Hablarnos para perpetuar la existencia. Llenar los vacíos de los cuerpos con palabras. Rescatar recuerdos, anécdotas, momentos e hilar con una narrativa del presente una vida que se apagó hace tiempo.
El reciente lanzamiento de Cabaret Voltaire presenta la cotidianeidad asociada al último adiós. En Una mujer —novela de Annie Ernaux, ganadora del premio Gregor von Rezzori— la narradora recupera recuerdos de su progenitora ya fallecida, desmenuza anécdotas a partir de detalles casi imperceptibles, reúne episodios ahogados en el olvido para conformar un relato conmovedor y memorable. En este bello texto —editado por Gallimard en 1987— la vida se descorcha en cada línea, y lo hace con una verdad punzante que atraviesa el papel ahuesado hasta el lector.
Toda la prosa de Ernaux, merecedora del Premio Formentor en 2019, presenta sin ambages un rescate de los más íntimos recuerdos. Sus novelas son delicados tránsitos de nudas palabras por la memoria. La vida y la muerte encuentran su refugio en su ficción, que no es más que un doloroso espejo.
Este honesto título de Ernaux —que regresa estos días a nuestras librerías— es una áspera revelación de secretos familiares, un pulso a medio camino entre el pudor, el olvido y la memoria.
Como en toda la ficción de Ernaux, las palabras despojadas de artificio de la autora revelan una realidad personal: en la novela que nos ocupa, la vida de su madre, una vez muerta, renace evocada por las palabras de su sucesora. El texto fluido —que cabalga entre pasado y presente— es un proustiano muestrario desbocado de recuerdos, una condensación de emociones, un disparadero de sentimientos asidos, hilados, a la construcción narrativa en que se ha convertido la madre fallecida.
Tras el deceso, la vida continúa como relato y se presenta Una mujer ante el lector como la sólida armadura que viste todas nuestras ausencias. Aferrado el lector a este esqueleto emocional de palabras, a este relato-vida que es tan de Annie Ernaux como de todos nosotros, se emocionará con cada nimio detalle que sustenta la narración, con el delicado andamio que sostiene este renacer de una vida que ya, hace décadas, no lo es.
La madre como narración es la espina dorsal de este texto que congela detalles del pasado que dominan el presente. Escribir es dejar ir, dejar de llorar cuando el que soporta la ausencia piensa que no se puede llorar más. No se puede llorar más. Y, sin embargo, se puede.
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Autora: Annie Ernaux. Título: Una mujer. Traductora: Lydia Vázquez Jiménez. Editorial: Cabaret Voltaire. Venta: Todostuslibros y Amazon
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