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La salvación por el humor

La salvación por el humor

Vonnegutiano. Dícese del seguidor de la obra y figura de Kurt Vonnegut (Indianápolis, 1922 – Nueva York, 2007). Para sus nuevos editores españoles, que le han montado una biblioteca particular, se trata del “terrícola más sabio y divertido de todos los tiempos”, un escritor que sabe desmenuzar e interpretar las cotidianeidades y hasta los más ocultos instintos del ser humano. Cuando ya tenía en su haber novelas del calibre de Matadero Cinco (1969), donde explicaba con un característico humor negro las vicisitudes del autor tras ser detenido por el ejército nazi una vez concluido el bombardeo de Dresde, inició la escritura de la obra en la que iba a sintetizar todo su universo personal, tanto ético como estético. Le puso de título Desayuno de campeones, igual que los cereales de General Mills que muchos conocemos, pero ese mismo título da nombre a la novela que ha escrito por su cincuenta aniversario Philboyd Studge, el personaje que crea el propio Vonnegut —recién entrado en el medio siglo de vida por aquel entonces, al igual que su criatura— como demiurgo total para su ficción. Como se ve, el lector asiste a un juego especular, un desmedido artefacto de cajas chinas, que tanto bebe del Mark Twain más desbocado como del Lewis Carroll más iluminado. Por estas tierras, pocos se han atrevido a revisar su estela, aunque el mundo paradójico de Juan José Millás se haga eco a menudo del universo que ha puesto en rotación el autor de Cuna de gato (1963).

"La poética que alumbra todo el tinglado, repleta de sarcasmo, pesimismo y comicidad exacerbada, busca poner caos en el supuesto orden existencial"

Para Vonnegut, “lo cómico es parte tan integral en mi vida que empiezo a trabajar en una historia sobre cualquier tema y, si no encuentro elementos cómicos, la dejo”. Imposible dejar Desayuno de campeones. Está trufada hasta el tuétano de momentos hilarantes, fantasías que llaman a la carcajada auténtica y episodios ciertamente desconcertantes. Sus fieles la tratan con el culto que merecen las epifanías, y la encuentran la novela más personal, satírica y disparatada del excéntrico Vonnegut. ¿Se imaginan a Mahalia Jackson puesta de psicotrópicos? Pues de ahí para arriba. Así es la obra del más corrosivo escritor estadounidense de los últimos decenios.

En Desayuno de campeones nos encontramos con un despliegue técnico de irreverencia formal que engarza lo que podría ser una historia abreviada del siglo XX estadounidense con la historia general de la humanidad, aunque contada por un loco que no haría ascos a un público infantil de un planeta lejano, y al que no importaría que fuera el Creador del Universo. Narra en un juego de cajas chinas el encuentro entre un grupo de personajes tan estrafalarios como entrañables con el escritor que les insufló vida. El resultado ofrece la oportunidad de descubrir los entresijos de la vida en la Tierra y de los inventos que los humanos hemos ingeniado para sobrevivir en el planeta: la política, el arte, el sexo, la cocina y, junto con ello, el propio hecho de la existencia y la muerte. La poética que alumbra todo el tinglado, repleta de sarcasmo, pesimismo y comicidad exacerbada, busca poner caos en el supuesto orden existencial, para acabar comprendiendo que no existe orden en el mundo que nos envuelve, sino que se ha de hacer lo posible por abrazar el caos o, al menos, adaptarnos a sus requerimientos. Por si fuera poco, inunda con bosquejos, ilustraciones y dibujillos el volumen que pretende ser compendio de su visión artística de la literatura.

"Si se quedan con hambre, recuerden que Blackie Books acaba de abrir serie para rescatar la obra selecta de este terrícola sin par"

Philboyd Studge jugará a ser Dios jugando con el universo, por lo que construye a partir del providencial encuentro entre su personaje favorito, Kilgore Trout, desconocido y cincuentón escritor de novelas de ciencia ficción, y Dwayne Hoover, un acaudalado vendedor de coches que descubre en un libro de Trout un mensaje que cree que está destinado sólo a él, un artefacto total donde todo tiene cabida. A partir de ahí, dentro de cada una de las muñecas rusas dispuestas en escena, se convocará al lector para que juzgue por él mismo el mundo que le ha tocado en suerte. Si en el camino se cae en el cinismo, échenle la culpa a Trout, o a Studge, o a Vonnegut, que bastante tuvo con sobrevivir mientras los nazis abrasaban a sus compañeros con lanzallamas durante la Segunda Guerra Mundial. Tarantino, recuerdan, sabía de lo que hablaba cuando trató de hacer justicia al bueno de Kurt con la figura de Rick Dalton en el episodio apócrifo de Los 14 puños de McCluskey, dentro de la no menos inventiva y divertidísima farsa que es Érase una vez en… Hollywood (2021). Uno puede leer un enjundioso ensayo plagado de notas al pie y referencias posmodernas sobre los mecanismos de la creación o bien zamparse un auténtico Desayuno de campeones. Si se quedan con hambre, recuerden que Blackie Books acaba de abrir serie para rescatar la obra selecta de este terrícola sin par.

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Autor: Kurt Vonnegut. Título: Desayuno de campeones. Traducción: Miguel Temprano. Editorial: Blackie Books. Venta: Todostuslibros.

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