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La presencia del erotismo en letras de flamenco interpretadas por mujeres

La presencia del erotismo en letras de flamenco interpretadas por mujeres

El escritor Fernando Quiñones dedicó un capítulo titulado «Flamenco y sexo» en su obra El flamenco, vida y muerte, donde comenzaba explicando que, en la película Las nieves del Kilimanjaro —interpretada por Ava Gardner y basada en una historia de Hemingway— la protagonista abandona a un escritor para fugarse con el prototipo de bailaor español. Más adelante, y poniendo el mismo ejemplo con un cantaor, aclara que «Son frecuentísimas las fugas amorosas por sorpresa […] puede llegarse a la rara conclusión de que la seducida casi no lo fue por el cantaor, sino por el cante mismo». A partir de aquí, diserta sobre el hecho de que, aunque el flamenco en sí esté rodeado de sensualidad, sobre todo por la parte del baile, las letras del cante «hacen cuanto pueden por interferir o cortar toda esa subterránea corriente de relaciones y dependencias entre flamenco y sexo […] El cancionero amoroso del flamenco es todo un tratado de implacable represión sexual. Los anónimos juglares flamencos del amor no se han cansado de exaltar la virginidad predicar la honra intocable de la mujer».

Si nos ceñimos a «lo flamenco» en su sentido general, y a todo ese universo pleno que lo rodea, al hablar de erotismo es fácil pensar en las copleras que defendieron, en toda su obra, el tema amoroso desde el punto de vista femenino, plagado de sutileza, como el ejemplo de Concha Piquer y su «Me embrujaste» («Porque hasta el pulso se me desbocó / y toda mi sangre se puso de pie […] ¿Qué me diste? ¿Qué me diste?») o Rocío Jurado y su «Se nos rompió el amor» (de tanto usarlo). También a las Grecas y su «Lo que quiero es que me beses, recuerda que deseo tenerte muy cerca» en «Te estoy amando locamente». Sin embargo, menos sutiles son —trasladándonos al terreno masculino— estos versos de El Torta en sus tientos-tangos «Dos lunares»: «Tú tienes dos lunares, uno juntito a la boca, el otro donde tú sabes». Pero ¿qué hay de las mujeres en el flamenco? Ya la revolucionaria Niña de los Peines (1890 – 1969), madre de todos los cantaores posteriores, fue apodada así por unos famosos tangos que cantaba a menudo y que, al parecer, nunca se llegaron a grabar, a pesar de la insistencia de las discográficas:

«Péinate tú con mis peines,
que mis peines son de azúcar,
quien con mis peines se peina
hasta los dedos se chupa»

De igual forma, existen letras cantadas por hombres que, al ser versionadas por mujeres, adquieren unas connotaciones aún más transgresoras desde el punto de vista femenino. Este es el caso de Amina con su «Diki Diki», donde invierte las tornas del clásico de Tijeritas, quedando así una letra que refleja la sexualidad mediante la sumisión de la mujer frente al hombre:

«Tú eres fuego, yo soy agua,
tú eres mi señor, yo tu esclava,
ay, diki diki, ay, diki diki,
diki diki, soy tu esclava»

«En tu alcoba azul, blanca almohada,
con tu resplandor me cegabas
y en mis entrañas te clavaste,
y hasta el corazón me robaste»

Sin embargo, posiblemente sea La Nitra una de las cantaoras que más explicita esta cuestión, concretamente en el disco que lleva su mismo nombre, La Nitra (2003), y que guarda letras muy personales que abarcan principalmente el amor y el deseo. En «La estampa de tu figura», sin ir más lejos, canta: «Y miro de cerca tus ojos verdes y tu piel canela, qué guapo eres […] Me gusta mirar tus ojos bajo la luna, la luna llena, y hacer el amor contigo y amanecer contigo quisiera». No obstante, su ejemplo más original de erotismo lo constituye en «Gitano errante», donde combina los famosos tangos del columpio de La Repompa, La Gazpacha y La Tía Concha —tan popularizados posteriormente por Estrella Morente— con una estrofa previa de composición propia que transforma radicalmente ese matiz inocente que de por sí tienen, plagándolo de connotaciones sexuales:

«Cuando me subo en el columpio
la sangre se me precipita,
y si le endiñas más maña
viene la muerte chiquita.

