El secuestro de miles de niños ucranianos por parte de Rusia durante la guerra ha sido documentado en los medios de comunicación, pero el autor superventas francés Marc Levy lo ha querido transformar en la novela La sinfonía de los monstruos para «llegar al corazón y que no se olvide», explica a Efe.
Como explica Levy en la sede del Instituto Francés de Madrid, donde ha presentado a los medios el libro que ahora publica en castellano HarperCollins Ibérica, «la información nos afecta bastante poco y por poco tiempo, mientras que la novela nos acerca a personajes que se nos parecen y hace desaparecer la distancia».
La sinfonía de los monstruos está protagonizada por Veronika, una enfermera que una noche, al volver a casa, descubre que su hijo de nueve años ha desaparecido. Desamparadas, ella y su hija adolescente Lilya tratan de entender dónde se han llevado a Valentyn y moverán cielo y tierra hasta dar con el paradero del niño, la una animada por su temeridad adolescente y la otra por su determinación de madre.
«Cuando uno lee en la prensa que hay niños ucranianos secuestrados por los rusos, es lejano y difícil de entender. Pero si de repente una novela te hace volverte la madre o el hermano de ese niño no solo lo entiendes, sino que jamás lo olvidas», aduce el autor francés vivo más vendido, que se inspiró en lo que él mismo sentiría en un caso así como padre de una niña de ocho años.
Para Levy, las novelas son por tanto el verdadero «antídoto de la propaganda», y por eso son prohibidas en las dictaduras o en lugares como los estados republicanos de EEUU. «Se puede negar el racismo, pero no si lees una novela de Tony Morrison», destaca. Por eso, decidió publicar el libro gratuitamente en internet en ruso.
Para Levy, el título de La sinfonía de los monstruos es una manera de expresar cómo los niños de Ucrania, o los de Gaza, «mueren o son enviados a los campos de batalla por dictadores que se quedan sentados detrás de sus murallas». Para convertirse en uno de estos dictadores monstruosos, grandes o pequeños, hay varios caminos, explica en su novela. «Hay un camino que empieza desde la infancia. Hay una herida, y esa herida hace nacer odio, y ese odio va a ir alimentando unas ganas de poder», un poder que puede ser el del hombre violento que maltrata y aterroriza a su mujer en su entorno hasta convertirlo en «una pequeña dictadura».
También analiza el caso de los colaboradores de las grandes dictaduras. «En general, son personas que van a convertirse en monstruos por miedo, por concupiscencia, para tener un poco de poder o privilegios y, sobre todo, para tener una buena calificación. Es ese miedo de formar parte del grupo y ser bien visto», opina Levy. Y como también aborda a lo largo de las 368 páginas de novela, la forma en las que las dictaduras mantienen su poder es confiando «muchas cosas pequeñas a muchas pequeñas personas, de forma que lo que hace cada persona no se pueda condenar». Así, «el policía que detiene a un resistente solo ha hecho su trabajo, el secretario judicial solo hace su trabajo, y el guardia de la cárcel solo hace también su trabajo. Cada uno hace su pequeño trabajo». Para las tareas «más monstruosas» usan a personas como un juez que colabora, porque «o bien es idiota o bien es monstruoso. Esas personas son particularmente culpables, porque en la mecánica de una dictadura basta que una pieza diga que no y ya empieza a dejar de funcionar», defiende Levy, autor de obras como Ojalá fuera cierto, Lo que no nos contaron, Ella y él y El ladrón de sombras.
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