Considerado por los poetas de su generación «el Conrad en verso» por su canto a los barcos, a las islas lejanas, a los «pecios ardiendo» y, sobre todo, a los puertos y a los trabajadores del mar, la poesía de Louis Brauquier (1900-1976) se traduce por primera vez al español en una amplia antología titulada Tierra adentro.
Tierra adentro ha sido incluido en la ya legendaria colección de poesía La Veleta, sello granadino dirigido por Andrés Trapiello que cuenta con la tipografía de Alfonso Meléndez, cuyas cubiertas evocan la delicadeza y el ingenio de las mejores épocas de la edición española.
También traductora y editora de la poesía completa de Paul Morand, Marie Christine del Castillo ha dicho a EFE que desde muy joven —desde que su padre le regaló su ejemplar de Libertad de los mares— quedó atrapada por los poemas de Brauquier, de los que ha aclarado que «cuentan historias, no son sólo divagaciones alrededor del mar», y por «la timidez, la discreción, los viajes y la visión de la soledad» del poeta.
Del Castillo, cuyos orígenes pertenecen al norte de Francia, ha elogiado el acento del sur de su país, como el del marsellés Brauquier, «porque pronuncian todas las sílabas, incluso la e muda, y eso casa con la métrica española, y por eso he traducido estos versos con la métrica española, que es muy exigente».
Brauquier, que además de marino fue fotógrafo y pintor, recibió en su país premios importantes —entre ellos el Gran Premio de la Academia Francesa y la Medalla de Marsella, ciudad siempre presente en sus poemarios—, su obra fue editada por Gallimard y escribió en las principales revistas literarias de París pero, sin embargo, ha destacado su traductora, jamás hizo vida parisina ni cultivó la sociedad literaria de la capital.
Ensimismado en el trasiego de los puertos marítimos, en el trabajo de los hombres del mar que, aún en tierra, parecen perseguir una misma finalidad cuando se aplican a su tarea, enmarcados por las siluetas de los barcos, de las grúas, de la línea infinita del horizonte, Brauquier visitó Shanghai, Saigón y los extremos del mundo, de ahí el título con el que se agrupó su poesía completa, «Yo sé de unas islas lejanas».
Durante la invasión japonesa quedó un tiempo aislado en Shanghai, mientras sus amigos aprovecharon para reunir y publicar sus poemas y cuando, tras largos periodos de navegación, regresaba a su Marsella natal no podía evitar cierta sensación de extrañeza, que desde luego no fue superior a cuando lo destinaron al norte de Francia y dijo sentirse más próximo a un argelino de su ciudad natal que a un francés norteño.
Brauquier, según Del Castillo, «es un grandísimo poeta con varias facetas, la del hombre del mar es una de ellas, pero también tiene la del hombre de la tierra, de su tierra, la Provenza, por eso hemos elegido el título de Tierra adentro para este libro», apunta.
La traductora ha recurrido a la definición que del poeta hizo el periodista y escritor Pierre Humbourg: «Hombre grande y tímido, su temperamento hecho de brusquedad y delicadeza se refleja en su obra», y al recuerdo de su personalidad que dejó al novelista Jules Roy:
«Mi amigo Brauquier conocía la gloria de ser uno de los grandes poetas vivos desconocidos y esto le enorgullecía».
Se habla muy bien del poeta Brauquier, pero no se ofrece ningún poema. Me parece que la publicación fue incompleta ¡con las sinceras disculpas!
Gabriel. Chorrillos, Lima-Perú.