Tú te colocas en frente de mí
que por si acaso yo me caigo patrás,
y empújale al columpio,
empújale al columpio
empújale al columpio más»

Antoñita Peñuela (1947 – 1975), cantante de copla y flamenco, abarcó en su obra musical temas poco comunes para su época, como el amor imposible entre una paya y un gitano en «Porque no soy gitana». Entre sus grandes éxitos se encuentra «Con las manos vacías», donde canta «Yo te abrí mi cancela, / yo te abrí mi cancela / y te di mi corazón, señorito de mi noche». Sin embargo, una de sus letras más explícitas lleva el título «El martirio de la sed», donde habla sin tapujos sobre el tema de la virginidad, al contrario de lo declarado por Quiñones, añadiéndole, además, la cuestión de la infidelidad:

«Sentí la triste amargura
de cometer el pecado
de darte mi vida virgen,
de darte mi vida virgen
sabiendo que eras casao»

Si nos detenemos en cantaores recientes, cabe destacar una estrofa de los tangos «Flamencamente» —una colaboración entre Luis de Perikin, María Terremoto, Anabel Valencia y Sara Sánchez—, de origen popular, que se ha interpretado con distintas variaciones a lo largo del tiempo y donde, en este caso, las voces femeninas cantan:

«Cuatro delantales tengo
y ninguno tiene cintas
de cuatro novios que tengo»

Además, esta canción también utiliza el tema del amante para incorporar una letra basada en «Matita de romero», unos tangos popularizados por El Lebrijano («Ay, amor / ay, amor / ay, amante / ay, amor, que no puedo olvidarte / ay, amor, matita de romero / ay, amor, que sin ti muero, muero»). Pero, sin duda, una de las canciones más explícitas escritas por una artista contemporánea es la —en su momento— polémica «Di mi nombre» de Rosalía, publicada en su exitoso álbum El Mal Querer (2018), cuya letra y videoclip remite a la intimidad del cuarto de una pareja, mezclada incluso con el tema religioso: «Y átame con tus cabellos / a la esquina de tu cama, / que, aunque el cabello se rompa / haré ver que estoy atá […] Y hazme rezar sobre tu cuerpo / en la esquina de tu cama, / y en el último momento / dime mi nombre a la cara». Además, ya en su anterior disco debut Los Ángeles (2017) versionó la famosa «Catalina» de Manuel Vallejo reinventando, también mediante el videoclip —de manera parecida a Amina y su «Diki Diki»— el matiz de la letra, que trata el deseo desde una óptica desesperada:

«Ponme la mano aquí, que la tienes fría.
Ponme la mano aquí, Catalina mía»

Cabe destacar que también fue versionada por la gran Isabelita de Jerez (1895 – 1942), una de las primeras artistas gitanas cuyos registros fueron grabados. Como vemos, a medida que pasa el tiempo resulta más natural hablar del tema erótico en el flamenco, o al menos nos sorprende más bien poco que artistas como Rosalía escriban letras del estilo de «Di mi nombre» o «Hentai», puesto que en otros géneros como el trap y el reguetón son comunes las letras de gran componente sexual —basta con detenerse en artistas como La Zowi, que en ocasiones bebe del flamenco y que ha centrado su obra en la temática sexual y amorosa desde un punto de vista empoderante—. Además, también es reseñable la grandísima relevancia de la lírica popular dentro del género, que igualmente nos conduce a curiosas reinterpretaciones como el ejemplo ya mencionado de La Nitra y el columpio. Al fin y al cabo, ¿qué sería de cualquier obra artística sin la pasión, sin el amor, sin el deseo y sin el sexo? El flamenco —y todo el universo que lo rodea— significa pasión por sí mismo.

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