De repente sucede: hay libros que se incendian con el color ocre de sus poemas, poemarios que huelen a un renovado rumor antiguo, versos como dardos que duelen en la noche, en cada recoveco de su simetría extraña.
Todo en este libro que se preña de la luz hechicera de la noche de San Juan: es tal vez la playa origen de un mar Mediterráneo; es, también, un cielo plagado de estrellas; por último, es el salto que quiere sobrepasar la hoguera, pero a la vez duda de si caer sobre el fuego y arder hasta ser ceniza.
Un ritual que se repite desde siempre. Ha perdido, para muchos, el sentido originario, pero adquiere nuevas significaciones con cada salto. Paso el fuego por una promesa. Paso el fuego por un amor que me observa. Paso el fuego por rabia. Paso el fuego por mi abuelo, que saltaba año a año. Paso el fuego porque así me purifico, me renuevo.
Rodrigo Olay desentraña su particular porqué en Saltar la hoguera, poemario ganador del XXXV Premio Jaén de Poesía editado por Hiperión este 2020, un libro que trata de escribir ese momento íntimo y precioso en el que los pies se levantan de la arena ante el fuego: todo lo íntimo —miedos, certidumbres, recuerdos, deseos— están en ese instante sobre las chispas de luciérnaga que despide la madera y se hacen ciertas, evidentes, tangibles, como los poemas de este libro.
Trazado por la biografía íntima del poeta asturiano, el poemario evoca su pasado, traza su presente y esboza su futuro a la luz del estilo de los grandes maestros contemporáneos: hay sabor a Rosillo, a González Iglesias, a De Cuenca, a metros clásicos y lenguajes añejos que Olay actualiza con un acierto cada vez mayor conforme el libro va avanzando.
Tocar la luz del tiempo
Saltar la hoguera supone, sobre todo, un mirar atrás para delimitar un cuerpo, el del propio poeta, resultado de experiencias vitales que trata de universalizar, bañar en el agua de la estética y convertir en postales ajenas que le susurren enseñanzas al oído. Así ÁNGEL Y MARTÍN:
Yo, que no os elegí, lo hubiera hecho
tal como somos, tres, Rodrigo, Ángel
y Martín, en la risa y en la rabia,
los tres juntos —mamá qué dice siempre—
yo, que no os volveré a juzgar, yo, que
me enorgullezco a diario de que no
llevéis mi daño, yo sé que seremos
—nunca, como papá, que no los tuvo—
los que al verse se besan la mejilla,
los que comparten ruta en el invierno,
los que se velan hasta la alborada,
los que no necesitan perdonarse,
de vuestra mano si al romper la herida,
de la mano los tres, como de niños.
Los poemas responden a un intento de atrapar la luz del tiempo, y por ello poseen una pátina distinta a la de los libros de otros autores de la generación de Rodrigo Olay: están dotados de una virtud distinta, un secreto inhabitual para un nacido casi en la década de los 90. Es una apuesta osada e interesante que conjura palabras como soledad, tristeza, recuerdo, nostalgia, sueño… acción de gracias.
ESCRIBE LO QUE TEMAS QUE SUCEDA
Que no vuelva a besar a mis hermanos.
Que olvida a los que hoy amo, a los que hoy llamo.
Que mi marca se vierta en la familia.
Que el cansancio consuma tus caricias.
Que padre y madre lloren sin nosotros.
Que no me duela ver tus ojos rojos.
Que arda La Vega, balda, junto al río.
Que perdamos la casa en que crecimos.
Escribo lo que no quiero que pase.
Lo escribo. Que no salga de esta frase.
Autor: Rodrigo Olay. Título: Saltar la hoguera. Editorial: Hiperión. Venta: Todostuslibros
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