La escritora belga Adeline Dieudonné debuta con la novela «La vida verdadera», en la que habla del maltrato familiar a través de los ojos de una niña, y con un enfoque «fantástico y de terror cotidiano» que la autora equipara a la literatura de su admirado Stephen King.
Fenómeno literario en Francia y Bélgica en 2018, La vida verdadera (Salamandra) se sitúa en los años 90 en una lóbrega urbanización con una niña de 11 años como narradora, que reside en una casa con cuatro habitaciones: la suya, la de su hermanito Gilles, la de sus padres y «la de los cadáveres», ocupada por los trofeos de caza de un padre maltratador.
El único apoyo afectivo de esta muchacha de imaginación desbordante, dotada de un talento innato para las matemáticas y la física, es el pequeño Gilles, de seis años, con quien cada semana asiste al ritual de esperar la llegada de la camioneta de helados, pero un día cualquiera, un accidente destruye su mundo.
Recurrir a la voz no fue algo premeditado, explica en una entrevista con EFE la autora y actriz belga: «Cuando escribo, no reflexiono, no pienso, y la voz de esa niña se fue imponiendo».
La única base que tenía al principio era «la imagen del accidente del heladero, al que le explota una bombona, y la de dos niños que se tienen que enfrentar a esa inesperada circunstancia».
Dieudonné quería mostrar «cómo dos niños reaccionaban de manera diferente ante un mismo hecho», un accidente que, aunque la autora no lo presenció, es el mismo que sufrió el heladero de su infancia.
Subraya la autora que por el protagonismo de la niña y por el hecho de ser ella escritora se trata de «una historia femenina», y su principal interés era mostrar que «la niña escapa al determinismo de su padre, que es el típico macho».
Juega Dieudonné con el lector al que lleva a «una falsa pista», pues comienza en «un entorno muy luminoso y divertido que luego explota», aunque ya estaba advertido desde el principio cuando la narradora se refiere con naturalidad al «cuarto de los cadáveres».
Este juego de falsas apariencias situadas en el ámbito doméstico sigue la estela, según Dieudonné, de Stephen King.
La rabia que la niña siente hacia la inacción de su madre, que «ha perdido cualquier autoestima y que solo puede entablar relación con sus cabras y las plantas», cambiará cuando sea la protagonista la que reciba los maltratos de su padre.
Sin que haya una relación directa, Dieudonné se inspiró para construir el personaje de Gilles en los atentados de Charlie Hebdo: «Me preguntaba sobre quiénes eran esos chicos que cometieron los atentados, qué pasa cuando abandonamos a los hijos, cuando viven situaciones difíciles, no los quieres o no lo cuidan, sin que fuera eso lo que sucedió en el caso de los terroristas».
Otra inspiración directa fue la lectura del libro de Lionel Shriver «Tenemos que hablar de Kevin», donde «un niño se enfrenta a la muerte, la puede domesticar de mala manera y desarrolla entonces unas pulsiones mórbidas, recuperando el control mientras tortura a los animales».
El maltrato animal, también presente en «La vida verdadera» es un hilo conductor en todo lo que escribe, mostrar «esas relaciones de depredadores, entre los seres humanos y los animales, pero también entre hombres y mujeres, adultos con niños, todas relaciones de depredación; también qué hacemos con los animales».
A modo de cazador cazado, el padre, que «siempre habla de que los gordos se comen a los pequeños», será víctima de esta dinámica depredadora cuando es despedido de su empresa tras ser comprada por una multinacional americana mucho más grande.
De este modo, Dieudonné ve al padre como «representación del capitalismo salvaje, del neoliberalismo«.
Recurre la escritora durante toda la novela al humor negro, como mecanismo de defensa: «Como modo de distanciarme de lo que me da miedo, de lo que me indigna y me da mucha rabia», explica.
Y al mismo tiempo es «una manera de no ser moralizadora, de mantener el tono de cuento, que tiene encanto, flexibilidad y no es algo monolítico con un personaje muy serio y una historia oscura».
Además de King, Dieudonné confiesa que ha inspirado mucho su trabajo literario la creación del belga Thomas Gunzig, «por su humor negro y cierto aspecto surrealista».
Las películas «El laberinto del fauno», de Guillermo del Toro, por su «dimensión fantástica», o «La piel que habito», de Pedro Almodóvar, de quien admira «sus personajes femeninos, su manera de estar tan cerca en su intimidad», son otros dos referentes culturales para la escritora belga.
«La vida verdadera» tendrá además una versión cinematográfica a cargo de la cineasta francesa Marie Monge, que hizo «la mejor propuesta artística, justa y completa» de todas las que recibió.
La autora indica que le gustó que le propusiera «hacer una película con mucho colorido, en la línea de Guillermo del Toro», que venció sus temores sobre la posibilidad de se quisiera hacer una película social. «Quería se mantuviera la dimensión fantástica y surrealista de la historia, sin que predomine la dimensión social».
Dieudonné está escribiendo ya su segunda novela y con Gunzig escribe el guión para adaptar una novela corta propia, «El vientre ideal».
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