La verdad no termina nunca, de Sergi Doria

En las tres décadas de los 30 a los 50 transcurridas en Barcelona, entre el ascenso de la Segunda República y el más duro postfranquismo, hubo gente que tuvo que callar muchas cosas para sobrevivir; otros reinventarse y otros cambiar de chaqueta a la dirección que soplaba el viento. Eso es lo que nos expone el profesor Sergi Doria (Barcelona 1960) en La verdad no termina nunca, la novela que bien podría ser una continuidad de su anterior debut en ficción, No me digas que me conoces, en el que el autor nos mostró, sin idealizar ninguno de los bandos, cómo y por qué se transcurrió por unos años tan tortuosos.

Alfredo es un hombre al que la recién creada Gran Enciclopedia Popular le ha encargado dos reportajes sobre Kandinski y sobre Alexandre Jean Louis Promio, este último el apoderado de traer el cinematógrafo a España. El problema es que en una sociedad tan cerrada no le es fácil conocer cosas sobre sucesos y personas poco cercanos al régimen dominante, lo cual no le hace cesar en su empeño y curiosidad.

Para colmo, su madre, mujer de secreto pasado, se pasa el día cosiendo encargos para subsistir, dando a su hijo la sensación de que las mismas puntadas se las ha aplicado a sus labios pretendiendo que nada de su anterior mundo se le escape de dentro.

Poco a poco, siguiendo la vida de estos personajes, el autor nos lleva por un recorrido por una Ciudad Condal trémula en la que podemos conocer los inicios del timo de Estraperlo, la llegada del cine, los cabarets y los submundos del entorno del Paral·lel, acabar en la creación de las checas, los últimos paseíllos de la República o la entrada a degüello de los nacionales, falangistas desanimados incluidos.

Las pocas veces que he coincidido con Sergi en tertulias culturales, sea cual sea el motivo del encuentro o la identidad del invitado estrella del círculo, ha terminado explicando historias de la primera mitad del siglo XX, de las que hacen callar a todos para escucharlo hablar, tal como hacían los intelectuales de los cafés de finales del XIX, no solo por su conocimiento de lo hablado sino por la pasión con que lo hace, la misma que seguro le ha llevado a leer cientos de libros en interminables noches de documentación placentera.

Por suerte, ahora ha decidido transcribirlo todo a ficción con un estilo de prosa de los que hay que profundizar para encontrar los diferentes significados encerrados en el texto, en una novela que no deben perderse si no quieren quedar en el vagón de cola del recuerdo de un tiempo cada vez más olvidado.

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Autor: Sergi Doria. Título: La verdad no termina nunca. Editorial: Destino. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro