sentado. El cacique sioux también formaba parte del espectáculo de Búfalo Bill y le puso el nombre a Annie de Watanya Sicilla, que los americanos tradujeron como Little Miss Sure Shot o, como podríamos decir en español, la Pequeña Tirofijo.
El Oeste dejó infinidad de leyendas, pero la realidad de Annie Oakley se puede comprobar hoy día en YouTube. Thomas Alva Edison grabó a Annie disparando en noviembre de 1894 y el resultado ha sobrevivido hasta la era de internet. Pueden verla ahí, y en la portada de un libro escrito por Daniel Samper Pizano, donde la biografía de Oakley se une a las de otros nueve Locos adorables (no confundir con los locos de mierda). Aunque lo mismo ya estoy escribiendo para nadie y la persona que estaba leyendo hace dos frases que se fue a buscar el vídeo de Annie en YouTube.
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Autor: Daniel Samper Pizano. Título: Locos adorables. Editorial: Aguilar. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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