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La vida, luz sobre las tinieblas: El murciélago entre fuegos de artificio, de Antonio Daganzo

La vida, luz sobre las tinieblas: El murciélago entre fuegos de artificio, de Antonio Daganzo

Los tiempos de confinamiento causados por el coronavirus dejarían una huella profunda en nosotros, hasta el punto de que hay quien a día de hoy arrastra sus consecuencias. Un impacto que pronto se dejó ver en el ámbito cultural, impregnando el trabajo de distintos creadores desde las diferentes disciplinas artísticas. Sin ir más lejos, el autor de estas líneas ha dejado testimonio de dicha época en su último libro, Arquitectura del sueño (Huerga y Fierro Editores, 2024), concretamente en la parte titulada Pandemario. Coetáneo es también un libro de poemas sutil y delicado, por cuanto su lectura destila sensibilidad por los cuatro costados. Nos estamos refiriendo a El murciélago entre fuegos de artificio, de Antonio Daganzo (Madrid, 1976).

Publicado bajo el exquisito sello RIL editores —cuya actividad está tan presente en nuestro país como en todos los de Iberoamérica, teniendo sedes en España y Chile—, su título ya nos da idea de los dos elementos contrapuestos que constituyeron aquellos históricos días en nuestro mundo: de un lado, la imagen del quiróptero, representativa en nuestra cultura de lo nocturno o tenebroso; de otro, la pirotecnia y lo que tiene de festivo y luminoso. Es decir, la oscuridad y lo lucífero en pugna, como dos caras de una misma situación: el virus y su repercusión devastadora en el individuo, así como el espíritu de lucha y optimismo de éste a la hora de enfrentarse a una amenaza invisible y hasta entonces desconocida. Del mismo modo podríamos extraer una interpretación contraria a la realizada, por cuanto el murciélago es en cierto sentido un ser indefenso e inofensivo frente a la especie humana; ésta puede resultar nociva para estos vertebrados con manifestaciones tradicionales como los fuegos de artificio, cuyas luces cegadoras y ruidos estruendosos representan agresiones indirectas para los referidos animales. Como vemos, una interesante simbología que da una idea del espíritu del presente poemario, el cual en ningún momento hace referencia directa a la pandemia, aunque todo lector avezado pronto encontrará resonancias de ella a lo largo de sus páginas.

"Enraíza lo emocional en un cuerpo que se abre para llenarse de otro cuerpo, porque es a través de él como dialogan, porque es el sexo la palabra desbordante y diáfana en que desembocan"

Es El murciélago entre fuegos de artificio un volumen que tiene muy en cuenta la vertiente musical. No en vano su autor es un erudito en la materia —sus ensayos Clásicos a contratiempo (Ediciones Vitrubio, 2014) y Música, delicias del asombro (Ondina Ediciones, 2023) representan ensayos divulgativos en torno a la música clásica—. No obstante, los intereses del autor amplían su abanico de temáticas hacia otros ámbitos como el arte —entre las antologías en las que ha participado podemos destacar Relatos del Prado: Antología homenaje en el bicentenario del Museo Del Prado (2020)—. Además de la poesía y el ensayo, Daganzo también ha realizado incursiones en el género de la novela, con Carrión (Ediciones Vitrubio, 2017) —merecedor del Premio de Narrativa “Miguel Delibes” de Valladolid— y Es un fracaso el mundo (Ediciones Ruinas Circulares, 2022).

