Volvemos a la poesía, por supuesto, a poemas que nos cuenta la vida en pequeñas dosis. Empezaré con Jaime Gil de Biedma. Su poema “De vita beata” cuenta, con el tono tan atractivo que le caracterizaba, cómo al poeta (o al personaje poemático, aunque en este caso son fácilmente reconocibles) le hubiera gustado retirarse. El poema dice así:
DE VITA BEATA
En un viejo país ineficiente ,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia.
El segundo poema es de Carlos Edmundo de Ory, gaditano de 1923, que vivió en Longeau, un pueblecito a las afueras de París. Es un homenaje a él y a Luis Eduardo Aute, con el que fui con Palmira Márquez a conocerle a su casa. Ory fue un adalid del “postismo”, un movimiento de vanguardia pleno de humor y absoluta libertad estética.
FONEMORAMAS
Si canto soy un cantueso
Si leo soy un león
Si emano soy una mano
Si amo soy un amasijo
Si lucho soy un serrucho
Si como soy como soy
Si río soy un río de risa
Si duermo enfermo de dormir
Si fumo me fumo hasta el humo
Si hablo me escucha el diablo
Si miento invento una verdad
Si me hundo me Carlos Edmundo.
Este poema de Atxaga me causó la misma impresión de asombro que siento ahora, tantos años después, al rescatarlo para Zenda. Tiene un ritmo lento y descriptivo que se resuelve al final con un golpe seco.
EL ERIZO
Bernardo Ataxaga (Asteasu, Guipúzcoa, 1951)
El erizo despierta al fin en su nido de hojas secas,
y acuden a su memoria todas las palabras de su lengua,
que, contando los verbos, son poco más o menos
veintisiete.
Luego piensa: El invierno ha terminado,
soy un erizo, Dos águilas vuelan sobre mí;
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En qué parte de las montañas os escondéis?
Ahí está el río, Es mi territorio, Tengo hambre.
Y vuelve a pensar: Es mi territorio, Tengo hambre,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En qué parte de la montaña os escondéis?
Sin embargo, permanece quieto, como una hoja seca más,
porque aún es mediodía, y una antigua ley
le prohíbe las águilas, el sol y los cielos azules.
Pero anochece, desaparecen las águilas y el erizo,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto.
Desecha el río y sube por la falda de la montaña,
tan seguro de sus púas como pudo estarlo
un guerrero de su escudo, en Esparta o en Corinto;
y de pronto atraviesa el límite, la línea
que separa la tierra y la hierba de la nueva carretera,
de un solo paso entra en su tiempo y el mío;
y como su diccionario universal
no ha sido corregido ni aumentado
en estos últimos siete mil años,
no reconoce las luces de nuestro automóvil,
y ni siquiera se da cuenta de que va a morir.
El poema «A veces» tiene el aroma de las palabras inocentes, volcadas con amor, descritas con la pasión de quien cree ciegamente en ellas, mientras Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, lo sobrevuela.
A VECES
José Agustín Goytisolo (Barcelona, 1928-1999)
A veces
alguien te sonríe tímidamente en un supermercado
alguien te da un pañuelo
alguien te pregunta con pasión qué día es
hoy en la sala de espera del dentista
alguien mira a tu amante o a tu hombre con
envidia
alguien oye tu nombre y se pone a llorar.
A veces
encuentras en las páginas de un libro una
vieja foto de la persona que amas
y eso te da un tremendo escalofrío
vuelas sobre el Atlántico a más de mil kilómetros por hora y piensas en sus
ojos y en su pelo
estás en una celda mal iluminada y te acuerdas de un día luminoso
tocas un pie y te enervas como una quinceañera
regalas un sombrero y empiezas a dar gritos.
A veces
una muchacha canta y estás triste y la quieres
un ingeniero agrónomo te saca de quicio
una sirena te hace pensar en un bombero o
en un equilibrista
una muñeca rusa te incita a levantarle las
falda a tu prima
un viejo pantalón te hace desear con furia
y con dulzura a tu marido.
A veces
explican por la radio una historia ridícula
y recuerdas a un hombre que se llama
Leopoldo
disparan contra ti sin acertar y huyes penen tu mujer y en tu hija
ordenan que hagáis esto o aquello y enseguida te enamoras de quien no hace
ni caso
hablan del tiempo y sueñas con en una chica
egipcia
apagan lentamente las luces de la sala y ya
buscas la mano de tu amigo.
A veces
esperando en un bar a que ella vuelva escribes un poema en una servilleta de
papel muy fino
hablan en catalán y quisieras de gozo o lo
que sea morder a tu vecina
subes una escalera y piensas que sería bonito
que el chico que te gusta te violara
antes del cuarto piso
repican las campanas y amas al campanero
o al cura o a Dios si es que existiera
miras a quien te mira y quisieras tener todo
el poder preciso para mandar que en
ese mismo instante se detuvieran todos los relojes del mundo.
A veces
sólo a veces gran amor.
A José Agustín Goytisolo le gustaba recitar algunos versos de «Poema de las siete caras», del brasileño Carlos Drummond de Andrade (1901-1987). Lo hacía con su voz grave y emocionada cuando se encontraba entre amigos. Lo decía en portugués y también en español. Son estos:
Mundo mundo vasto mundo
se eu me chamasse Raimundo
seria uma rima, nao uma solução.
Mundo vasto mundo,
mais vasto é meu coração
*
Mundo mundo vasto mundo,
si yo me llamara Raimundo
sería una rima, no sería una solución.
Mundo mundo vasto mundo,
más vasto es mi corazón.
De Jaime Sabines hay que leerlo todo. Mexicanos como él y como José Emilio Pacheco, por ejemplo, son poetas recurrentes.
TRES POEMAS
Jaime Sabines (Tuxtla Gutiérrez, México, 1926-México DF, 1999)
Cuando tengas ganas de morirte
esconde la cabeza bajo la almohada
y cuenta cuatro mil borregos.
Quédate dos días sin comer
y verás qué hermosa es la vida:
carne, frijoles, pan.
Quédate sin mujer: verás.
Cuando tengas ganas de morirte
no alborotes tanto: muérete
y ya.
***
Todo me lo has dado, Señor.
Me diste a mi padre y a la muerte de mi padre,
a mi madre y su muerte,
a mi hermano Juan y su destino,
a Jorge, el verdadero y el fantasma,
a mi mujer, Chepita, y a mis hijos.
A mi cama me diste y a mis huesos
que reclamaron más tiempo.
Me diste todo, sí,
y me he entregado
a vivir y a morir con calendario.
Sólo te pido que me dejes solo
a punto de las ocho porque es hora
de dormir.
***
ESTOY METIDO EN LA POLÍTICA OTRA VEZ
Sé que no sirvo para nada, pero me utilizan
y me exhiben.
“Poeta de la familia mariposa-circense,
atravesado por un alfiler, vitrina 5”.
(Voy, con ustedes, a verme).
Mário de Andrade (São Paulo, 1893-1945), poeta, novelista, ensayista y musicólogo, fue uno de los miembros fundadores del modernismo brasileño. Este poema de la sabiduría es altamente recomendable para corazones agobiados.
MI ALMA TIENE PRISA
(Poema Golosinas)
Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de
aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los
primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que
quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se
discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos,
sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar
de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a manipuladores y oportunistas.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más
capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…
Sin muchos dulces en el paquete…
Quiero vivir al lado de gente humana…, muy humana.
Que sepa reírse de sus errores.
Que no se envanezca con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de la hora.
Que no huya de sus responsabilidades.
Que defienda la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quienes los golpes duros de la vida le enseñaron a crecer
con toques suaves en el alma.
Sí…,
tengo prisa…, por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan…
Estoy seguro de que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Tenemos dos vidas y, la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una…
***
Y esto es todo, amigos. Ya lo dijo Paracelso: “La diferencia entre una medicina y un veneno está en la dosis”.
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