Cuentan que un hombre, un tal Danny Dravot, pudo reinar y que otro, sospechamos que atendía al nombre de Rudolf Rassendyll, llegó de hecho a ceñirse la corona sin pretenderlo. Pues bien, los ruritanos de Zenda nos impusimos hace no mucho la tarea de buscar a los nuevos reyes de la literatura en la lengua de Cervantes. Y, no se lo van a creer, los hemos encontrado.
Fue una noche memorable. Al amparo del periodista Jesús Vigorra y de la escritora Espido Freire, los presentadores, distintas celebridades de la política, la literatura o el cine, fueron entregando los «zendas», unas estatuillas diseñadas ex profeso para la ocasión, a los premiados por cada una de las doce categorías seleccionadas por un jurado de otros doce periodistas, críticos y escritores. Doce hombres, y mujeres, con piedad. Y con buen ojo: Guillermo Altares, Nuria Azancot, Pepa Blanes, Laura Barrachina, Jesús García Calero, Antonio Lucas, Alberto Olmos, Cristina Rivera Garza, Santos Sanz Villanueva, Sergio Vila-Sanjuán, y Álvaro Colomer y Leandro Pérez como secretario y coordinador del jurado, respectivamente.
Arturo Pérez-Reverte recibió a los premiados y a los más de trescientos asistentes, entre ellos el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y el ministro de Presidencia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, con estas palabras: «Pocas veces se han juntado tantos. Celebramos el noveno aniversario de Zenda, una cooperativa de esfuerzos, un territorio de amigos y libros. Hace años que soñamos con reconocer el talento de escritores, editores y libreros. Estos son premios de verdad con un altísimo jurado que esperamos que permanezcan en el futuro».
Ya sólo el arranque de la entrega de premios fue apoteósico. Cómo no va a serlo la presencia de una leyenda de las letras españolas como el dramaturgo Fernando Arrabal, que a sus 92 años recibió de manos de Martínez-Almeida, y del poeta y periodista Antonio Lucas el premio Zenda de Honor 2023-2024. Arrabal se alzó a la altura de su gloria: «Me han ofrecido la nacionalidad francesa, pero es imposible porque soy un escritor español y lo seré siempre».
Unos cuantos años menos que Arrabal atesoran los lectores de la segunda premiada de la velada, Ledicia Costas, Premio Zenda Infantil y Juvenil por su libro Siete dientes de león (Nórdica). Se lo dieron Bárbara Montes y Juan Gómez-Jurado. Por cierto que los organizadores del premio tuvieron la feliz idea de ir pidiendo una recomendación lectora a cada uno de los encargados de entregar los galardones. Próximamente, Zenda publicará la lista de los libros elegidos para solaz de bibliófilos y letraheridos.
Los siguientes por subir al atril de la espléndida Real Fábrica de Tapices fueron María Sánchez, premio Zenda de Poesía por Fuego la sed (La Bella Varsovia), entregado por Luis Alberto de Cuenca y Karina Sainz Borgo; Xavier Pla, premio Zenda por Un corazón furtivo (Destino), su imponente biografía de Xavier Pla, dado por Luis Mateo Díez y José María Merino; y Cristina Gómez Baggethun, premio Zenda de Traducción por su labor en Poesía completa (volumen I y II), de Jon Fosse, publicado en Sexto Piso. Le brindaron la estatuilla Jordi Martí Grau y Ray Loriga. Fue entonces el turno de que aparecieran en escena nada menos que el director de cine Álex de la Iglesia y el maestro helenista Carlos García Gual para entregar el Premio Zenda de Historia a Fernando del Rey y Manuel Álvarez Tardío por Fuego cruzado (Galaxia Gutenberg).
La fiesta de los libros cruzaba en ese momento su ecuador tras entregar sus primeros seis galardones cuando, de pronto… ¿era Loquillo ese tipo que se alzaba en ese momento sobre los presentes? Quién iba a ser si no aquel gigante de dos metros vestido de su negro sempiterno sin que nadie ya le pregunte el porqué.
Llegó el Loco, cantó «Brillar y brillar», triunfó y se marchó. Los siguientes señalados por las mieles de los Zenda fueron el sello Visor, Premio Zenda Editorial, entregado por Carmen Posadas y Fernando Belzunce, director editorial de Vocento; la recientemente fallecida artista Camila Cañeque, premio Zenda Opera Prima por La última frase (La Uña Rota) que recogieron sus padres, Montse y Ramón, de manos de José Luis Garci y Chema Alonso, Chief Digital Officer de Telefónica, en el momento más emocionante de la noche; y la librería Gil, premio Zenda Librería que entregaron Juan Manuel Cendoya Méndez de Vigo, vicepresidente de Santander España, y Jorge Fernández Díaz, flamante ganador del Premio Nadal, que recogió su propietaria, la librera Paz Gil Soto.
Reverberaba ya en el ambiente el rumor de la inminente gran traca final. La superventas Megan Maxwell y Carlos Fernández Guerra, director de Digital y Redes Sociales de Iberdrola fueron los encargados de brindar el premio Zenda Innovación al hiperactivo y siempre impredecible narrador Jorge Carrión. Dos grandes de nuestras Letras, los escritores Javier Cercas y Julia Navarro, recibieron entonces en el escenario a la periodista argentina Leila Guerriero, premio Zenda de Narrativa 2023-2024 por su impresionante La llamada (Anagrama).
En el fragor de esta última andanada se dio a conocer también el que tal vez fuera el galardón más especial de la jornada, el Premio Especial Zenda-Edhasa. Es este un premio independiente, propio y original, otorgado por los editores del sello y vinculado a la colección de Clásicos de Aventuras de Zenda-Edhasa. Y su primer destinatario no podía ser otro que el gran Augusto Ferrer-Dalmau, pintor y portadista de la colección, a quien entregó el trofeo David Summers, legendario cantante de Hombres G, y María José Solano, coeditora de Zenda-Edhasa.
¿Ya? ¿Había concluido el espectáculo? No tan deprisa. Cuando el auditorio amagaba con ponerse en pie con el ojo a la busca de las inevitables bandejas de vinos españoles y canapés variados, apareció el aguafiestas de turno para que volvieran a sentarse. Sí, hablamos de Leo Harlem. El director y humorista exigió su propio premio y como es sabido que colecciona plumas y navajas, fue obsequiado por Luz Gabás y Leandro Pérez con un bello y afilado ejemplar de las segundas, porque, en palabras de Pérez-Reverte, «en los tiempos que corren va a ser más útil para ti una navaja que una pluma».
Y ahora sí, bajó el telón y se alzaron tintos, cavas y aperitivos, cundieron dimes, diretes y parabienes y los presentes celebraron, cada uno de su padre y de su madre, pero lectores todos, como ustedes, amigos de Zenda.
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