Edmundo Díaz Conde ha escrito una novela en la que convierte en literatura uno de los secretos que más le dolió descubrir durante su adolescencia: las cartas de amor que su madre, modista de alta costura, intercambiaba con un escritor consagrado. Como dice el autor: «Mamá es un texto de autoficción que bebe de hechos probadamente reales».
En este making of, Edmundo Díaz Conde cuenta el origen de Mamá (Algaida).
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Mi madre fue modista de Alta Costura; y fue infiel, fue desleal. Con esas dos convicciones viví.
Juro que nunca pensé en escribir esta novela. ¡Jamás! Durante años ni ganas ni coraje tuve. Encima, mi madre hubiera puesto el grito en el cielo. Ella, tan catalana, tan protestante, tan pudorosa, me habría soltado: “¡Caifás! ¿Cómo te atreves?”. Para ella, Caifás estaba al nivel de Judas, en cuanto a felonía.
La cosa empezó pronto. Vivíamos en Ourense. Años ochenta. Yo era niño, adolescente. Un día subí al trastero y descubrí las cartas de amor que mi madre ocultaba. Figuraos. De mi padre, ni rastro en ellas. Las devoré. No conocía la letra, ni la firma. Luego supe que habían sobrevivido esas ocho. La primera empezaba así:
Estimada Mary:
Tengo la audacia de escribirle esta misiva aunque usted no me conozca; precisamente, porque usted no me conoce.
El tipo era escritor, no se ocultaba. Aún no tenía el renombre que alcanzó luego. Alrededor de las cartas hubo explicaciones decepcionantes, las pusimos perdidas de silencios, de palabras no dichas. El tema avergonzaba a mis padres; me avergonzaba a mí. Creo que el lector de la novela entenderá.
Avanzo casi cuarenta años. Mi madre ya no estaba; ni mi padre. Me dije que tenía que arrancarme esa historia de dentro, que mi madre lo habría entendido. Me la imaginé diciéndome: «Acuérdate de mí y escríbela. Para eso eres escritor». Qué ganas de justificarme.
Inicié una labor de arqueología sentimental. Empecé a tomar apuntes. Con placer y con disgusto. Como cuando rozas con la punta de la lengua una muela cariada. Así fue la concepción de Mamá. Me acordé de la clienta preferida de mi madre en Ourense: Ángeles Abad. Y de las prendas de ensueño que mi madre cosía para ella. Viajé de Sevilla a Ourense. Hablé con su hija, María José Perotti. La misma que tras la muerte de mi madre me envió un mail que empezaba:
Querido Edmundo:
Tu madre era en su trabajo la perfección… los vestidos que ella diseñaba y cosía eran obras de arte que hicieron felices a muchas mujeres… y que levantaron (su) admiración.
Quise ver esos vestidos, quise olerlos, acariciarlos. Los vestidos que mi madre había cosido dejándose los ojos en las telas mientras peleaba por su sueño… y, sobre todo, por el mío.
Y allí estaban. Eran docenas. Conservo las fotos; al igual que las fotos de las cartas de amor.
Después visité Santiago, la ciudad en donde estudié Derecho. Recorrí sus calles, porque también era preciso volver a ellas para explicarme las causas que pusieron distancia entre mi madre y yo. En Santiago me enamoré por vez primera. El amor importa en este libro. Os lo advierto, en sus páginas no hay más que una intriga y, en el fondo: amor, risa y ganas de consuelo.
Quedaba sólo una cita, la esencial. Hablé con el escritor, el autor de las cartas, el marrano a quien ya conocía. Saqué el tema y le pedí permiso para publicar fotos de sus misivas en la novela. Me lo concedió. Le pedí permiso para que apareciera su firma de entonces, la del pseudónimo, y nanay. Lo comprendo, marrano y todo.
Después de eso decidí que escribiría Mamá, pero lo haría con el corazón. Y sería un libro dirigido al corazón de los lectores. Y lo haría con las dosis precisas de drama y suspense que me gustan, pero también de humor, pues el humor es el gran lubricante, en la vida y en las letras, me parece. Al menos, yo quiero hacer llorar y reír.
Escribí todo el rato con una foto de ella en mi escritorio y una cartulina fijada en el corcho de enfrente, con esta pregunta que la define, no hacen falta respuestas: “¿Hasta dónde llegaría una madre por el sueño de su hijo?”.
Escaneé las cartas, cuyos fragmentos ya sólo sobreviven en las páginas del libro, como si todo hubiera sido una hermosa mentira. Y luego quemé las cartas reales, que tantísimo daño nos hicieron.
Y todavía hoy me pregunto si hice bien. Escribiéndolo, ¿hice bien? Y sólo estoy seguro de una cosa. Tarde, sí, a destiempo; pero Mamá es el único modo de pedir perdón a mi madre que me quedó.
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Autor: Edmundo Díaz Conde. Título: Mamá. Editorial: Algaida. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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