(Reseña de «Suave Caricia» de William Boyd)
Presenta William Boyd la biografía narrada en primera persona de Amory Clay, una famosa fotógrafa inglesa. Boyd nos relata la vida de Amory desde el éxito como autor de un único bestseller (“La bendición de la Belladonna”) de su padre, lo que les permitió tener una casa hasta su suicidio por ingesta de barbitúricos.
Para Amory la cámara supone desde el principio (desde la primera que le regaló su tío y mentor, Greville) un artilugio para captar la animación suspendida e irreflexiva. Siempre le decía su padre “deja que la vida se te acerque”, y eso hizo Amory durante toda su existencia, dejar que la vida se acercase a ella y la tambalease. Nos cuenta esa vida de manera cronológica y con varios flashforwards desde finales de los setenta en la que parece una vida ciertamente acomodada, sin sobresaltos. Y de este modo veremos desfilar diversos acontecimientos, no todos ellos felices: el intento de asesinato por parte de su padre que acabaría una temporada en un manicomio, la felicidad de sus primeros tiempos como fotógrafa de sociedad junto a su tío Greville, su primera aventura romántica con un compañero de profesión, Lockwood y la necesidad de la artista por crear un personaje.
Una vez pasada la euforia de los primeros trabajos, Amory Clay viaja a Berlín con el objetivo de convertirse en una fotógrafa con un trabajo escandaloso. Y lo consigue con una exposición de las fotografías que tomó en burdeles berlineses. Posteriormente viaja a Nueva York, donde su amante, Cleve, la posiciona como una de las fotógrafas de referencia en la sociedad de la época.
No todos son días de vino y rosas para la artista, que sentirá cómo su sueño de amor incondicional se desvanece al conocer a Frances, la mujer de Cleve, postrada desde hace tiempo en una silla de ruedas y tras sufrir en Londres una agresión brutal que la dejaría estéril durante su cobertura de una manifestación de camisas negras. Y entre medias llegará un escritor francés a su vida, Charbonneau. Sus vidas acabarán separándose y llevando derroteros diferentes. Amory casada con un ex-combatiente y lord escocés con el que, al contrario de lo que la opinión médica británica había juzgado, tendría dos niñas mellizas y del que enviudaría en pocos años. La viuda del coronel Farr.
La adrenalina del trabajo vuelve a ponerla en acción y Amory empuñará su objetivo de nuevo en la Guerra de Vietnam. Y volverá de la guerra, cansada, para enfrentar la suya propia. Una de sus hijas Blythe se ha casado, unido a una secta y huido con ellos a Estados Unidos. Entre California y su casa en Barrandale pasará sus últimos años hasta su trágico final.
Una vida ficticia, de novela, que Boyd traslada a estas páginas. Una lectura animosa y atrapante que cautiva al lector por la veracidad que transmiten las fotografías de Amory intercaladas por Boyd en el texto. Nada conduce a engaño y el lector no se siente estafado, pues la historia de Amory Clay es la historia de una pionera en una profesión que hasta ese momento parecía exclusiva de los hombres. Suave caricia es a la vez la historia de una época. De cómo la vida se ha acercado a los hombres y de cómo las trágicas guerras mundiales del siglo XX les golpearon y modificaron el prisma a través del que veían la realidad.
Dure lo que dure nuestra estancia en este pequeño planeta, tanto da lo que ocurra en ella, lo más importante es sentir —de vez en cuando— la suave caricia de la vida. Jean-Baptiste Charbonneau, Avis de passage, 1957.
Autor: William Boyd. Traductor: Damià Alou. Título: Suave caricia. Páginas: 543. Editorial: Alfaguara.Edición: papel e ebook
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