Señala el sociólogo y antropólogo francés Rodolphe Christin (1970) que los rasgos característicos de la mentalidad contemporánea que nos empujan al viaje son la falta de discreción, el gusto por el alboroto, el espectáculo y la vanidad vulgar. Y al hablar de viaje, no cesa de recordarnos que por mucho que lo vistamos, por mucha intención que pongamos en ello, no deja de ser turismo, con todos los males que ello conlleva, que son los mismos que existen en cualquier explotación salvaje cuya intención es recaudar beneficios. Participar del viaje se asemejaría más a ser accionista de una compañía petrolífera que a protagonista de una aventura de aprendizaje. O al menos, sus consecuencias tendrían mucho que ver con lo primero y apenas nada con lo segundo. Los argumentos que expone en esta obra ya los habíamos conocido en la anterior, Mundo en venta, donde se abordaban los orígenes de la turismofobia, ese movimiento de la gente local contra el destrozo y la imposibilidad de vivir en sus hábitats por culpa de la explotación turística, de la industria turística. En este nuevo volumen, se amplían las razones a través de entrevistas y un pequeño ensayo acerca de la glorificación de esta forma de consumir el mundo, y a qué obedece la creación de esta consumición como una necesidad.
Durante las entrevistas, el autor reitera las ideas que componen su ideario, que son bastante convincentes, pero, sobre todo, son muy inquietantes. Hemos sacralizado el viaje y nos aturde pensar que estamos contribuyendo al malestar y a la liquidación del planeta: el turismo es parte de la sociedad productiva, un servicio que busca rentabilidad, que se rige por la lógica del rendimiento y que pretende generar ingresos. Y, por otra parte, una forma de control social integrada en una sociedad de consumo. Las motivaciones del turismo ya no son el descubrimiento ni la evasión cultural, y será imposible que así sea porque está matando la realidad que pretende buscar. Convencido de que una vez que el turismo se vaya volverá la vida, Christin se convierte en militante de una causa contra el fenómeno que ha provocado la creación de los no-lugares, según la definición del filósofo Marc Augé: sitios como los aeropuertos, los centros comerciales, las calles igualadas por el comercio, etc. Se opone a la idealización del destino por encima del itinerario y a la idea implantada, cree que artificialmente, de que para ser feliz es imprescindible salir de casa. En realidad, el turismo ya no ofrece nada que no sea un estilo de vida turístico, comercial, y esto está desgastando el planeta.
Pero Christin no se detiene en denuncias y elabora un proyecto, filosófico, sociológico, que resume en la segunda parte del libro un ensayo inédito en el que define el viaje como un proceso de transformación de lo lejano en cercano, de lo exótico en cotidiano, que ha generado una estandarización de la superficie del mundo. Ahora bien, a lo que considera que debemos atender es a las causas que nos empujan a viajar, tanto las que creemos personales, que él atribuye a la ansiedad, como las de presión social. Aboga por una nueva forma de convivencialidad en la que se imponga lo natural, por reformular la vida atendiendo a una ecosofía salvadora, a una reintegración de la naturaleza opuesta a las leyes del Estado y del Mercado. Para ello será preciso cambiar los paradigmas del trabajo y del tiempo libre, y entender que la relación con la naturaleza, y deberíamos entender la parte de naturaleza que subyace en todo, debe ser más creativa. La expresión que él utiliza es la de ecología poética. Tal vez vivir consista en no hacerse preguntas, esas que generan ansiedad, y evitar todo lo que provoque residuos o inclusión en el sistema, como la congestión en las carreteras o el incremento de los niveles de ruido. Christin nos desafía, y no le faltan motivos para hacerlo, porque nos elimina las ganas de participar de aquello en lo que creíamos ver una tabla de náufrago.
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Autor: Rodolphe Christin. Título: Contra el turismo. Traducción: Salvador Cobo. Editorial: El Salmón. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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