¿Una tradición rebelde? Un título que parecerá, tal vez, una contradicción en la primera lectura: ¿no es la “tradición” una forma de continuidad, es decir, precisamente lo contrario del cambio y de la rebeldía? La expresión se me apareció, en su bella y necesaria paradoja, leyendo Customs in common (Costumbres en común), un excelente ensayo del historiador E.P. Thompson sobre la cultura popular del siglo XVIII. Thompson identificaba allí un importante punto político de la época: cómo la cultura popular de los gremios, los artesanos y el campesinado se había convertido en una herramienta para oponerse a unas transformaciones económicas (el cercamiento de los campos, los horarios o la disciplina industrial) que ponían en riesgo la estructura de sus sociedades. En ese momento paradójico, las costumbres tradicionales suponían una forma de rebelarse ante un futuro impuesto; en plena Revolución Industrial, aquellas comunidades que estaban a punto de ser superadas y destruidas sacaban a la luz los contornos oscuros de un “progreso” que se presentaba como necesidad absoluta y sin matices.
En buena medida, la idea de Thompson resonaba con algunas preguntas y preocupaciones que venía trabajando en los últimos años, en especial a través de mis libros de poemas —la “trilogía involuntaria” que conforman Folk (2013), Una paz europea (2016) y La familia socialista (2018)—, pero también en algunos textos dispersos y charlas ocasionales sobre el folclore, la cultura tradicional, las lenguas “menores” o las estructuras comunitarias. ¿Por qué asumimos que la tradición es necesariamente una fuerza opresiva? ¿Por qué la izquierda moderna ha renunciado a ella para entregarse a la misma noción de “progreso” que defiende el neoliberalismo? ¿Qué hemos perdido en el paso de las culturas comunitarias y locales a la cultura global de masas? ¿Cómo podemos revivir esas formas de socialización sin caer en la pantomima, la copia ornamental y el simulacro? ¿Hay otras comunidades que podamos oponer a las propuestas excluyentes del nacionalismo de derechas? Y, sobre todo, ¿podemos existir de otro modo, con otro horizonte antropológico?
A partir de esas dudas, Una tradición rebelde interroga ciertas figuras —cancioneros populares, ritos religiosos, escrituras clásicas y contemporáneas— y lugares —la Asturias industrial de mi infancia, el campo mallorquín, las provincias griegas— para intuir algunas respuestas y, sobre todo, abrir algunas vías al debate colectivo. En el contexto de una modernidad que fomenta el aislamiento del individuo, la identidad como forma de consumo y la sustitución de la comunidad por el mercado, la tradición popular tal vez pueda ofrecernos una forma de resistencia que nos permita cuestionar la ideología de nuestro presente y replantearnos nuestra manera de vivir en común.
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Autor: Fruela Fernández. Título: Una tradición rebelde: Políticas de la cultura comunitaria. Editorial: La Vorágine. Venta: Amazon.
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