Lo desconocido siempre ha fascinado al ser humano quien se ha interrogado por ese cosmos ininteligible a la razón. Las primeras respuestas míticas ante ello fueron paulatinamente sustituidas por unas respuestas racionales y, así, en los albores del s. VI a.C. en las costas de Jonia asoma la filosofía occidental, una filosofía que busca en la observación de la naturaleza el satisfacer su curiosidad ante un universo que parece regido por unas leyes universales y causales, vedadas al conocimiento humano. Los filósofos presocráticos o físicos investigaron con afán esa armonía oculta tratando de descifrarla y la revelaron a través de un lenguaje poético, ya que encontraron en la poesía la forma de expresión exacta para evocar ese conocimiento profundo, complejo y abstracto. Ciencia, filosofía y poesía se comprendían como un todo en el pensamiento griego y no de otro modo lo manifestaron Parménides, Heráclito o Empédocles, por citar algunos. Esta visión unificada pervivió durante siglos y a ella nos devuelve la poesía del Premio Nobel de Física en 1921 Albert Einstein, recogida y traducida por primera vez en castellano por los poetas Clara Janés y Jenaro Talens en Albert Einstein: poemas y paisajes (Eolas poesía, 2024), con epílogo de Juan José Gómez Cadenas.
Esta recopilación de los 39 poemas escritos por Albert Einstein entre 1899 y 1950 supera la intención inicial de entregarnos en castellano la herencia poética de una figura, cuya investigación científica y sus aportaciones a la física teórica lo convirtieron en mito y objeto de cierto culto, ya que se publica por vez primera la totalidad de su poesía conocida. Ello no es sino resultado de una laboriosa investigación y búsqueda de los poemas en publicaciones y archivos, pues muchos se encontraban en cartas privadas, para mostrarnos su lado más humano e íntimo. Además, la singularidad de esta edición radica en la estructura de la misma. Bajo el epígrafe de “Poemas” en edición bilingüe alemán-castellano se presentan los 39 poemas con una breve indicación aclaratoria de para quién y por qué lo escribió, año y lugar de escritura y cuál es su fuente; mientras, “Paisajes” aporta de nuevo la traducción de los poemas con un extenso y detallado comentario a cada uno de ellos, contextualizando el momento de la escritura, el significado en su vida y las motivaciones del mismo. Así pues, Clara Janés y Jenaro Talens materializan un ambicioso proyecto bien documentado y amplifican los versos del Premio Nobel.
¿Con qué objeto escribió estos poemas? ¿Qué lugar ocupa la poesía en su quehacer? Albert Einstein siente la poesía como una forma de aproximación que le permite sortear determinadas situaciones comprometidas y quebrar los convencionalismos impuestos. Así pues, estos “poemas de ocasión”, como el de agradecimiento por las felicitaciones en el día de su 50 cumpleaños (14), que intercambia de manera epistolar, reflejan no poco de su carácter, siendo el humor y la ironía uno de los rasgos que distinguen la mayoría de ellos, y con él enfrenta cuestiones tan dispares como el hecho de la paternidad de un hijo ilegítimo (22), la abundancia de correspondencia (28a y 28b) o el que su propia imagen sea objeto de impresión sinfín persiguiéndole (12):
Donde quiera que vaya o esté
veo mi imagen siempre impresa,
en las mesas del despacho o sobre la pared,
o colgando del cuello en cinta negra.
(…)
A veces me pregunto, con tal dicha
en un momento lúcido:
¿Soy yo quién está loco?
¿o son memos los otros?
Si bien su poesía dista mucho de su aportación a la física en cuanto a la teoría de la relatividad, no deja de ser un valioso testimonio sobre aquello que le interesa, y a través de los paisajes traspasamos las fronteras del científico y su imagen pública para adentrarnos en el hombre y recorrer a través de los poemas su biografía.