El presente poemario —décimo de Daganzo, incluyendo La sangre Música (también editado por RIL en 2021)— presenta una construcción dividida en cuatro apartados: La librea de Haydn, Estancia en Occitania, Focos de resistencia y Dioses piadosos. A través de su lectura encontramos referencias destacadas a compositores: desde el trovador aquitano Jaufré Rudel o el mismo compositor austriaco del periodo Clásico Franz Joseph Haydn (que da título al primer apartado), pasando por el clasicista Wolfgang Amadeus Mozart y su ópera Così fan tutte, el austriaco romántico italiano Giuseppe Verdi y su ópera Il trovatore, el español renacentista Tomás Luis de Victoria y su canto O magnum mysterium, la compositora francesa Lili Boulanger, el clásico y jazzístico francés Claude Bolling (Louisiana Waltz) o los genios brasileños de la bossa nova Antônio Carlos Jobim y Vinícius de Moraes. Unas veces, mencionados a través de citas a libretos; otras, tomando protagonismo en determinados poemas. Incluso podríamos decir que la expresión que figura en el título del libro, “fuegos de artificio”, hace referencia en su arcaísmo a la famosa obra del barroco inglés George Friedrich Händel Música para los reales fuegos de artificio. También hacen acto de presencia determinados espacios geográficos como Palencia (Puentecillas, un regreso), Logroño (Calle del Laurel) o Segovia (Eresma).

"Pie forzado refiere a la situación de angustia que puede sufrir el individuo cuando el mundo y su tiempo parecen venirse encima, y donde a pesar de todo existe la claridad"

Retomamos la idea dicotómica “murciélago-fuegos de artificio” para advertir su uso temático en el primer y último poema del libro. Se abre y cierra de esta coherente manera. En el primer texto, denominado igua que el libro, se observan las referencias citadas al periodo pandémico y a sus víctimas: “Mirad el cielo. / Mirad la luna hoy, negra también. / Como la fosa de tantos héroes derrotados, / heridos, aviesamente heridos / por la espalda. / Como su última fatiga desangra en estrellas, / las tenaces, / esas que incluso hoy contemplamos oscuras / pues sabemos / la exacta posición de nuestras cicatrices”. Se alude a esos “fogonazos” lumínicos asociados a los fuegos artificiales, cuya primera imagen optimista puede derivar en engaño —como referíamos antes, la perspectiva puede cambiar, tornándose totalmente contraria—: “Antes, / quizá ya mucho antes, / os advertí / —¡cuántas veces!—: / ‘Eso que imagináis un fabuloso fuego, / un fuego entre las manos que no quema, / son cerillas, / cuidado, / son cerillas y duelen / igual que una caricia en el rostro imposible’”. En el último poema, Metamorfosis del murciélago, se recoge el sentir de todo el poemario en diversas referencias que atañen a poemas previos, para acabar cerrando en la superación de esos “fuegos de artificio”, de “las cerillas que duelen”: “Habéis purificado las noches estivales / con vuestro desengaño y vuestras lágrimas”. No obstante, queda la cicatriz del recuerdo, “este murciélago o memoria / sin pólvora ni estrépito; todavía aterrado / más ya nunca fantasma de los héroes que fuimos”.

Entre uno y otro poema, quedan todos esos aleteos y fulgores que conforman el libro. En La librea de Haydn, el poeta “desearía que el mundo fuera” la “Eszterháza”, por cuanto encierra de ideal. Se trata del palacio húngaro que fue residencia del compositor. El autor se dirige a Haydn para pedirle que no olvide a la humanidad presente desde sus “claras notas”, concebidas en aquel lugar de ensueño: “Aquí proseguiremos, / escuchando tu música. / Soñando con que el mundo puede ser tu palacio”. Con Jano, el farsante, el dios referido toma la voz cantante para confesar que no existe el pasado y el futuro (“la memoria y el anhelo”), sino únicamente el presente: “Veía doble: aproveché a engañaros. // Sólo tenéis / este mismo segundo que perdéis”. Tiempo vendido trata precisamente de ese aprovechar el ahora a lo largo de la vida (“Todo el tiempo perdido / —tan corto, tan culpable— / no fue tiempo vendido”. Pie forzado refiere a la situación de angustia que puede sufrir el individuo cuando el mundo y su tiempo parecen venirse encima, y donde a pesar de todo existe la claridad: “Pero algo en ti susurra pedazos de infinito, / pedazos como soles más allá del lenguaje, / esquirlas de tus besos, / del amor a la luz, del poderoso instinto y sus milagros […]. Y la noche caerá sin que baste lo oscuro”. Algo similar sucede con De las noches apóstatas, donde lo nocturno contiene “el grito de la tierra”. No obstante, “esas noches” podrán “ser su propia redención”, incluso portar lo poético o misterioso a través de la música, como en Un cantor en la noche. En esa tónica optimista, Homenaje a la vida es —como reza el título— una victoria frente a la muerte, pues recuerda el autor “el día exacto / en que murieron / las personas a las que tanto quise”. De esta forma, los seres queridos se convierten en Los inmortales del poema con dicho título. Al igual que la noche o la muerte, también contra el frío se lucha en La obediencia del frío: “recuerda, / frío innoble, / aquel hermoso sacrificio, // recuerda y nunca olvides / la obediencia que debes al amor”.

