Así se expresa nuestro narrador hacia el final de la obra: «No creo haber llevado luz a ninguna parte y espero no habérsela apagado a nadie». ¿Es esto sabiduría? ¿O es renunciar a la sabiduría? La filosofía se agota a medida que uno desciende dentro de sí mismo, que es lo que hace este anciano al relatarnos su vida. Yasmina Khadra (Kenadsa, 1955) es un narrador y apenas se permite alguna digresión como conclusión a la vida que ha creado. Pero en esta vida uno va encontrando la reflexión que se nos impone: no vamos a hallar solución al tratar sobre el destino de la vida. Khadra nos trae un relato en el que la espiritualidad es de carne y hueso.
Seguiremos a este hombre desterrado a través de una geografía en la que hay muchos más humillados y ofendidos que ganadores. Vamos comprobando cómo cada vez que intenta hacer el bien, recibe a cambio una injusticia, le sobreviene el mal. Pero jamás se autocompadece. La vida no le da tregua y lo que le pone por delante es una lucha detrás de otra. A lo largo de cada una de ellas, que dan pie a una sencilla estructura encadenada, van reapareciendo los personajes que le acompañaron durante la guerra. Ellos también son seres afectados, con limitaciones a la hora de apoyarle. Pero como han conocido su parte buena, no pueden dejar de ayudar, y el grado de esta ayuda va incrementándose, pues a medida que transcurren las páginas la intensidad de esas intervenciones se agrava.
La vida va decidiendo por nuestro protagonista, cuya vida vamos conociendo como si nos hubiéramos subido a un viaje. Recorremos la cartografía de un país muy desconocido, la Argelia de hace un siglo, pero no la recorremos al completo: sólo se nos muestran los callejones y los desfiladeros, los rincones donde uno puede esconderse o, para ser más exactos, apartarse del mundo y desde ahí seguir fisgando, pues nuestro héroe tiene un propósito claro: encontrar a su familia y, más adelante, recuperar a la que él ha creado. Hemos utilizado la palabra héroe, no porque nos recuerde a un personaje homérico o de película de acción, sino porque nos remite, en buena medida, a esos chicos que se veían obligados a abandonar su hogar para buscarse la vida en los clásicos cuentos de hadas, con una mano por delante y otra por detrás. Y en su camino se toparán con ogros y magos, con brujas y hadas. Pero Khadra no quiere expresarse con metáforas ni alegorías: vivir sigue siendo una experiencia ruda.
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Autor: Yasmina Khadra. Título: Los virtuosos. Traducción: Wenceslao-Carlos Lozano. Editorial: Alianza. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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