No es que la ciencia esté ausente de su poética, por ejemplo, en 1919 escribe un bello poema con motivo del eclipse predicho por Newton (6); y amigos y colaboradores son destinatarios de sus versos donde entremezcla las discusiones y reflexiones con instantes de sus encuentros, así en el dedicado a Richard Tolman (16), padre de la teoría del Universo oscilante, leemos: “Muchas cosas nos unirían/ y no sólo la relatividad” o el dirigido a Rudolf Goldschmidt (13). Curioso es el poema de 1933 con el que responde a la actitud de sus colegas de la academia (23), quienes están promoviendo su expulsión de la misma; Einstein se adelanta y renuncia para evitar una incómoda situación a su amigo Planck. Ese mismo año abandona Europa. En las motivaciones de su decisión, así como en muchas de sus apreciaciones políticas sobre Hitler o sobre las posibilidades de desarrollo de una bomba atómica, algunas de las cuales los poemas sugieren, percibimos un Einstein visionario, capaz de prever las consecuencias del devenir de los acontecimientos. Aún cuando los temas centrales de su poética son la fama, la ciencia, la cuestión judía y la política, el territorio, que enmarca la escritura de una gran parte de estos poemas, es la amistad. El otro, el amor. Un Einstein de apenas diec19inueve años, cuya descripción como “su pícaro amigo” denota no poco de sus intenciones, escribe unos versos a la “muchachita delicada” Anna Schmid (1): sabes que ahí anida un beso / muy diminuto en la boca. Y un año más tarde, a quien luego sería su primera esposa, Mileva Marić (2):
Como en mi cama lo escribo
No asemeja elaborado
Mas si es fresco y lubricado
Interesará a muñeca, digo.
De este año y temática son los primeros cinco poemas y casi la mitad tienen como destinatarias a mujeres, lo que corroboraría la fama de faldero que acompaña su biografía.
Esta poesía, en cualquier caso, es también la evidencia de una sólida formación humanística; sabemos de su encuentro con Gómez de la Serna y Ortega y Gasset en su viaje a España en 1923 o con Kafka en el Café París de Praga; por esta razón, algunos de estos poemas están dirigidos a un estrecho círculo de escritores, como Hermann Broch (33) o Sam Gronemann (34), y periodistas con quienes mantiene vívidos debates literarios, políticos o religiosos donde traslucen sus inquietudes respecto al futuro de Alemania y los judíos, ya que la cuestión sionista y la creación del estado de Israel le suscitan un gran interés. Premonitorio fue el escrito al periodista judío Ruschkewitz en 1923 instándole a: “no reces pues en exceso / y pásatelo bien” (9), deportado a Riga -Jungfernhof en 1941, toda una invitación al carpe diem, pues como escribe en otro poema “Todo sucede por azar” (10). El peso de la literatura y de la filosofía en su pensamiento no es nada desdeñable, sirva de ejemplo el poema dedicado “A la ética Spinoza” (8), escrito en 1921, época en la que junto a otros dos amigos lee y comenta obras literarias y filosóficas que influirán de manera decisiva en su interpretación abstracta del mundo: “No confíes en la consoladora apariencia / para lo sublime hay que haber nacido”.
Aunque nunca hubo una intencionalidad poética como tal en el sentido de creación de un corpus poético, si hay en su escritura aquella voluntad. Él mismo se urge a conjurar en la palabra aquello que en el fondo de su ser se inquieta, cumpliendo, por tanto, con la función de la misma: expresar, conmover, reflexionar, comunicar. Su poesía se nutre de las raíces vivenciales que asolan lo cotidiano, la palabra se convierte en isla en la que refugiarse, espejo en el que mostrarse. Al contrario que sus teorías físicas, la poesía de Albert Einstein no pretende desvelar la armonía oculta del universo, no obstante revela una íntima porción de ese cosmos mucho más complejo que es el alma humana. Sin duda alguna, Albert Einstein: poemas y paisajes es una imprescindible obra sobre el Premio Nobel de física y la minuciosa labor de Clara Janés y Jenaro Talens, encomiable al trazarnos un inagotable fresco biográfico a partir de sus poemas.
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Autor: Albert Einstein. Título: Albert Einstein: poemas y paisajes. Traducción: Clara Janés y Jenaro Talens. Editorial: Eolas. Venta: Todostuslibros.
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