El tributo a los sentimientos y en definitiva a lo sensible se encuentra presente en todo el poemario, si bien se hace expreso en poemas como Strogoff. Un texto que trae a colación al correo del zar ideado por Julio Verne recordando cómo buscaron cegarle pasándole una lámina ardiendo por los ojos. Esa “ceguera” se equipara a la insensibilidad, contra la que el poeta lucha: “Y ese bendito don de lágrimas / habrá de protegerme, / a través de mi historia, / del ardiente metal, / de los sables al rojo / que la vida, / inapelable y dura, / deslice por mis párpados”.

"Como hemos podido comprobar, es El murciélago entre fuegos de artificio un libro cuajado de todos aquellos elementos que nos competen como individuos"

Occitania nos trae la región al suroeste de Europa que fue, durante la Edad Media, heredera de la cultura latina. Su lengua —el occitano, sustitutivo del latín— sirvió de modelo en la creación de la literatura trovadoresca. El poema la define como “el país de los versos y la música”, destacando cómo a pesar de la herencia legada fue sujeto de múltiples ataques: “Decidieron borrarlo de los mapas / sus duros enemigos, / la ignorancia y la envidia, / con furor tal / que quisieron incluso robárselo a la Historia”. Los “agresores” desconocían que su valor inmaterial iba a perdurar: “No podían saber / que en la tierra de nadie / se hace viento y perdura y se ennoblece / el trovador”. El poeta repite ese “no podían saber” en la estrofa final, a modo de canto definitivo que resume lo imperdible de ese legado al volver a revivir su belleza a través del ser amado. En Linaje de tus ojos se refiere a ese amor hacia el otro —un ser querido o un familiar, probablemente en este caso— convirtiéndolo en tema de inspiración poética: “Cómo añadirle versos a un perfecto poema? // Bastará acaso / recordar la emoción de su linaje”. En Cartografía y quiromancia se establece una relación entre el cuerpo del sujeto amoroso y el mundo, dando a entender que el primero habla de todas las cosas importantes del segundo a través del misterio de las líneas de las manos: “Cartografía densa, / el mundo resumido y renacido, / doble ferocidad, / milagro doble de tus manos”. Del mismo modo se procede en Espiral, donde en uno de los dedos del otro a quien va dedicado el poema “gira sobre sí misma una espiral: / una gota de sangre, / una galaxia anillo”. Lo infinito en la grandeza de lo pequeño. En Breve curso de botánica avanzada es el propio autor quien se refleja en la Naturaleza para mostrar la fuerza de su amor: “Como una rama grávida / de besos en sazón. // Como la savia erguida de los sauces / al suelo que los nutre”. Igualmente en Desiderátum para labrar en un muro el poeta se metamorfosea en “la entrega”, “el candoroso incendio” y “la fe absoluta del rosal que nunca muere”. Y aún más se abstrae en Ofrenda, conformándose como “sombra de aquel parque”, “sed y porvenir tras las lentas esquinas” o “la memoria imposible y por amor posible”.

Como hemos podido comprobar, es El murciélago entre fuegos de artificio un libro cuajado de todos aquellos elementos que nos competen como individuos: el amor, el temor, la supervivencia o lucha por la vida, nuestra deuda con la naturaleza y, sobre todo, con la cultura. Porque son éstas nuestras raíces y a ella debemos acudir para cultivar nuestra sensibilidad. Porque el conocimiento da dolor, sí, pero también nos humaniza.

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